Capitulo treinta y cinco

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— Creo que jamás he probado una pasta tan buena —Maya masticó saboreando los raviolis que se paseaban por su paladar

— Siempre dices lo mismo —Karchez negó sonriente y ella le sonrió con sus labios cerrados

— Siempre me traes a buenos sitios a comer

— A este siempre me traía mi padre —Karchez asintió mientras enroscaba en su tenedor los espaguetis. Elevó su mirada para observar a Maya fijamente.

— ¿Pasa algo? —La castaña tocó rápidamente su boca pensando que se había manchado y el negó sonriente.

— ¿No conociste a tu padre? —Maya suspiró delicada y negó.

— No se quién es

— ¿Nunca has tenido ganas de saber quien es? —Karchez se interesó mientras masticaba y Maya se encogió de hombros

— Es que siempre hemos sido nosotras tres, realmente no nos hacía falta nadie. Es decir, siempre he querido saber quien era mi padre y porque decidió no hacerse cargo de mi —Karchez asintió— Pero nunca he preguntado por el, tenía miedo de incomodar a mi madre

— ¿Y tu hermana?

— ¿Qué pasa con mi hermana?

— Ella debió conocerlo ¿no? —Karchez dejó su tenedor en el plato y Maya giró la cabeza— Ella ya era mayor cuando tu naciste

— Bueno ella tenía siete años, no se si se acordará —Maya giró sus labios.

Cierto era, que siempre había querido saber sobre su padre. ¿Quién era? ¿A que se dedicaba? ¿Cómo era? ¿Por que la abandono? ¿Por que no quiso saber nada de ella? ¿Realmente la abandono?

— ¿Y el padre de Cristina?

— Ya te hable de el ¿no? —Maya frunció el ceño

— Si, pero quizás compartís padre —sugirió el castaño y Maya negó divertida

— No creo la verdad, con Cristina mantuvo el contacto hasta que se murió mi madre y los apellidos de ambas son distintos —Maya se encogió de hombros.

— Es verdad, los apellidos...

— Si, mi madre es Urbiola por eso ambas nos apellidamos así. Pero el padre de Cristina es González y yo soy Martínez. —Maya explicó recordando los apellidos de ambas como si de verdad le hubiese costado.— Pero ambas somos Urbiola, es el apellido que nos une y con el que nos sentimos identificadas.

— Pero si tu madre te puso tu apellido paterno es que sabe quien es tu padre —Dedujo Karchez

— Supongo, sí —Maya se quedó pensando. ¿Por qué nunca se había replanteado eso?— Nunca lo había pensado. Mama nunca quería hablar de el y a mi no me importaba demasiado, supongo que sus razones tendría para no decirme nada sobre el.

— Quizás si —Karchez reflexiono para sus adentros y Maya volvió a retomar su comida.— Este fin de semana mis padres han organizado una pequeña fiesta con algunos amigos suyos en mi casa. ¿Te apetece ir?

— Claro —Maya asintió con una sonrisa.

Dejó el tenedor en su plato cuando se acordó de que podía sacar dos temas de conversación. Uno realmente doloroso y otro que no creía que incomodase a su pareja. Repiqueteo con sus dedos sobre la mesa dudando en si contarle que dentro de poco tendrían que operarla para evitar su muerte. Quería decírselo, sabía que Karchez la ayudaría en todo. La cuidaría y se mantendría con ella, pero quizás no era el momento.

— ¿Estas bien? —Karchez la hizo volver en si y ella sonrió

— Si, claro —Maya carraspeó, su garganta se había secado a causa de sus pensamientos y bebió un poco del agua de su copa.— Oye, que hay de esa tal Berta. ¿Qué paso con vosotros?

Eres todo lo que esta bien [Karchez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora