Capitulo trece

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Aquella mañana de Domingo, era como casi cualquier mañana en España un día de verano. Por lo que el Sol, de manera resplandeciente, iluminaba cada rincón de la península ibérica. La casa de Maya, aquel gran chalet, se encontraba en máximo silencio. Apenas se escuchaba el sonido que emitía el roce de Buddy contra su cama cada vez que se movía para acomodarse. Si Maya estuviese despierta, resoplaría debido al silencio de la soledad (algo que la joven odiaba) y mas aún los fin de semana cuando ni si quiera Daisy estaba por allí, pues los tenía libres.

La castaña no tardó en girarse pues notar como un rayo de Sol se posaba en su cara la hizo molestarse. Pero eran las once de la mañana y el Sol iluminaba a gran escala la casa de la joven. Se giró dándose cuenta de que no estaba en su cama pues el espacio era mucho más reducido pero permaneció con los ojos cerrados al acordarse de que se había quedado dormida en el sofá. Se acomodó aún mas volviendo a encontrar el sueño mientras notaba como el aliento cálido de alguien chocaba contra sus labios. Abrió levemente los ojos encontrándose al castaño de frente, despeinado y aún dormido, con su brazo sobre la cintura de Maya, abrazándose a ella. Maya cerró los ojos rápidamente muerta de la vergüenza.

Recordó que anoche se hicieron las cinco de la mañana mientras reían y hablaban, cuando se pusieron la segunda película la tuvieron que quitar, pues ambos estaban interesados en saber mas del otro. Karchez le contó a Maya anécdotas que le parecieron super entretenidas y Karchez se quedó toda la noche fascinado por la labia de Maya, contando historias graciosas y contándole mas acerca de sus amigos. Pero se durmieron ambos y no sabe en que momento de la noche decidieron dormir haciendo la cucharita.

Maya abrió los ojos y observó a Karchez dormido, sonrió inconscientemente al ver su pelo despeinado y sus labios muy ligeramente abiertos. Movió la cabeza intentando no sonreír por verlo así e intento levantarse con cuidado para no despertarlo. El castaño al notar como Maya abandonaba el sofá se acomodo mas haciendo que Maya suspirase aliviada por no haberlo despertado. Busco su móvil y lo cogió encontrando varios mensajes de personas distintas. Entre ellas Carola, su hermana, el grupo que tenía con todas las chicas, un grupo que tenía con los chicos y del grupo de TortillaLand suspiró y llamo a su hermana.

— ¡Hola! ¡Por fin contestas! —Cris habló animada cuando descolgó el teléfono. Maya frunció el ceño pisando el césped del jardín, se había salido fuera a hablar para no despertar a Karchez.

— ¿No estas enfadada?

— ¿Por?

— Porque te gusta que te conteste al teléfono al momento de que me mandes el mensaje —le recordó Maya a su hermana

— Ah sí pero como se que has estado bien acompañada no me ha importado —murmuró divertida Crisitina y Maya bufó

— Aroia

— Aroia —le confirmó Cristina— Por cierto los chicos quieren ir a Madrid

— ¿Para que?

— Porque ayer les dijimos que estabas conociendo a alguien

— ¿Qué les habéis dicho que? —preguntó Maya abriendo los ojos mientras se sentaba en una de las sillas que tenía en el jardín— ¿Porque? Karchez es solo un amigo

— Si eso también se lo dijimos —habló Cristina como si ya supiese la respuesta de Maya al decírselo— Pero se han empeñado en que quieren conocerlo

— No ni de coña —negó Maya volviendo a ponerse de pie— Que no que no —Maya negó rápidamente— Convencedlos, haced lo que queráis pero no les voy a presentar a Karchez en calidad de nada. Pobrecito.

— ¿Pero y como un amigo?

— Cristina ya los conoces, seguro que miles de preguntas que Karchez no estará dispuesto a contestar porque el no tiene esa intención conmigo, yo a el no le gusto —sentenció Maya algo nerviosa sintiendo como a ella aquella ultima frase le había quemado un poco por dentro.

