Capitulo treinta y cuatro

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El frío gélido chocó contra mi cara y por inercia expiré aire solamente por la diversión que me causaba expulsar vaho. Carraspee ya que mi garganta se había secado. Hacía mucho frío, Noviembre apenas comenzaba. Me abrace a mí misma buscando calor en mi propio cuerpo, arremetiendo contra mi el pijama de pelo que llevaba. Quizás haber salido de la cama no había sido tan buena idea. Tenía la sensación de ahogo aún en mi garganta. Como si alguien presionase con ambas manos mi garganta buscando una manera sutil de asfixiarme.

Sorbí la nariz desviando mi mirada hacía el jardín, mientras me apoyaba en la barandilla metálica que adornaba el balcón de mi habitación. El viento ligero pero muy frío rozaba mi cara con parsimonia y movía distraídamente algunos mechones rebeldes de mi pelo que no habían sido recogidos en el moño improvisado que me había hecho antes de dormir. Y respiré. Respiré el olor de la noche, del silencio.

Podía apreciar como humo blanco salía de algunas casas por el techo afirmando que ya estaban puestas algunas chimeneas. ¿No tenían miedo? El fuego era horrible si se esparcía y mas aún si te pillaba dormido. Mama siempre apagaba las velas antes de dormir al igual que la calefacción o cualquier cosas que pudiese incendiar la casa.

Me recosté en la silla cerrando los ojos buscando paz mental, me gustaba la sensación de sentir frio. Suspiré intentando aclarar todo en mi cabeza, porque no estaba siendo una buena semana. El mensaje que había encontrado dos días atrás en el móvil de Karchez no me había hecho ninguna gracia. El Lunes siguiente a la comida en casas de su padre le llegó un mensaje de una tal Berta, el estaba duchándose y yo en el salón. Solo me asome para ver que había sido esa notificación. Susana despejó mis dudas cuando al día siguiente fui a tomar un café con ella y me aviso de que se trataba de su ex. ¿Por qué Karchez no me había hablado de ella?

No me atreví a leer el mensaje, no tuve el valor de ni si quiera ver si habían estado hablando durante todo esto tiempo. Ni siquiera tuve el valor de decirle nada, de preguntarle algo. No pude, me sentía sin derecho a reclamarle nada. ¿Porque? Era mas que obvio que éramos pareja. Me sentí invasora de su privacidad y decidí esperar.

Ojala fuese esa la peor parte de la semana.

El Martes, justo después del café con Susana fui al médico. Las noticias no fueron buenas. Oh no lo fueron. Me habían detectado cáncer de páncreas.

Cáncer. De. Páncreas.

Suena fuerte ¿verdad?

Para mi buena suerte, había sido detectado con "tiempo" y de momento no tendría que tomar quimioterapia. Esa idea me aterró. Me sentí devastada. Me harían un seguimiento de cerca pero habría que operar para extraer el tumor. Que heavy ¿verdad?

La reacción de todo el mundo fue nula porque aún no había dicho nada. Me negaba a admitir que eso me estuviese ocurriendo a mí. Solo avise de que efectivamente había sido una gastroenteritis y los moratones y los mareos habían sido porque mi anemia se encontraba muy baja.

Sabía que lo tenía que decir. Lo sabía. Ocultarlo no serviría de nada.

Pero no podía evitar imaginarme el rostro congelado de Cristina cuando se lo dijese. Ella no pudo vivir como era un cáncer a como yo lo viví con mi madre. Ella no lo sabía. Pero si sabía que te consumía. Te hacía mierda y te destrozaba. Yo también lo sabía, yo era consciente.

Llevaba dos días sin poder dormir. Dos días. Comiendo poco y durmiendo nada. Además me había vuelto mas distante con Carlos. Intentaba evitarlo, pero sabía que el me miraría a los ojos y sabría que algo estaba mal. El lo sabría.

De todas maneras, no tardaría mucho en decirlo. La operación sería en breves y no podía decir que me iba de vacaciones unos días, o sí. Negué con media sonrisa. Aquello era una locura, sabía lo que era pasar una enfermedad sola. Mama lo hizo y esa fue la peor decisión que pudo tomar.

Eres todo lo que esta bien [Karchez]Where stories live. Discover now