EXTRA III

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EXTRA III: PENSANDO EN TI

Dos años después. (Es decir Cris y Leo tienen 3 años siendo novios)

Me abracé a Leo como si fuese a caerme de la motocicleta, su respiración era tranquila, yo siempre que estaba sobre esta cosa sentía que iba a mil. Su cuerpo vibró junto al mío y luego llegó a mis oídos el ruido de su risa.

—Vas a dejarme sin respiración, Cris —dijo entre risas. Yo me acurruqué más a su espalda.

—No lo puedo evitar —me excusé. Él volvió a reírse.

—Yo estoy muy ansioso por mostrarte, pero me temo que no voy a llegar vivo.

Reí ante sus palabras.

—¿No será que tienes algún extraño plan para retenerme?

Apreté mis labios para no sonreír, incluso si sabía que él no podía ver mi sonrisa.

—Esperaba que no te dieras cuenta —dije en broma.

Yo lo apoyaba totalmente, así como él lo hacía conmigo y aunque debía admitir que me sentó un poco  mal cuando me dijo que pensaba mudarse solo. Tenía a Leo todos los días cerca de mí, estaba justo al lado, a pocos metros y la sola idea de que ya no estuviera más a solo metros de casa hacía que mi corazón se encogiera un poco, pero también entendía que él necesitaba eso.

Nos detuvimos, sentí como una de sus manos fue a la mía en un gesto de cariño.

—Estarás bien, ¿cierto?

—Sí —susurré por sobre su chaqueta.

—Iré a visitarte mucho —añadió—. Y también quiero que me visites, claro.

Mi permiso para salir de casa era mucho más amplio que antes. Por ejemplo podía salir con Leonardo sin suponer un problema, como ahora. Pero salir literalmente sola de casa todavía era algo que iba sobre arenas movedizas.

La sola idea de que me perdiera ponía a mi madre histérica. Además no imaginaba a mi madre llevándome a la casa de Leo, incluso podía escuchar otra vez lo que dijo cuando se enteró qué Leo se mudaba solo.

Me reí, no pudiendo contenerme.

—¿Qué es tan gracioso?

—Nada —refuté con rapidez.

—¿Segura? —preguntó antes de apartar su mano y volverla a poner sobre la manilla para volver a conducir.

—Muy segura.

—Eres muy mala mintiendo.

—Solo finge que sé mentir.

No le iba a decir lo que dijo ella. Bueno, tal vez sí o no. Bueno, no... Era algo muy... No, no le iba a decir.

La moto de Leo giró a la izquierda y volvimos a detenernos poco tiempo después. Primero bajó él como siempre hacía, luego me ayudó a mí a hacerlo. No  era que no podía hacerlo era que Leo no quería que lo hiciera, me había advertido que era mejor ser precavidos a que me quemara con la cosa esa qué ya no recordaba como se llamaba.

Le extendí el casco y tomó mi mano.

—¿En que planta es?

—En el primer piso.

—Pensé que habías dicho que era una cuarta planta.

—El edificio tiene cuatro plantas —explicó—. Pero alquilé el apartamento del primer nivel porque quería que fuera sencillo para mi novia.

¿Puedes Ver Las Estrellas? ✔️Where stories live. Discover now