Capítulo 17.

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Cris.

Ya ha pasado una semana después de mi "encuentro" con César, no fue para nada agradable, no estaba en mis pensamientos, pero cierto es que llamarlo mindundi fue espontáneo en ese momento y no estaba planeado.

<<Que no te hubiese llamado él a ti mojigata.>> Bien dicho consciencia. 

Estoy intentando hacer mis días más amenos aquí dentro, pero se me hacen tan largos y tan complicados. Hay gente que cierto es que se le pasan los días con rapidez, que no echan de menos el exterior, pero yo sí. Suelo salir a pasear por las pistas por la tarde, nadie puede regañarme, tampoco me meto en problemas, nada más quiero aire, ver luz y estirar las piernas.

Al salir hoy de la clase compruebo que llevo el teléfono en el bolsillo y los auriculares en el otro bolsillo, llevo las manos dentro de estos para que no se note que llevo ambas cosas en los bolsillos y consigo salir fuera yendo a unas escaleras al aire libre dentro de la zona avallada. Me dirijo hacia las escaleras, las subo con rapidez mirando que nadie venga detrás mía y subo a una zona que no conozco muy bien ya que apenas hemos venido por aquí. Veo la otra pista más pequeña, vacía, sin vigilancia y sonrío ya que este es mi momento perfecto. Si me pillan aquí con el móvil y sola me puede crear un problema, pero si en algún momento veo a un profesor es sencillo: correr.

Avanzo para ponerme en una zona tras un muro bastante resguardado y escondido, si vamos a saltarnos normas vamos a hacerlo bien. Suspiro aliviada cuando estoy tras el muro, miro de reojo hacia atrás para asegurarme que no hay nadie, pero mi susto viene cuando al mirar hacia mi lado izquierdo veo a César quien me hace gritar del susto y dar un salto hacia atrás chocándome con la pared.

-Cállate mojigata, nos van a descubrir.

-¿Qué coño haces aquí?

-Lo mismo que tú. -me señala el teléfono en cuanto se lo saca del bolsillo de la sudadera del uniforme del instituto. -Y tener un poco de aire también.

-No sabía que conocías esta zona. -poco a poco voy tomando el control de mi respiración y de los latidos acelerados. -Supongo que es más famosa de lo que yo creía.

-No tengo ni idea, -me responde. -Pero sí es la primera tarde que me escapo para venir y tengo compañía. No puedo decir que sea una compañía para hacer una fiesta, pero puede ser agradable, mojigata.

-Tampoco es que pudiésemos hacer una fiesta, -señalo alrededor. -Somos dos, no hay música, no podemos hacer ruido, tenemos que ser discretos.

-Por una vez estamos de acuerdo, aunque si he de llevarte la contraria tres son multitud.

-Pues si yo he de darte la razón tengo que decirte que sí, que tres son multitud.

-Vaya, ¿a qué viene esto de darme la razón?

-¿Siempre debo llevarte la contraria?

-No, pero no sé, quizá, -le hago gestos para que se calle con aspavientos ya que he escuchado un ruido. -¿Ahora te vuelves discreta?

-Calla coño. -susurro borde, me asomo ligeramente por el lateral derecho y veo a un profesor hablando por teléfono. Miro a César con cara de pocos amigos. -Hay un profesor, ¿qué coño hacemos? 

-¿Correr? No sé tú, pero yo no me voy a quedar aquí a ver como nos pillan.

-Ajo y agua, tú te quedas aquí hasta que tengamos una solución sólida.

-Oye yo aquí no veo a nadie, si has escuchado gritos y gente hablar puede ser alguien asomado a la ventana.-tanto César como yo suspiramos al escuchar al profesor decirle eso a la persona con la que esté hablando. -No hay nadie. ¿Detrás del muro? ¿Para qué se iban a poner ahí? -maldecimos por lo bajo ambos y buscamos rápido una solución. -Sí, sí, yo me acerco, ahora te llamo.

-Si corremos al fondo damos con la parte alta del huerto del instituto, esa parte está conectada con las entradas por el otro lado, pero no te pueden ver por las ventanas.

Propone César, no me da opción alguna ya que echa a correr y no me pienso quedar a esperar a saber que pasa. Corro tras él, doblamos esquina y nos apoyamos en la pared del instituto. Ambos nos miramos y decido echar un vistazo rápido, al echarlo le hago un gesto a César para que corra porque el profesor viene por donde hemos corrido nosotros. Echamos a correr nosotros, hacia la misma dirección para rodear el instituto y empiezo a sentir como la adrenalina corre por todo mi cuerpo y mis pulmones arden un poco de la carrera. Corremos agachados por las zonas de las ventanas y esto nos complica el ir más rápido para escapar del profesor. Llegar a otra esquina hace que nos volvamos a apoyar en la pared esta vez para coger aire, para asegurarnos que hemos ganado un margen ya que no nos ha llegado a pisar los talones como tal ni siquiera a vernos, pero al volver a mirar de reojo hago otro gesto y seguimos corriendo esta vez ya hacia la entrada del edificio principal. 

-Tenemos un problema, -murmura César mientras corremos. -Dentro hay más seguridad, más de un profesor y vamos que no podemos con nuestra alma.

-Los baños. -propongo con rapidez, pero lo niega. -¿Por qué no?

-Hay mucho tránsito en esa zona, tenemos que entrar por la otra puerta, la que da al final del pasillo que antes de llegar a la principal da al sótano.

-¿Te has vuelto loco? ¿Y si aparece alguien? 

-Del sótano no te va a salir nadie y del pasillo ese pues bueno, hemos salido a la fuente y a tomar el aire porque nos encontrábamos mal, corre Cristina.

-Voy joder. Un momento, ¿cómo sabes mi nombre?

-¿Te parece buen momento para preguntar eso? ¡Corre! 

-Ya estoy corriendo, son las puertas que están muy lejos. -murmuro fatigada. -Soy buena en el baloncesto no escapando de las garras de profesores que buscan poner un parte con sus estrictas normas.

-Vamos mojigata, ¿ves? Por algo decidí llamarte así. Eres una chica aburrida que no tiene acción en su vida.

-Uy sí, tú tienes mucha. Y aunque sea verdad que la tengas, lo cual dudo mucho, también es mala suerte que haya tenido que aparecer una poca de tu acción justo hoy que decido ir a ese sitio en el que estás tú.

-Has gritado tú, nos han pillado por tú culpa, estamos así por ti.

Conseguimos entrar por la puerta del fondo y tras unas zancadas más llegamos a la puerta del sótano, entramos, bajamos las escaleras y ya que no sabemos si hay luz o no en esa zona ponemos las linternas de los móviles. 

-C-Cristina, -tartamudea César al encender la linterna ya que ahora mismo estamos dándonos la espalda mutuamente. -Ti-Tienes que mirar es-esto.

Me giro para mirarlo y en el instante en el que me giro y veo lo que apunta se me corta la respiración y juraría que estoy a punto de desmayarme.

..........................................Ay el sótano, no me seáis pecadorxs.......................................

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