¿Puedes Ver Las Estrellas? ✔️

CAPÍTULO 26

Me había dado cuenta de muchas cosas que incluían a Leo y lo que teníamos, sobre por qué amaba pasar tiempo a su lado o sobre por qué ahora ensayar una canción era mucho más excitante que antes y si pudiera escribirlas iría más o menos así:

1. Que me llame rubia ya no me incómoda.

2. Ver estrellas a su lado conlleva un placer que no se acerca a lo que es verlo con mi hermana.

3. Me gustan sus besos.

4. Hace que me sienta normal.

5. Con él descubrí que me gusta andar en moto.

6. Piensa en mis sueños, está dispuesto a ayudarme a crecer.

7. No le incómoda que no pueda ver.

8. Cuando dice que soy bonita me hace sonreír —no me hace pensar en que es un hecho que se opaca con mi ceguera.

9. Está conmigo a pesar de no poder ver.

10. No le incómoda que le toque —más bien creo que le excita, no me he detenido mucho en ello para saberlo.

11. Me gusta escuchar su risa.

12. Me gusta su voz en general, es una de esas voces que llenan el espacio y te acarician, incluso si el día en que lo conocí no pensaba eso.

13. El silencio es cómodo a su lado, el silencio dice muchas cosas a su lado.

14. Que no salude cada vez que llama es divertido.

15. Sus llamadas suelen ser muy divertidas.

16. Aunque lo niegue amo que me saque de mi zona de confort.

17. Amo sus retos.

18. Me hace pensar mucho y...

—¿Qué tanto piensas?

—¿Uh? Nada —me excusé con rapidez.

Mi hermana se rió suavemente y llevó una de sus manos junto a la mía. Estábamos en un café, esperando nuestros pedidos y se me fue la cabeza pensando en Leo. Era una de las cosas que no pude evitar hacer en estas últimas semanas, pensar mucho en él. Era como si mi cerebro no pudiese dejar de asociar ciertas cosas a él, como un chocolate en la cocina o el sonido de una moto cuando pasa por casa, aunque no tuvieran nada que ver con él de igual forma ahí estaba pensando en él.

—Es curioso porque estás sonrojada, eso que estabas pensando debe ser algo muy... —Dejó su oración incompleta.

—¿Muy qué? —pregunté teniendo vergüenza de mi sonrojo.

—No lo sé, dímelo tú.

—No era nada importante. —Intenté restarle importancia.

—Claro, apuesto a que tiene que ver con ese noviecito tuyo, Leo.

Sentí mis mejillas calentarse otra vez, joder.

—Ves, era eso.

—Leo no es mi novio —refuté mientras bajaba mi cabeza y así no viera mi rostro sonrojado. Leo no era mi novio, pero si parecíamos una pareja. Solo de pensarlo me ponía nerviosa. ¿Será que me ve como su novia?

—Por supuesto y yo soy mamá. —Se rió—. Los vi besarse, Cristal. Claro que son novios.

—¿Nos espías? —pregunté con el ceño fruncido. Ya había escuchado de Leo decir que mi hermana nos estaba mirando, pero no sabía qué tanto nos observaba.

—No es como si estuvieran besándose en secreto. Frente a casa cuando te dejó en la puerta ayer... no, nada secreto.

Y hubiese querido esconderme al escuchar sus palabras. Leo y yo salimos, grabamos nuestro primer video en un parque porque según él: el paisajismo iba a influenciar mucho, llevé mi violín, toqué alguna pieza, era un video súper básico, ni siquiera canté algo; pero, fue satisfactorio, era como cantarle a las personas que pasaban por ahí, a las aves, a sus cachorros... Entonces cuando me dejó en casa otra vez y llegó el momento de despedirnos nos besamos.

Realmente después de aquella noche siempre que nos veíamos nos despedíamos así.

La camarera nos trajo lo que pedimos, un chocolate caliente para mí y una de esas famosas malteadas para mi hermana. No comenté nada al respecto, realmente no sabía qué comentar al respecto, era muy consciente de que me besaba con Leo a plena vista.

—Tienes que decírselo a Mamá —comentó después de un rato—. Es mejor que se lo digas a que los encuentre.

No quería decírselo a mamá. Todo estaba siendo muy bonito como para comentarselo, su nivel de negatividad podría simplemente hacer que descendiera y no quería eso.

—Se lo diré —mentí, aún no estaba lista, no sabía cómo iba a estar lista para decirle que estaba saliendo con alguien.

—Lo digo en serio —continuó—. Sé que tienes miedo de lo que piense y diga, sé que es muy sobreprotectora y para ella seas solo una niñita, pero lo entenderá. Bueno, siempre y cuando no le digas que te sales a andar con él sin su permiso. Eso sería terrible.

Reí un poco, aunque no me debería causar gracia. Nunca le diría eso, sería mi perdición.

—Claro, hermana.

—Y otra cosa.

—¿Sí? —Pensé que ya había culminado.

—Tú y Leo.

—¿Yo y Leo? —repetí cuando vi que tardaba mucho en continuar.

—Ustedes, no... —susurró—. No han tenido sexo, ¿cierto?

Empecé a toser de pronto, justo en el instante en que pronunció esas palabras bebía tranquilamente, nunca esperé que dejara caer algo así.

—¡Dios! Gerald, Yo... no. —Tosí otra vez y ella simplemente se echó a reír.

—Tenía que preguntar —se excusó.

—Claro que tenías —dije con ironía.

—Sabes que quiero lo mejor para ti, Cris y si va a suceder que no sea porque él te esté dando nuevas experiencias, sino porque es algo que deseas, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —musité.

—Bien, disfrutemos de estas ricas empanadas mientras me cuentas sobre eso que pensabas.

—¡No te voy a contar nada!

Se volvió a reír, se estaba burlando de mí.

—Y si tienes alguna duda sobre ello puedes preguntarme.

—¿Uh?

—Cuando lo vayan a hacer.

—¡Por Dios! Me iré de aquí ahora mismo —dije exasperada.

—Lo siento, lo siento —se disculpó—. Pero lo decía en serio.

Resoplé una vez más, mi hermana a veces es un fastidio.