¿Puedes Ver Las Estrellas? ✔️

CAPÍTULO 19

El timbre de la puerta sonó, solo estábamos Geraldine y yo, ya que nuestra madre hacía alguna de sus diligencias habituales, seguro que no tardaría mucho en llegar. Mi hermana fue a abrir la puerta, yo seguí en el mismo sofá rosa que daba a la ventana y en el que me gustaba pasar el rato mientras practicaba un poco de violín.

Escuché algunas palabras y mi ceño se frunció ligeramente porque era una voz que ya reconocía muy bien y que no tenía sentido que estuviese en mi puerta.

Bajé el violín y escuché atentamente, pero justo lo que parecía ocupar el espacio eran los dos pares de zapatos que se aproximaban a donde estaba.

—Estaré en la cocina —anunció mi hermana, tal vez para darnos privacidad.

—Nunca imaginé que cruzarías esa puerta —le dije a Leo, quien no había dicho alguna palabra todavía.

—Yo tampoco, hasta hace un rato.

—¿Qué haces aquí? —pregunté.

Se quedó un momento en silencio, luego lo escuché situarse cerca de mí, se puso de cuclillas y apoyó sus manos sobre mis rodillas cubiertas por un pantalón de mezclilla.

—¿Alguna vez te has montado en una moto?

—No, ¿por qué?

—¿Y quieres hacerlo? —Me quedé un momento en silencio. ¿Acaso me estaba invitando a salir en su moto? Era la única explicación a sus palabras.

—Sí —susurré.

Leo se puso de pie con rapidez y escuché su sonrisa.

—Entonces vamos —dijo tomando una de mis manos con la suya.

—¿Qué? ¡No! No puedo salir de casa así como así —refuté poniéndome de pie al igual que él.

Él no podía venir así de repente y pretender que ya podía irme. Debió decirme con antelación o algo, eso no era como salir al patio de mi casa a ver estrellas o cruzar a la suya para beber chocolate caliente juntos, era ir en moto a algún lugar que no tenía ni la menor idea.

—¿Por qué no? ¿Acaso no eres mayor de edad?

—Bueno, sí, pero...

—Pues ahí está. —No dejó que terminara de hablar y empezó a caminar tirando de mí, pero yo no me moví ni un poco de donde estaba.

—Es que no puedo salir de mi casa.

—¿Acaso no puedes caminar? ¿Estás enferma? Te veo muy bien, Cristal, no sé de qué hablas.

Me solté de su mano y le di la espalda, yo no podía ver, ese era el problema. Esa era la razón por la que estaba prohibido que saliera de casa sin el consentimiento de mi madre, sin la compañía de esta o de mi hermana. Siempre decía que era una persona capaz e independiente, pero realmente nunca en mi vida había salido sola o con alguien que no fuese un familiar.

Tenía miedo, mi madre me había infundido miedo del mundo real. No era lo mismo decir que podía hacerlo, era algo que Leo no entendía.

Sentí su mano posarse en mi hombro y me dio la vuelta para que pudiera darle el frente.

—Este no es el único lugar donde se ven estrellas, Cris, allá afuera hay muchas más, mucho más bellas y que si te quedas aquí nunca las conocerás. ¿Es lo que quieres?

Negué con un movimiento de mi cabeza. Leonardo no solamente hacía que saliera de mi zona de confort, él también hacía que confiara un poco más en mí, él creía indudablemente que yo podía sin importar las circunstancias.

—¿Entonces qué esperas para ver estrellas conmigo?

Ese día ya ni comprendía mi extraña metáfora sobre las estrellas, pero sí sabía que fuera lo que fuera lo que implicara ver estrellas con él, yo quería verlas.

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¡Holis! ¡Feliz navidad por adelantado! Gracias por estar aquí y acompañar a Leo y Cris en su historia, realmente me hace muy feliz saber que les gusta. Yo los amo muchísimo.

¿Qué tal les parece? ¿Qué les gusta? ¿Podemos tener un ship de Cris y Leo? Dejen sugerencias aquí.

Pasen felices fiestas ♥