Capitulo 5 Aléjate de mi

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                                 Lili.


Estaba en un lugar muy bonito y lleno de colores. Comiendo pizza, estaba acostada en la panza de un león. Hasta que escuche la alarma la cual me indicaba que ya eran las nueve de la mañana, pegue un grito, salí de mi cama toda despeinada.

—¡Verónica!—intenté despertarla pero ella es de las personas que tiene un sueño pesado

—M…mande, ¿qué pasa?—sus ojos aún cerrados me indicaban que se quedó despierta viendo sus series

—¡Son las nueve, levántate rápido!—vi como abrió los ojos, casi como si hubiese visto un fantasma. Las dos nos alistamos lo más rápido que pudimos, su chófer siempre nos llevaba a la escuela pero con la prisa ella tuvo que manejar. He de decir que es una de las experiencias más aterradoras que un ser humano pueda vivir, por suerte llegamos sanas y sin un hueso salido. Vero puede manejar de forma tranquila pero cuando es tarde o tenemos que llegar temprano a un lugar se convierte en Toreto de rápidos y furiosos.

Al llegar ofrecimos una disculpa y nos indicaron que tendríamos cuatro alumnos nuevos por lo que Vero y yo les daríamos la bienvenida—¿Qué alumnos te tocaron?—miro mi lista y veo algo que me inquieta un poco—. Parece que uno de ellos tiene un gran historial.

Me dirijo al salón en el que ellos estaban. Pasó lista como de costumbre y paso al nuevo estudiante para darle la bienvenida, también hago que firme su hoja con sus datos, número de celular, dirección; esas cosas—Y Alexander Blackwood—nadie respondió así que decidí preguntarle al maestro.

Al parecer entro a la segunda hora de clase, fue cuando se íntegro, pero que después de eso ya no volvió a regresar. Pensé que se había perdido de regreso lo que era comprensible ya que a mí me pasó, no soy muy buena con las direcciones.

Lo busque por la cafetería y la dirección, tal vez pediría un mapa o algo; pero no se encontraba por ningún lado.

—¿Ocurre algo Lili?, te veo como si estuvieras buscando algo o a alguien.

—Estoy buscando a esta persona—le muestro la foto para que así me ayude a buscarlo y sea más rápido—. No lo encuentro por ningún lado—digo algo  preocupada.

—A claro, es de el historial delictivo—se que ese tipo de cosas no le gustan a ella, ya que cree que son rebeldes sin causa o lo que se le conoce como mujeriego—. Se nota que este nos va a dar muchas molestias—declaró mientras ponía una mueca de molestia y desagrado.

No quise prestarle mucha atención a eso último, ya que mujeriego o no tenía que llevarlo a su clase o en dado caso hacerle una llamada de atención. Me dirigí a la bodega del conserje para preguntarle si lo había visto por algún lado. Antes de adentrarme noto como el candado estaba en el suelo, mi mente me decía que algo no estaba bien. Ya un poco más adentro prendo la luz y lo que pude observar era a él chico acostado sobre un colchón algo sucio. Me acerco para tratar de despertarlo sin asustarlo pero mis esfuerzos fueron en vano.

No me di cuenta en qué momento despertó. Sin darme cuenta estaba debajo de él, me sentí como si fuera una ladrona y el me había capturado. Sus ojos verdes se notaban algo enrojecidos. Sus brazos eran fuertes así que solté un pequeño quejido.

—Lo siento, pensé que venías a atacarme—se quitó de encima, pude sentir como volvió a circular la sangre de mi muñeca.

—A...Am disculpa tú eres Alexander, ¿cierto?

—Si soy yo, supongo que tú eres la presidenta—me miró de arriba abajo y eso me hizo sentir algo extraña—. Disculpe lo de antes, no he podido dormir durante días, la razón por la que no he entrado a clase es porque aún no me siento bien de salud.

Recogió mi tabla que se me había caído antes, miro las hojas con detalle, me la entrega y yo sigo sin entender mucho de lo que acaba de pasar. Si él estaba “enfermo”, ¿cómo hizo eso?

Nuestra Maldición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora