Capítulo 27.

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Cris.

Me encuentro en los amplios jardines del nuevo reino en el que estamos ahora. Este lugar es mucho mejor que el otro, las aulas en un lado, más privacidad en los baños y en las habitaciones, pero sin embargo le veo una queja y un fallo enorme. En el instituto antes comíamos en las aulas, es decir, nada más veíamos a nuestros compañeros y como mucho al tutor, pero ahora comemos todos juntos en el comedor de la universidad y tienes que ver a todos los alumnos del centro. Quizá, por eso mismo, me encuentre ahora mismo en los jardines, por el simple hecho de ver si puedo hacer un poco de hueco para no entrar y ver a todos.

Veo a Cora andar hacia donde me encuentro y sé que viene el primer aviso, primero viene Cora, luego el tutor y después en masa el equipo directivo.

-Cris, nos están esperando.

-No tengo hambre.

-Tienes que entrar, no me hagas repetirte lo mismo que llevamos haciendo toda esta semana porque otra falta más y no sales este fin de semana.

-Cora, no me gusta comer con todos, sabes que no es de mi jurisdicción.

-Ni a ti ni a todos, se siente presión estando todos comiendo en silencio y más que nuestra mesa está al lado del grupito de las cotillas con la risa de rata, pero prefiero aguantarlas que quedarme sin salir el fin de semana.

-Bueno, vale, iré.

-Aleluya.

Entramos, el profesor me lanza una mirada de pocos amigos, pero al menos ha conseguido traerme Cora sin tener que ir él en mi búsqueda y también sé que si hubiese ido él a buscarme probablemente este fin de semana tendría que quedarme encerrada en este puto sitio y sola porque los demás saldrían.

-Simplemente, ignórales.

Miro a Cora por lo que acaba de susurrarme, asiento y me pongo a comer del plato que ya tengo frente a mí, la comida está un poco fría y tiesa, pero no se me hace raro la verdad, lo más probable es que lleve ya casi quince minutos o más servida.

-O sea, es que, tía, a ver, tú sabes que yo ya he hecho eso con él y a él le ha gustado todo lo que hemos hecho.

-Sí tía y eso que es súper difícil complacer a un hombre en la cama, tía.

-Ya ves tía, pero decía que le gustaba mucho todo.

-Pero tía, o sea, ¿dónde lo hicisteis?

Aprieto mis puños, cabreada y, sinceramente, asqueada, es la hora de la comida y tengo que escuchar como han follado esa puta pija con el novio quien seguro debe mentir más que habla porque dudo que esa cosa que le da asco todo, es tan escrupulosa y no toca nada de nadie le haya dado placer y como dice la amiga "complaciendo" al chaval.

-Ay, pues tía, lo hicimos entre unos arbustos, o sea, muy cómodo.

Estallo en risas en ese mismo instante, Cora me mira y sé que ella también está muriéndose de risa por dentro y disimulando por fuera.

-¿Algún problema con tu risa de malvada? -me pregunta una de las chicas.

-Uy no, la malvada eres tú complaciendo a un hombre entre unos arbustos.

-¿Acaso hay alguna queja? Porque mi novio quedó muy satisfecho, sabes tía.

-Mira, no sé si sé o no, pero satisfecho ya te digo yo a ti que no se quedó y dudo que tener sexo en unos arbustos sea de lo más cómodo.

-O sea, tía, a ti no te gusta reavivar la pasión.

-Uy, perdón, cierto, estamos hablando con la reina del sexo, del kamasutra y del sadomasoquismo.

Lo próximo que siento es zumo de piña empaparme el pelo, la camiseta y la cara, me tenso al momento, aprieto mi mandíbula, mis puños, mis hombros se mantienen tensos y pecho sube y baja en un cabreo a simple vista visible. Veo como todo a mi alrededor cambia, como Cora se aparta para no mojarse ella, pero a la vez para sujetarme, como seguramente alguno de los profesores se haya acercado para saber qué pasa, pero mi vista y mi mente ya está nublada y lo único que veo es a esa puta rubia de risa de rata, pija y asquerosa, muy asquerosa. La agarro del cuello de la camiseta levantándola del suelo y doy gracias a los entrenamientos en el gimnasio porque gracias a eso ahora ella va a ser quien va a llorar y yo quien va a reír. Antes de estampar mi puño en su cara noto unos brazos rodearme la cintura, que con un movimiento brusco aunque eficaz consigo soltar a la tía esa, sea quien sea esa persona me coge en peso y me saca rápido del comedor.

-¿Te has vuelto loca?

Escuchar esa voz, sentir su cuerpo tan cerca del mío, la forma en la que me está cargando, pero espera un momento, ¿qué coño hago yo disfrutando el momento con la persona que me ha separado de darle un puñetazo a esa puta pija escrupulosa?

-César, bájame.

-¿Que te baje? Casi le pegas un puñetazo, si no me hubiese metido en medio probablemente ahora estaríais a tortas.

-No deberías haberte metido en medio, ella era mi jodido objetivo.

-Me da igual cuál de todas las tías que había allí sea tu jodido objetivo, te pueden castigar, Cristina.

-Ella habría acabado peor que yo de todos modos.

-Piensa que ahora nada más ella se lleva toda la culpa, tú no le has hecho nada a ella, todos han visto como a ti te ha tirado un zumo de piña.

Entramos a una habitación, me deja en la cama y él se gira dándome la espalda, abriendo su armario y rebuscando algo en este. Miro alrededor y claramente veo como esta no es mi habitación, me ha traído a su habitación, ni siquiera sé qué demonios hago aquí.

-Esta no es mi habitación.

-¿Crees que me importa?

-Debería, no sé para qué venimos aquí.

-Los dos sabemos que lo mejor era venir aquí.

Me tira unas prendas a la cara y cuando consigo verlas lo que veo son una toalla y una camiseta blanca suya, cuando lo miro lo tengo más cerca de lo que yo creía.

-¿Para qué quiero esto?

-Para que te laves la cara y el pelo en mi baño y te pongas algo limpio.

-¿Me estás proponiendo una ducha en tu baño?

Iré a la iglesia con vosotrxs pecadorxs ♡♡♡


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