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El día lunes por la mañana Jimin se volvía a sentir como el protagonista de una novela romántica juvenil. 

La noche del viernes, cuando el pelicastaño fue a dejarlo de vuelta a su casa, fue capaz de tomar la iniciativa por primera vez. Ambos daban por sentado que el alcohol era el culpable de que el de lentes se hubiera lanzado encima del asiento del piloto para besar a Jungkook de manera salvaje.

Habían estado todo el fin de semana intercambiando mensajes de texto, y hasta la madre del pelinegro notaba como revisaba su teléfono un montón de veces al día y los ojos le brillaban de emoción cuando recibía notificaciones de cierta persona.

Jimin caminaba la escuela apresurado porque iba a tarde. Resulta que cierto atleta lo había llamado la noche anterior, había terminado yéndose a la cama en la madrugada, y había despertado tarde por más que era un día de clases.

Daba pasos rápidos porque, por un lado, todos los maestros lo amaban y no estaba dispuesto a decepcionarlos con un atraso en su historial. Por el otro, su primera clase era de matemáticas y la compartía con el pelicastaño.

Una vez llegó, vió que ya todos estaban sentados y pidió disculpas a la maestra por interrumpir su clase. La vergüenza de ser el centro de atención lo puso incómodo, pero se relajó un poco luego de ver que el asiento de al lado del suyo se hallaba ocupado por justo quién quería ver.

"Buenos días", saludó el pelicastaño al de lentes cuando éste llegó a su lado y se sentó en silencio.

"Hola", le respondió Jimin tímido, "lamento la tardanza".

"¿No me vas a saludar bien?", preguntó Jungkook acercando su rostro al del contrario.

"¿Qué insinúas?", le susurró el de lentes nervioso por el hecho de que el chico estaba peligrosamente cerca en una sala repleta de alumnos.

Fue entonces cuando el más alto tomó el rostro de Jimin entre sus manos y besó suavemente su mejilla mientras acariciaba su sensible cuello. A la vista de todos, el capitán del equipo de fútbol había tenido una demostración de cariño con el chico aplicado que le enseñaba matemáticas después de clases.

Ambos estaban ligeramente sonrojados y no se hablaron más durante el resto de la clase, pero rozaban sus piernas por debajo de la mesa al mismo tiempo que usaban cualquier excusa posible para señalar algo en los apuntes del otro y chocar sus brazos con una accidentalidad altamente cuestionable.

Todos estaban sorprendidos de que Jungkook había logrado cerrar la boca y prestar atención en clases en vez de utilizar su teléfono, charlar con sus amigos o simplemente dormir apoyado en el pupitre. 

También habían decidido durante los días previos que sus sesiones de estudio no continuarían, pues el pelicastaño había logrado ponerse al día con los contenidos y resultó ser que no era un idiota incapaz de entender la materia, simplemente necesitaba los incentivos adecuados. Principalmente ponía de su esfuerzo porque si no aprobaba todas sus clases no podría seguir jugando en el equipo, pero también le reconfortaba ver las miradas orgullosas que Jimin le daba cuando hacía algún ejercicio a la perfección.

Pero mientras disfrutaban de la compañía del otro, no tomaron en cuenta los pares de ojos maliciosos que los miraban desde el fondo del salón.

Más tarde.

Jimin caminaba junto a Taehyung por los pasillos al inicio de la hora de almuerzo, mientras el peliteñido interrogaba a su amigo para que le contara absolutamente todo lo que había ocurrido con Jungkook.

"Taehyung, ya te lo dije", dijo el de lentes por enésima vez, "no estamos saliendo".

"¿No están saliendo?", preguntó el contrario sarcásticamente, "claro, porque besarse y toquetearse es exactamente lo que los amigos hacen".

"Dios, Taehyung", le respondió Jimin alarmado por lo bajo, "no hables tan fuerte".

"Vamos, dame detalles", bromeó Taehyung mientras entraban al baño de hombres, el cuál para alivio de ambos se encontraba vacío, "¿qué tan grande la tiene?".

El pelinegro tan solo rió ante la pregunta y golpeó a su amigo por el hombro, "Eres un idiota, ¿por qué yo querría saber eso?".

"¿Por qué no simplemente admites que quieres que te parta en dos?", dijo Taehyung, en parte en broma y en parte usando su intuición de mejor amigo.

"Imbécil", le respondió el de lentes, "no todos somos unos pervertidos como tú".

"Es un placer", dijo el peliteñido mientras se miraba al espejo del baño y se peinaba el cabello con las manos, "¿y puedes creer que aún no logro que Yoongi me toque el trasero cuando nos besamos?".

"Eres realmente desagradable", le respondió Jimin, "¿ya te lo había dicho?".

"Sabes que me amas", respondió Taehyung, justo antes de encerrarse en un cubículo, dejando al pelinegro solo, "ahora te dejo, tengo que orinar".

"No necesitaba tanta información", le dijo el más bajo cuando ya había cerrado la puerta.

Luego de eso, el de lentes comenzó a acomodarse su ropa y revisar que se viera presentable en el espejo del baño mientras esperaba a su amigo para poder irse a la cafetería.

Aún buscando algo para distraerse, no pudo evitar pensar en la insinuación de Taehyung sobre cierto acto que él supuestamente quería que Jungkook le hiciera. Rápidamente corrió esas ideas de su cabeza mientras se agachaba frente al lavabo, con la intención de humedecer su rostro para disminuir el sonrojo que le había provocado su atrevida imaginación en cuestión de segundos.

Fue entonces cuando oyó voces provenientes del pasillo, y antes de siquiera haberse dado cuenta, dos chicos con chaquetas negras entraron al baño. Se trataba de nada más y nada menos que Namjoon y su persona menos favorita, Seokjin.

Mientras Seokjin se dirigía a los lavabos y Namjoon se metía en un cubículo, el de lentes rogaba en su mente que lo dejaran en paz. Pero algunas personas no podían dejar pasar ninguna oportunidad para intentar humillar al resto.

"Park, justo estaba hablando de ti", le dijo Seokjin con un tono burlesco para posteriormente agacharse a beber agua de la llave.

Al notar que el de lentes no entendía a qué se refería, rodó los ojos antes de volver a hablar, "¿Acaso no te enteraste?, todos están hablando de ti, el nuevo juguete de Jungkook".

"Me halaga que hables de mí", le respondió Jimin irritado en un impulso de valentía, "pero es algo patético que no tengas nada más interesante que hacer".

Fue entonces cuando el contrario se volteó bruscamente para mirarlo a los ojos, evidentemente molesto, que el pelinegro supo que debió haber mantenido su boca cerrada.



Crush ⎯ KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora