CAPÍTULO 2

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Una de las cosas que nunca puedo dejar pasar cuando escucho es clasificar las voces: mi padre suele tener una manera de hablar muy pausada y aterciopelada, su voz podría acariciarte el alma sin importar lo que dijese; mientras que, mi hermana tien...

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Una de las cosas que nunca puedo dejar pasar cuando escucho es clasificar las voces: mi padre suele tener una manera de hablar muy pausada y aterciopelada, su voz podría acariciarte el alma sin importar lo que dijese; mientras que, mi hermana tiene una voz grave y algo pesada para su edad, cualquiera pensaría que habla alguien mayor cuando lo hace, es una voz ligeramente ronca, ese tipo de voces que se dan cuando ya hay muchos cigarrillos de por medio y ese chico que se había detenido junto a mí tenía una voz relajada, suave y electrizante. Su voz era ese tipo de voces que inmediatamente asociamos a un programa de televisión o esos locutores de radio, pero aunque su voz fuese atrayente, sus palabras y su risa no, al menos no las razones por la que reía.

Él parecía que vivía con burla mis palabras, su risa me parecía molesta, al parecer nunca había escuchado a alguien hablar metafóricamente. Me giré sobre mí y volví a recostar mi cuerpo en su totalidad en dirección hacia el cielo.

—Eres muy graciosa —dijo entre risas y sentí como tomaba asiento junto a mí.

—O tal vez no sabes reconocer un buen chiste.

Él se acostó a mi lado, podía escuchar su respiración suave y mi perro ya no adornaba el espacio con sus ladridos, supongo que lo hacía porque él se acercaba, así que el muchacho entrometido captaba todo mi sistema auditivo.

—Suponiendo que vemos las estrellas, no crees que es muy aburrido.

—Si es aburrido ¿por qué te has acercado?

—Bueno, no todos los días se ven chicas rubias en el patio húmedo mirando las oscuras nubes que opacan la luna. Tal vez sea una afición de las chicas de este pueblo, no lo sé.

—¿No eres de aquí? —inquirí al escuchar cómo se refería al lugar mientras hablaba de mí.

—Sí lo soy, vivo al lado. —Se rió, como si fuese gracioso.

—Creo que no hice bien la pregunta: ¿Te acabas de mudar? —rectifiqué.

—Supongo que no eres de esas personas chismosas que se asoman por la ventana a ver lo que sus nuevos vecinos trajeron en la mudanza.

Me quedé en silencio y me pregunté qué tanta luz había como para que lo ignorara.

—No, me gusta hacer cosas más aburridas como mirar al cielo nublado y pretender que veo estrellas...

Me encogí de hombros para restarle un poco de importancia. La realidad era que vivía de pretender que sabía de todo, las cosas eran mucho más interesantes si asumía que las conocía a si pedía que alguien me explicase qué era. Todo sabe mucho más dulce cuando lo defines por ti  mismo, cuando le buscas un sentido desde lo que conoces que desde el punto de vista de alguien más.

—Eres rara —susurró y luego añadió—: Pero creo que es relajante.

Yo también creo que es relajante, relajante y esperanzador, las estrellas albergan tantos sentimientos como luz. Y me encantaría saber si de verdad me hubiese parecido relajante ver estrellas tanto como lo digo que lo hago con mi falta de visión.

¿Puedes Ver Las Estrellas? ✔️Where stories live. Discover now