CAPÍTULO 17

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Me quité mis gafas oscuras en cuanto me senté en la cocina junto a mi madre que estaba preparando algo de comer

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Me quité mis gafas oscuras en cuanto me senté en la cocina junto a mi madre que estaba preparando algo de comer. Tarareaba una canción en voz baja que mi vecino tenía puesta el día de ayer y de algún modo no se cansó de escucharla una y otra y otra vez hasta que me supe la letra. 

Era muy pegajosa, de esas canciones que incentivan al baile, así que fue bastante fácil que me la aprendiera. Anoté mentalmente preguntarle luego por qué rayos escuchaba esa canción con tanta insistencia.

—Te noto más sonriente que siempre —dijo mi madre e inmediatamente dejé de sonreír.

Era como estar en una burbuja y me había sacado de allí.

—¿Sí? —dije algo dudosa de sus palabras.

—Claro, siempre has sido muy sonriente, pero ahora más. Es como si estuvieses más feliz. ¿Qué te tiene así?

Me encogí de hombros. Sabía qué pasaba, salir por las noches a escondidas de la protección de mi madre para charlar sobre tonterías con Leo, sobre el hecho que me divertía pasar tiempo a su lado o cómo él encontraba mi manera de pensar como algo para admirar. Solo de pensarlo un poco se dibujaba una sonrisa en mi rostro. Uff.

Todos los días quería negarlo cuando me iba a dormir, pero en el fondo sabía muy bien lo que estaba causando en mí. Claro que no era algo que le iba a decir a mi madre, seguro saldría con algo así como que estaba soñando despierta y que debía bajarme de la estrella en la que me había subido porque era fugaz y podría caerme.

—Nada —mentí.

Mi madre solo se enojaba con saber que salía al patio, qué sería si le contaba que me había salido a ver con el vecino aunque solo haya sido para charlar. ¡Terrible! Este pequeño trozo de felicidad lo iba a dejar para mí, atesorarlo en mi pecho como cuando abrazaba aquel oso de peluche cuando era pequeña.

—¿Me escondes algo?

—No creo que haya nada que pueda ocultarte, mami.

—Por supuesto, sé que tú y tu hermana siempre están cubriéndose una a la otra. ¿Acaso crees que no me doy cuenta cuando Geraldine se escapa y tú la cubres?

Sonreí como si me pareciera una tontería. Aún no castigaba a Geral por salir de casa así que no me preocupaba mucho lo que decía, si en realidad fuese así ya estaríamos en serios problemas. Creía más bien que era una artimaña para hacerme hablar.

—¿Yo me escapo y ella me cubre? —invertí su oración.

—No lo sé, pero algo te traes.

Asentí como si estuviera afirmando que así era.

—Entonces con lo de Geral...

—¡La próxima vez que salga sin mi consentimiento de esta casa vamos a tener problemas! —me interrumpió, en realidad pensaba cambiar a un tema menos controversial—. Se lo dejé pasar porque ya había sido un mal día, pero me doy cuenta otra vez...

—Es adulta, mamá. —intenté defenderla. Al parecer sí sabía que Geral salía de casa en su ausencia.

—Mientras viva bajo mi techo puede ser lo adulta que quiera, pero en mi casa, mis reglas.

Reí, sabía que diría eso. Era lo típico. Mi madre podía ser muy estricta y todo lo que quisiera, pero la amaba porque sabía que se preocupaba por nosotras, tal vez pudiese ser un poco más ligera y suelta con nosotras, pero de igual forma entendía todo lo que nos decía.

—No sé por qué te ríes, aplica para ti también.

Volví a reír. Estaba de buen humor, tal vez la canción esa que puso Leonardo durante toda la mañana había hecho algo bueno en el color de mi ánimo esa tarde.

—¿Te había dicho que te quiero? 

—Sí, Cristal, yo también te quiero, pero no vengas a hacer que olvide lo que acabo de decir.

—¡Yo no intento nada! —exclamé divertida—. Es más, te prometo que no saldré sin tu consentimiento.

—¿Unju? —dijo dudosa.

—Bueno, al menos no a un lugar lejos que no implique el patio o el jardín —dijo porque prometer que no saldría de casa era una promesa muy grande.

Pensé que no lo haría, que no saldría más allá del patio o el jardín, nunca había tenido necesidad de eso, pero una semana después lo hice y nunca pedí su consentimiento para hacerlo.

Pensé que no lo haría, que no saldría más allá del patio o el jardín, nunca había tenido necesidad de eso, pero una semana después lo hice y nunca pedí su consentimiento para hacerlo

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