Capítulo 21.

3 1 0
                                    

Cris.

Conseguimos entrar por la puerta del fondo y tras unas zancadas más llegamos a la puerta del sótano, entramos, bajamos las escaleras y ya que no sabemos si hay luz o no en esa zona ponemos las linternas de los móviles.

-C-Cristina, -tartamudea César al encender la linterna ya que ahora mismo estamos dándonos la espalda mutuamente. -Ti-Tienes que mirar es-esto.

Me giro para mirarlo y en el instante en el que me giro y veo lo que apunta se me corta la respiración y juraría que estoy a punto de desmayarme.

-Creo que no ha sido buena idea venir aquí.

-Tienes razón, tenemos que salir de aquí, cuanto antes, aunque nos pillen. 

-Tampoco hay que arriesgarse ni precipitarse -murmura César. -Es asomarnos y estar pendiente para cuando se vayan salir.

-¿Precipitarse? César estamos metidos sin permiso en un sótano donde hay cuchillos con sangre y manchas de sangre, huele a muerto, vámonos de aquí ya, me da igual si nos pillan o no.

-No quiero un parte.

-Yo menos, pero vámonos de aquí, ya.

Lo miro para ver si de alguna forma u otra consigo que salgamos de aquí. No me gusta nada lo que estoy viendo, el olor que hay y el ambiente que hay. Sí, César y yo veníamos fatigados de correr, traíamos un ambiente algo tenso por estar escapando de un profesor, pero el ambiente que hay ahora mismo en el sótano es nauseabundo, espeso, tenso, marearía hasta a la persona menos aprensiva y asustaría a la menos miedica. Seré pordiosera en estos momentos, pero pido por Dios irnos ya de aquí ya que si continúo aquí unos minutos más me voy a terminar desmayando. César comienza a caminar adentrándose en el sótano, simplemente niego, pero no tengo palabras para responder a eso, como si él me hubiese dado alguna orden que no pudiese desobedecer le sigo.

-¿A dónde vamos? -pregunto temerosa. -César, por Dios, vámonos ya de aquí, no sigas.

-Venga ya Cristina, no seas aguafiestas, vete tú si quieres, yo quiero saber que hay aquí, está claro que hay gato encerrado.

-Pues mira, gato vivo y encerrado no sé, pero muchos gatos, encerrados y muertos sí que puede haber.

-¿Por qué te vas a lo peor siempre?

-Porque estamos en un puto sótano donde hemos visto un cuchillo lleno de sangre y manchas y huele fatal.

-Seguro que no es lo peor que has olido en toda tu vida.

-Pues mira, pensaba que había olido cosas peores -me tapo la boca y la nariz con parte de la camiseta porque si sigo así voy a terminar vomitando. -Pero sin dudo esta es el peor olor que he podido llegar a oler en toda mi vida.

-Vamos Cristina, parece que vas a echar las tripas por la boca.

Veo algo moverse al fondo del pasillo, una sombra escaparse de nosotros, un movimiento rápido cual dudo que sea propio de algo y me decanto por algo más imaginario. Si pudiese ahora mismo simplemente estaría llorando, gritando y rezando por irnos. Volver a intentar pedirle que nos vayamos es algo que puedo hacer, pero también una opción que va a ser más que rechazada. 

-César, por Dios, -seguir hablando se me hace imposible porque el olor ahora es tan fuerte que hasta César se gira tapándose nariz y boca. -Vámonos ya, por favor.

-Sí.

No necesito más que eso para que ambos echemos a correr hacia una zona de aire limpia, donde no nos asfixiemos. Los pocos escalones que bajamos para escondernos aquí ahora los subimos para salir de aquí y respirar aire más puro. Al salir de esta zona y llegar al pasillo nos damos cuenta que no hay nadie  y que ya no nos buscan. Las lágrimas bajan por mis mejillas y me apoyo en una pared tomando bocanadas de aire fresco.

-¿Estás bien? -pregunta César mirándome, se acerca y sujeta mi mejilla. -No tienes buena cara.

-Te he dicho que saliésemos, que no era buena idea, que no podía más.

Sus dedos ágilmente se deslizan por mis mejillas quitándome las lágrimas que caían como si fuese una cascada en pleno esplendor. Su mirada va tomando ligeramente un brillo que jamás habría visto en otro momento, ni siquiera aquel día que le gane jugando al baloncesto. Sus mejillas se sonrojan y aparta su mirada de la mía con rapidez.

-Bueno, creo que debería irme.

-Sí, yo también.

Camino rápido yendo a mi clase, al entrar veo un panorama que jamás me esperé ver en todo lo que llevo siendo amiga de estos chicos y es ver a Hugo y a Mateo con unas caras bastante largas, bastante mal y sin razón alguna. No se miran, no comparten palabra, actúan casia a la vez, pero por separado, en silencio y casi a principio de entrar en un malestar psicológico.

-Buenas tardes.

No hay respuesta, siguen actuando cada uno a lo suyo, sin más, sin explicación alguna, pero qué demonios. Veo que Hugo se tumba en mi litera por tal de no compartir litera con Mateo a lo que yo ocupo el sitio de Hugo en su litera.

-Bienvenida a la litera.

-No he venido por gracia o gusto, ¿qué ha pasado?

-No lo sé, es como si algo hubiese estallado entre nosotros, pero tan lejano a la realidad y tan incompatible para los dos, no sé, algo muy raro.

-¿Os habéis peleado? Vaya, eso sí que no me lo esperaba hoy. Creo que el día de hoy pasará a la historia como el día más largo y emocionante de toda mi vida.

-¿Por qué?

-Bueno, muchas cosas para mí, pero si os habéis peleado, es que ahora todo va a ser diferente.

-No sé cómo será, tampoco lo tenemos habla o planeado, lo único que sabemos es que no estamos bien el uno con el otro, que un tiempo es lo mejor, un descanso, un respiro, un pensamiento, un darnos cuenta de si verdad esto vale o no vale la pena.

-Claro que vale la pena, -animo. -Lleváis muchos años siendo amigos, esto no se acaba así sin más.

-A veces no te das cuenta cuando empieza o acaba algo, cuando está yendo a peor y cuando es lo mejor. Si la vida te avisase de esas cosas viviríamos de una forma tan distinta.

   Buen
Fin
De
Semana
Pecadorxs

El Instituto. Where stories live. Discover now