4. Correspondencia

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El mediodía venía acompañado de un intenso calor. La intención inicial era llegar al palacio de Lanling caminando por la calle, pero Wei Wuxian no estaba dispuesto a desperdiciar su energía. Paró de pronto y llamó a su hijo. - A-Yuan

- Mande.

Apenas habían dado pocos pasos, pero Wei Wuxian no avanzó más - Llévame en tu espada. No sabemos que tan largo será este día.

Lan Sizhui desenvainó su espada con desgano. Miró a Wei Wuxian aparentando incredulidad. - Estamos muy cerca. No te haría mal hacer un poco de ejercicio.

Después de su hijo, Wei Wuxian subió cuidadosamente a la espada, abrazándolo con firmeza de la cintura, mientras ésta empezó a ascender.

Lan Yuan dijo con tono alegre. - En menos de cinco minutos llegaremos. Agárrate fuerte.

Aunque en los brazos de Lan Wangji, Wei Wuxian podía sentirse totalmente seguro, sintió confianza al ir abrazando a su hijo por la espalda, recargando su cabeza en el hombro del menor. Procuró no mirar hacia abajo.

Para distraerse inició la conversación. - Por cierto, A-Yuan. ¿Cómo se llama tu espada?

Con la mirada fija en su destino, Lan Yuan avanzó sobre el panorama de la ciudad de Lanling. Abajo se veía el ir y venir de transeúntes que caminaban, comerciantes y una que otra carretilla jalada por bestias de carga. Bromeó Lan Sizhui, fingiendo indiferencia, de la forma más audible que el sonido del viento le permitiera decir. - Aún no tiene nombre.

Conforme siguió platicando, Wei Wuxian se sintió más seguro. - No te creo, ni siquiera que ahora mismo estés quebrantando la regla de no mentir. Aunque si necesitas un nombre podrías llamarla Suibian II.

Lan Yuan soltó una carcajada espontánea que sin querer, hizo sacudir su espalda. Wei Wuxian volvió aferrarse con más fuerza a su agarre. - Dejaré de bromear contigo, si no podrías tirarme al abismo como lo hizo Wen Chao.

El silencio hizo notar que la sonrisa de Lan Sizhui se había apagado, a la mención de uno de sus antecesores, repudiados por la historia actual. Suavemente descendieron hacia la entrada de la Torre Koi.

Wei Wuxian se percató de su error y recargó más su barbilla en el hombro de su hijo. Al descender, besó sin contemplaciones la mejilla juvenil, rosada por el calor del sol. - Gracias A-Yuan, y perdóname. No quise compararte con ese hijo de perra.

Sizhui dio un profundo suspiro, para ver de nuevo el rostro de su padre. Luego enfundó su espada y retomó el tema de conversación inicial. - Mi espada obviamente tiene nombre. Se llama Níngjìng.
**(Serenidad 宁静)

Al ir escalando a pie, la entrada de la torre Koi, Wei Wuxian soltó una ligera risilla ante la respuesta de su hijo. - Es un buen nombre.

Cuando llegaron a la entrada del palacio, Lan Yuan no pudo disimular su contrariedad al reconocer a Jin Yuxi mientras se acercaba a ellos. Se trataba de la doncella que casi no se despegó de él durante la ceremonia de toma de posesión del Líder Jin. Con una amplia sonrisa fue a recibirlos.

- Bienvenido, Superior Mo. Me da gusto verle de nuevo, Joven Sizhui.

Wei Wuxian contestó con un asentimiento. - Gracias Yuxi. Me dijo el Señor Tian que trajera hoy a Sizhui. ¿Podemos esperar en la sala de recepción?

La cultivadora señaló el camino sin dejar de sonreír. - Por favor, síganme. En un momento le avisaré al Señor Tian que acaban de llegar.

Tuvieron que esperar en uno de los pasillos. Los asientos estaban colocados frente a la vista panorámica de la ciudad de Lanling. En comparación, aquella localidad parecía mucho más extensa de lo que Wei Wuxian había visto en Yunmeng o Lan Sizhui en Ciudad Caiyi. Aún sin ser actualmente la capital de todas las sectas, Lanling seguía siendo una región majestuosa y sobresaliente, distinguida entre otras ciudades reconocidas.

Sol de JadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora