Extra de Halloween 🎃.

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Personaje desconocido.

Miro la hora en el reloj de aguja que hay colgado en la pared el cual marca que son las dos de la madrugada. Ha llegado la madrugada del 31 de octubre. Han pasado 365 días de la última madrugada que salí.

La sonrisa se forma en mis labios y esto chillan al estar agrietados. Miro mi camisón blanco, las costuras pasadas, algunas manchas rojizas brillantes y frescas, oscuras, apagadas y resecas y algunos descoses que hacen que hilos cuelguen.

Salgo del sótano, subo los escalones necesarios para estar en el pasillo y arrastro mis manos por tales paredes dejando algún que otro rastro rojizo y fresco aunque sin brillo por la oscuridad del pasillo.

Voy caminando tranquilamente por el pasillo del instituto, sin alarmar a nadie, sin hacer ruido y pasando invisible. Abro las puertas que dan a la salida, abro las puertas de los cuartos de baño y entro a uno.
Al entrar a uno de los baños mi reflejo pálido en el espejo es como el de un fantasma. Escribo en el espejo la palabra "ODIO" con la punta del dedo, al estar la sangre fresca algunos hilos resbalan haciendo aún más inquietante la palabra en el espejo. Salgo del cuarto de baño, sigo mi camino por los pasillos abriendo ventanas.

Una corriente corre por mi cuerpo y el fuerte crujido y eco de las puertas cerrándose en el piso de abajo son las señales que indica que empieza mi juego.
Voy rápido al baño que hay en esa planta entrando en uno de los cubículos y escuchando unos pasos andar por los pasillos y hablar entre sí.

-Pero habíamos dejado las puertas cerradas.

-Y las ventanas, los niños que hayan hecho esto deben aburrirse mucho.

-Es para matarlos, la verdad.

Mientras cierran puertas y ventanas aprovecho para en ese cubículo tirar todo el rollo de papel higiénico por el suelo, sacar la botella de agua que llevo en el bolsillo del camisón y mojar todo el papel que hay en el suelo.
Salgo del cubículo sin mojarme, voy fuera de ese baño, me aseguro que no haya nadie en el pasillo y sigo mi camino abriendo puertas y ventanas. En la puerta de una clase escribo el número "666" en grande, llamo a la puerta a golpes, unos golpes pausados, de auxilio, como si me faltasen las ganas de seguir en pie, sigo dando golpes y al escuchar murmuros dentro sigo mi camino por el pasillo.

Veo los armarios, abro algunas puertas y dejo manchas de sangre frescas en las camisetas azul cielo. Dejo las puertas de los armarios abiertas, otra corriente de aire fría corre mi cuerpo y el sonido de las puertas de los armarios cerrándose dando un portazo hace que tome una rampa y la baje.

Al llegar al pasillo nuevo veo como el viento ha hecho que algunos papeles que estaban pillados en el corcho saliesen volados y quedasen por el pasillo. Decido andar el pasillo con calma y así es. Empiezo a andar hasta que tras dar unos pasos algo se clava en mi planta del pie, es tan profundo como superficial, tan doloroso como ameno, tan sangriento como limpio. Al ir sin zapatos una chincheta me ha perforado la planta del pie adentrándose en ella, me agacho, me saco la chincheta del pie y la sangre cae dejando un charco fresco de esta debajo de mí. Sigo andando y ahora al pasar sobre los papeles se manchan de mi sangre que todavía sigue saliendo de la perforación.

Al estar frente al cristal de una ventana mancho mis dedos de la poca sangre que todavía corre mi planta del pie para seguido hacer en el cristal una cruz "🕇".

Prosigo mi camino para seguir recorriendo todo el instituto, una hoja blanca cae de otro tablón y al haber un bolígrafo colgando de una cuerda del tablón cojo la hoja y escribo en ella.  "Ordena mis pasos con tu palabra,Y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.

Salmo 119:133"

Clavo el papel en el tablón con una chincheta, dejo unas manchas rojizas y frescas sobre las esquinas del papel, el bolígrafo colgando de la cuerda y camino por el pasillo.
Entro a un aula que tiene la puerta abierta, cojo una tiza para seguido escribir en la pizarra: "CREED TODO LO QUE DICEN DE MÍ, NADIE MINTIÓ SOBRE ALGUNA ESPECULACIÓN DICHA SOBRE MIS ACTOS".

Salgo llevándome la tiza, vuelvo a la planta baja donde se encuentra el sótano y mientras bajo abro todas las ventanas y puertas. Una vez en la última planta reviso que mi pie no sangre más, al no seguir sangrando mancho los cristales de ventanas con garabatos de sangre apagada, sin brillo, voy a la puerta del sótano y la abro.

Una vez abierta la puerta del sótano espero unos minutos de pie y sin entrar. La corriente es fuerte y hace que las puertas y hojas de ventanas se cierren y abran, pero sin dar portazo.
Como cada año una vez en este punto encontrarme me quito la cruz que llevo colgada en el cuello, la dejo tirada al lado de la puerta y otra corriente hace que se vayan cerrando las puertas y las ventanas según en orden se encontraban.
Al cerrarse la puerta que va al sótano y todavía quedar una puerta abierta vuelvo a abrir la puerta del sótano, bajo los escalones y me adentro en sus profundidades.

Una vez estar ya en la zona que me quedo siempre en mi escondite que nadie conoce escucho el portazo de la puerta del sótano que indica el final de mi juego esta noche.
Miro la hora del reloj que hay colgado en el techo y el cual marca las cuatro de la mañana.
Me acomodo en el escondite relajándome y pensando qué será lo que haré el próximo 31 de octubre.
¿Quién sabe? A lo mejor salgo y muestro un desorden dejando en cada clase un crucifijo sobre la mesa y un par de chinchetas ensangrentadas en los tablones de corcho.

🎃Hasta el próximo 31 de octubre🎃

El Instituto. Where stories live. Discover now