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Ya era día lunes, y Jungkook seguía sintiéndose como el mayor imbécil en la faz de la tierra. 

Había tenido todo el fin de semana para reflexionar sobre lo que le había dicho a Jimin, pues éste se negaba a responder sus mensajes e ignoraba sus llamadas.

Por más idiota que fuese, no le costó mucho trabajo el darse cuenta la verdadera razón por la cuál era incapaz de definir su relación con el pelinegro. Estaba seguro de que le gustaba, pero, por muy difícil que fuese admitirlo, le avergonzaba el sentirse atraído por un chico.

En primer lugar, llegó a la conclusión de que tal vez nunca se había enamorado de alguna de las chicas que lo pretendían porque, en el fondo, nunca le gustaron las chicas. Y en segundo lugar, tenía la necesidad de besar y tocar a Jimin cada vez que lo tenía cerca, pero eso era mucho más evidente.

También asumió toda la culpa de las cosas que había dicho, pues él sabía lo difícil que había sido para el de lentes el haber confesado que le gustaban los chicos. Es más, sus mismos amigos se burlaban de eso como si se tratase de una aberración, y había hecho oídos sordos al no querer desencajar.

Durante toda la jornada escolar, había querido acercarse a Jimin para pedirle disculpas y transparentar sus verdaderos sentimientos, pero el más bajo dejó más que claro que no quería hablar con él, pues hacía todo lo posible por alejarse. Además, el hecho de que Taehyung lo mirara como si quisiera asesinarlo no ayudaba a su causa.

Pero a la hora de la salida, fue capaz de armarse de valor, y una vez vió al pelinegro atravesando las grandes puertas de la entrada, se puso a su lado para forzar la conversación.

"Hola, Jimin", le dijo por lo bajo al pelinegro, el cuál lo ignoró deliberadamente.

"¿Podemos hablar?", continuó, acelerando el paso al mismo tiempo que el contrario.

"¿Estás seguro de que quieres que te vean con un chico?", le preguntó Jimin sin dirigirle la mirada, "no querrás que crean que te gusto, eso sí que sería humillante para ti".

Justo lo que Jungkook se temía, por más que el más bajo se viese sumamente tierno y para nada problemático, era completamente capaz de responder de la forma más agresiva posible. 

Se mantuvieron en un silencio incómodo durante un par de cuadras, hasta que el pelinegro se resignó a que el contrario no desistiría de seguirlo.

"Está bien", dijo suspirando, "di lo que tengas que decir, Jungkook".

"Lo lamento", comenzó diciendo el pelicastaño, pues era lo primordial entre todo lo que quería decirle, "lo que te dije estuvo mal, y estabas en todo tu derecho de molestarte por lo que ocurrió".

Luego de decir aquello, el más bajo se quedó en silencio y los nervios del pelicastaño aumentaron cada vez más, pensando que tal vez agravaría aún más la situación. Pero unas disculpas eran justamente lo que el de lentes quería oír, y estaba más que dispuesto a recibirlas.

"Acepto tus disculpas", le respondió finalmente Jimin algo avergonzado mientras caminaba con la mirada baja, "sé lo raro que es el sentirse atraído por alguien del mismo sexo, y no debí haber intentado forzarte a aceptar algo de lo que aún no estás seguro".

"Oh, estoy seguro ahora", le dijo el más alto, aliviado y contento, "y tenías razón, no mereces ser un experimento de alguien que no sabe lo que quiere".

"Lo sé, siempre tengo la razón", dijo el pelinegro más animado, "y, ¿de qué estás seguro?".

"De que me gustas demasiado", le respondió Jungkook con seguridad, "y no sé si me gustan ambos sexos o solamente uno, y francamente, no me interesa, quiero estar contigo".

Jimin sonrió ante la declaración del declaración del más alto, e hizo el amago de estirar su brazo para entrelazar sus manos. Y esa era una oportunidad que el contrario no iba a dejar pasar, pues rápidamente atrapó la pequeña mano del más bajo con la suya.

"No tienes que definirte con nada, todo sentimiento es válido", dijo el más bajo de la nada, "no es necesario que te pongas una etiqueta, no le debes explicaciones a nadie más que a ti mismo".

"Eres imposible", bromeó Jungkook, "venía literalmente listo para que me golpearas y para pedirte disculpas de rodillas, y ahora me das discursos motivacionales".

"Lo digo en serio", le respondió Jimin riendo, "tu sexualidad es solo tuya, no tienes que ponerle un nombre a tus sentimientos si no quieres hacerlo".

"Eso mismo pensé que yo", se sinceró el pelicastaño, "pero por alguna razón, tiene mucho más sentido viniendo de tu boca que de la mía".

"Retomando lo que dijiste", dijo el de lentes, "no me molestaría que te arrodillaras para mí".

"Eso se puede arreglar", le respondió Jungkook acercando la boca a su oído, "te invito a mi habitación, donde puedo arrodillarme y ponerme en cualquier posición que tu me pidas".

"Eres un idiota", le dijo Jimin sonrojado mientras le daba un pequeño empujón, riendo a la par del más alto.

Luego de eso, caminaron el resto del trayecto hacia el hogar del pelinegro en completo silencio, solo que esta vez era un silencio de comodidad y entendimiento, y no de tensión. No tenían nada más que decir, ambos sabían los sentimientos del otro, y estaban conformes con aquello.

Lo cierto es que toda la conversación fue mucho más fácil de lo que Jungkook se había imaginado. Pero el de lentes era incapaz de guardar rencor, por más que se esforzaba en demostrar lo contrario.

Una vez llegaron a su destino, Jimin se dispuso a abrir la puerta de su casa, mientras el pelicastaño lo abrazaba por la espalda y dejaba besos cortos alrededor de su cuello.

"Adiós, bebé", se despidió el pelicastaño, "y gracias por perdonar mi estupidez".

"Gracias a ti por decirme como te sientes", le respondió el pelinegro luego de darle un beso rápido en los labios, "ahora vete antes de que cambie de opinión".

Entonces la puerta se cerró, separándolos, pero las risas de ambos los unían, y fue más que suficiente.

Crush ⎯ KOOKMINWhere stories live. Discover now