capitulo 1 Las cosas pasan por algo

318 133 267
                                    

                               

                                 Lili.



No siempre fui tímida ni mucho menos cumplía con los estándares de los se considera ser “femenina”, lo cual me trajo problemas en mi niñez y también una parte de mi adolescencia. Cumplo años el 14 de febrero, no por ello recibía más regalos. Mi familia era de bajos recursos por lo que rara vez tenía un pastel sobre mi mesa. En mi niñez fui a una escuela privada hasta que el dinero en mi familia empezó a ser muy escaso por ello me cambiaron a un preescolar público, lugar donde no fui muy bien recibida siendo víctima de constantes insultos y abusos por parte de mis compañeras.

Cuando fui a la primaria tomé un cambio radical en mi forma de ser, ¿adolescencia?, creo que sí. En segundo año conocí a mi primer amor. Él era gentil conmigo a pesar de mi manera de ser, fue mi primer amigo junto con dos niños más, a ellos no les molestaba que fuera niña aunque me portaba como si fuera un niño más, lo cual me agradaba, había encontrado un sitio donde nadie me juzgaba por mi forma de ser.
En primer año de secundaria tuve una pelea con otras niñas por lo que me expulsaron al mes, la razón es realmente tonta por lo que no merece la pena contar. Por mis malos comportamientos, notas bajas, termine cambiándome a una escuela privada y en ese lugar conocí a Verónica una chica algo parecida a mí, de inmediato nos volvimos muy amigas, era algo nuevo para mí, ya que yo jamás tuve una amiga con quién hablar de ciertas cosas que no puedes hablar con los niños; decidí cambiar un poco mi actitud, estaba enojada con el mundo por mis problemas en casa, sobra decir que eran bastantes.

Con el paso del tiempo las cosas fueron empeorando, tanto en mí como a mi alrededor, esas razones me llevaron a una depresión de la que no podía salir, el vacío en mi se sentía tan grande que intente llenarlo con malos hábitos, tabaco, alcohol, no sabía si era mi inconsciente tratando de pedir ayuda a los demás, aún así Vero nunca me abandono. Ella me ofreció un cambio radical en nuestras vidas, terminando mi secundaria en París lugar donde ella era originaria. La razón de porque ella tomo esa decisión fue porque realmente estaba mal, mi ex novio, mi madre…, pensé que sería un buen comienzo para mí el salir de mi zona de confort y fue en ese momento en el que me ofreció algo que en lo personal me daba miedo.

—No estoy muy segura de hacer esto, ¿qué tal si todos me ven raro por ser extranjera?, tú sabes a lo que me refiero

—Los nervios y el miedo me impedían avanzar.

—Lili por favor, está es una nueva oportunidad para comenzar de cero, conocer a nuevas personas, nuevas experiencias, para olvidar toda esta mierda que nos pasó—sonaba convencida.

Puso una cara de súplica junto con un tono de niña haciendo puchero, me dio tiempo de pensar las cosas y deshacerme de mis temores. —Está bien—doy un suspiro con calma para tomar valor—. Acepto ir a los Ángeles— Verónica salto a mis brazos con mucha euforia, me daba miedo verla así, Vero es el tipo de personas que cuando se proponen algo lo hace sin importar nada.

—¡Esa es la actitud!, me alegra que hayas aceptado en otro caso te hubiera metido a la maleta llevándote a la fuerza—tomo mi mano para quitarme ese miedo—. Prometo cuidarte mucho y alejar a los hombres de ti—eso último lo dijo con una cara de asesina serial, no pude evitar sonreír ante sus palabras.

—No te preocupes no tengo intenciones de estar en una relación por el momento, prefiero concentrarme en mis estudios y en saber qué estudiar


                           Verónica.


Lafebvre, mi apellido va mucho con mi familia significando “artesano” pertenezco a una familia adinerada y con diseñadores de la moda en el árbol genealógico de los Lafebvre. ¿Qué porque lo digo de esa forma? debido a que de forma sanguínea no soy parte de esta, simplificado; soy adoptada esa palabra no le gusta que la use mi padre.
La señora que me abandono a los siete años, no la puedo llamar de otra manera, me llevo a una casa hogar donde los demás se metían conmigo por no saber muy bien el idioma.

Mi sufrimiento no duró mucho tiempo, ya que fui adoptada por mis ahora padres, cuando creí que todo iba a salir bien…, mi madre fue diagnosticada con cáncer avanzando, aun así ella se mantenía fuerte y con una hermosa sonrisa en su cara o al menos eso veían mis ojos, hasta que en un día ella simplemente ya no podía sonreírme. Me había quedado huérfana de madre otra vez, no sabía si la vida o el destino me estaba jugando una especie de broma.
Me quedé al cuidado de mi padre quien, a pesar de estar destrozado por la muerte de mi madre, siempre me procuro, pero una niña siempre querrá el amor de una madre. Pasaron los años y había creado una coraza para protegerme de los demás. Ya estaba acostumbrada a que ellos hicieran bromas sobre mí, diciendo cosas como: “¿Qué se siente ser abandonada?”. “Pobre ni su madre la quiso por eso murió”. “Tus mamis se arrepintieron de tenerte”. Cosas tan tontas, pero que a una niña de 11 años le afectaban, y fue así como decidí ser un poco más ruda, trabajando en mi salud mental y física lo cual no me duró mucho tiempo.

A mediados de secundaria comencé a sentir que mi cuerpo estaba mal, que era gorda para ser más precisa. Mi obsesión de ser más delgada llegó a tal punto en el que ya ni siquiera el hacer ejercicio o tener una dieta era suficiente. Los comentarios de la gente solo hacían que el problema se hiciera más grande. Algunos adultos con morbo decían que estaba más desarrollada de los pechos que las demás niñas. Cómo odiaba eso, es como si les pidiera su opinión sobre mi cuerpo.

Comencé a saltarme comidas, comer realmente poco, en casos más extremos a no comer absolutamente nada y realmente no es que no tuviera hambre, mi mente me decía que si comía aunque sea un bocado podría engordar y que todo ese tiempo sería en vano. Suena exagerado lo sé, mi salud poco a poco empezó a deteriorarse teniendo como consecuencia un diagnóstico de anorexia, hígado dañado gracias a la bulimia, para mi suerte no llegue a hacerlo mucho. Dicen que las buenas amistades son siempre las que están en las malas y en las peores, ya que en las buenas puede estar cualquier persona.
Por suerte siempre tuve a mi amiga como apoyo emocional, mi padre me busco a una terapeuta y un tratamiento. Nada de esto lo  hubiera logrado sin la ayuda de Lili. Me acompaño a todas mis sesiones y aunque fue duro al principio sabía que podía hacerlo, a pesar de que ella tenía sus propios problemas, siempre estuvo para mí a lo que yo agradezco mucho. Por esa misma razón la quiero cuidar de todos.

Paso el tiempo y después de unos acontecimientos bastante desagradables que tan solo recordar me dan náuseas, ambas salimos adelante, yéndonos a vivir lejos. Sabemos que si permanecemos juntas nada podrá hacernos daño.














Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Nuestra Maldición Where stories live. Discover now