— Pero entonces, ¿el a ti si? —Cristina preguntó de forma suave. Maya miró desde el jardín como Karchez se incorporaba adormilado rascándose los ojos, la castaña sonrió, no sabía que contestarle a su hermana. Maya no sabía mentir, el castaño le atraía y le parecía una persona muy interesante. Maya no sabía mentir pero si que sabía omitir.

— Cristina te dejo, luego hablamos que se acaba de despertar —Maya sonrió viendo como Karchez miraba a los lados intentado averiguar donde estaba la castaña. Maya colgó sin escuchar lo que había dicho su hermana y entró a la casa— Buenos días bello durmiente

— Buenos días reina —respondió Karchez sin pensar mucho— ¿Te has levantado mucho antes que yo?

— Que va, hace cinco minutos —Maya le sonrió— ¿Quieres desayunar?

— Por favor —suplicó Karchez poniéndose en pie— ¿Sabes hacer tortitas?

— Yo no se hacer nada que conlleve encender fuego —le confesó Maya— Créeme no conocerás a nadie peor que yo cocinando

— Yo tampoco soy el mejor —rio Karchez andando con Maya hacia la cocina— Pero si quieres te puedo sorprender con unas tortitas

— Te lo suplico —rogó Maya divertida haciendo que Karchez asintiese conforme

— Esta usted a punto de ver al mejor chef del mundo cocinar —bromeó Karchez

— Me muero por ver eso —sonrió Maya

— ¿Donde estan las cosas? —preguntó el castaño

— Territorio de Daisy —Maya hizo una mueca— Pero lo tiene todo con etiquetas creo que si nos ponemos a buscarlo lo encontramos

La castaña bordeó la isla y se puso a abrir armarios buscando algún tarro donde pusiese harina. Maya era horrible cocinando, por eso Daisy se encargaba de eso. Maya sabía donde estaba lo imprescindible, como las cosas del frigorífico o los dulces. Bueno, esto último no era imprescindible pero Maya sabía donde estaba.  La joven vio el tarro en el estante de arriba y se puso de puntillas para intentar cogerlo mientras daba pequeños brincos. Vio como la mano de Karchez cogía el tarro y la bajaba y ella se giró sobre sus talones para quedarse pegada a Karchez. Tragó saliva mirándolo viendo como el también se había puesto nervioso.

— Aquí está —susurró Karchez mirando como Maya lo miraba nerviosa

— Es que no comí demasiados petisuis —bromeó Maya, aún con ambos cuerpos pegados frente a frente.

La electricidad que recorría ambos cuerpos en ese momentos era innegable. Ambos estaban ahí, pegados el uno con el otro pero ninguno podía separarse, más bien, ninguno quería dejar de sentir al otro. Maya trago saliva al darse cuenta de como se sentía con el castaño. Quizás sus amigas y su hermana no estaban equivocadas y Maya había comenzado a sentir una atracción hacia Karchez.

— ¿Azúcar hay? —la pregunta de Karchez hizo que Maya saliese de sus pensamientos internos sobre si le gustaban el castaño o no y miró sus ojos, se movían rápidamente mirando cada facción de Maya. El joven miró los labios de la chica que permanecían sellados entre ellos, como si Maya no quisiese moverse ni un solo milímetro para que ese momento no acabase.

— Sí —contestó finalmente la castaña pudiendo soltar una bocanada de aire con ese 'Si'. Maya tuvo que apartar sus ojos de los de él nerviosa, notando como unos gusanos comenzaban a nacer en su estómago y miró al armario donde se encontraba el azúcar— Ahí

— Pues —Karchez se separó dejando aire a través de sus cuerpos haciendo que Maya suspirase disimuladamente.— Va usted a presenciar al mejor chef del mundo, por favor  siéntese

Maya se sentó con una sonrisa en uno de los taburetes de la isla para admirarlo. Karchez tuvo que alejar los pensamientos de su cabeza porque, le había empezado a atraer la castaña y eso era algo imposible. Algo que no debería sentir, ella era Maya Urbi y jamás se fijaría en el.

Eres todo lo que esta bien [Karchez]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt