CAPÍTULO 3

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Nunca voy a entender lo que es ver y nadie que siempre ve va a entender lo que es ser ciego

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Nunca voy a entender lo que es ver y nadie que siempre ve va a entender lo que es ser ciego. Cuando era pequeña siempre solía preguntar qué significaba ser rubia, todos decían que era una linda niña rubia pero ¿qué es ser linda y qué es ser rubia?

Mi hermana siempre decía algo como ser rubia es cuando tienes el cabello amarillo o similar, entonces me preguntaba ¿qué era amarillo? Y luego qué era un color. Geraldine fue siempre muy paciente y nunca se quejaba de que preguntara sobre todo lo que no podía ver ni mucho menos sentir o escuchar y se volvió experta en definir cosas que aunque lo explique nunca llegaré a entender y su explicación nunca va a definir lo que no puedo ver.

¿Qué es un color?

Es lo que le da vida a las cosas que podemos ver. Pueden ser las mismas cosas, pero el color hace que sean diferentes, como las voces, unas son más suaves y agudas, otras son más graves y ásperas, así son los colores.

Pues me gusta tu color de voz.

—A también me gusta el tuyo.

Desde ese día las voces no solo son voces, también son color.

Así que iba de azul, le dije a Geral que quería ir de azul, aunque la mayoría de las veces elegía lo que me ponía por la textura de la ropa, decidí que ese día la elegiría por el color. Porque ese día me sentía azul.

También tus sentimientos pueden ser un color. La mayoría de las personas asocian el rojo con la pasión, el blanco con la pureza y el verde con la esperanza.

—¿Y el azul? —le pregunté. Siempre dicen que se me ve bien el azul.

—No lo .

—¿Puede ser tristeza?

Puede ser lo que quieras. Aunque la tristeza va más con el gris.

Así que me vestí de azul porque estaba triste. Escuché a mi madre llorar la noche anterior y también la escuché pedirme perdón como si fuese culpable de que me falte la visión. Nunca en mi vida me siento mal por no ver, porque no puedo extrañar algo que nunca tuve, no puedo sentir nostalgia sobre ello, pero en ocasiones me causa dolor porque a otros así les afecta.

Era un día de esos.

Mi madre llora porque yo no puedo ver, mi madre llora porque piensa que no me protege lo suficiente y también llora cuando sabe que me lastima con su sobreprotección.

Era un círculo que nadie se atrevía a romper, ni ella ni yo. Ella no se sentía lista para regalarme un par de alas y yo no me sentía lista como para tomarlas por mi cuenta y demostrarle que estaría bien. 

—¿Estás bien? —preguntó Geral. Estaba sentada en el sillón rosa que es realmente negro, pero que bauticé así porque me hacía sentir cómoda y por su suavidad porque el rosa para mí se sentía como comodidad y suavidad, incluso también podría decir que el rosa era dulzura.

—Estoy bien —mentí. Ella sabía que no estaba bien. Seguro lo veía en mi cara, no era tan buena disfrazando mis sentimientos, yo era buena con las voces.

—¿Quieres salir a ver las estrellas? —preguntó con cautela.

Palpé mi muñeca para saber la hora y negué con un gesto.

—Son las cinco, no hay estrellas afuera —fue mi respuesta.

—¿Y desde cuándo te importa la hora para salir a ver estrellas, Cris?

Desde que pienso en que no las veo, quería decir, pero no lo hice.

—Oye, bebé, oye...

Escuché como se movió de donde estaba y se acercó a mí. Una de sus manos fue a mi rodilla y la otra limpió las lágrimas que empezaron a salir.

—No llores, Cris. Cuéntame, ¿qué te sucede?

Mi pecho subió y bajó junto a un sollozo, aún así no dije nada. Gerald me envolvió en sus brazos y pasó su mano por mi cabello una y otra vez mientras decía cosas bonitas de mí.

Ella quería que le contara, pero contarle suponía exponer que dudaba de lo que tanto me jactaba. Dudaba en sí todo estaba bien así tal y como eran las cosas, me preguntaba si fueran mejores si tan solo pudiera ver, me cuestionaba si en realidad mi ceguera no suponía un obstáculo para la felicidad. Mi cabeza rondaba sobre un cúmulo de preguntas que hacían que mi corazón se encogiera en mi pecho.

—Siempre voy a estar contigo, ¿lo sabes?

—Pero no quiero que siempre estés conmigo —le dije mientras la sujetaba con fuerza—. Quiero que seas feliz, quiero que todos sean felices.

—Ya yo soy feliz y mamá y papá también lo son.

—¿Y por qué se siente que no es así? —refuté—. ¿Por qué siento que en vez de hacer de ustedes felices hago todo lo contrario?

Si en realidad fuesen felices mi incapacidad de ver no debería causarles dolor. Mi madre era la primera persona que sufría por ello, no lo decía, pero era muy consciente de que era así.

—No, no pienses eso —susurró con la voz entrecortada—. Eres grandiosa y sin ti sí que no seríamos felices. Amo tenerte como hermana, sentarme a ver estrellas contigo, amo que me digas que ese sofá dónde estás sentada es rosado, aunque nunca lo hayas visto y también amo que siempre sepas lo que voy a cocinar sin siquiera decirte. Me haces inmensamente feliz y si no estuvieras no tendría a quien contar historias, no tendría una confidente, no tendría a quien llamar hermana.

Mi cuerpo temblaba junto al suyo y la entendía, pero también entendía que no se puede extrañar lo que nunca se ha tenido. Yo no extraño ver porque nunca lo he hecho, si Geraldine no me hubiera tenido como hermana no tendría a quién extrañar y de igual forma sería feliz sin mí.

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Toda Cristal hace que mi corazón se tambalee.

Toda Cristal hace que mi corazón se tambalee

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¿Puedes Ver Las Estrellas? ✔️Where stories live. Discover now