II

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Maldición... —murmuré algo fastidiado.

No solo había conocido a Yaemori el día de ayer, también, por alguna razón, ella se había tomado la confianza de nombrarme como su maestro, pero... Ella había enviado a su maestro a comprarle aperitivos y un videojuego...

No pensé que hacer streams consumieran tanto tiempo como para que ella no pudiese comprarse sus propios dulces o videojuegos...

Aunque tampoco era para tanto. Ella se había tomado la molestia de invitarme a comer de la pizza que había comprado e invitarme a pasar una tarde de videojuegos que no sabía que necesitaba.

Fue una buena tarde.

¿Cuánto sería el total? —pregunté por el precio total del videojuego.

No es que desconfiara de Yaemori, pero... era mejor asegurarme...

E-eh... —tartamudeó mientras se sonrojaba.

No entendí muy bien por qué la encargada se avergonzaba. Entendía que había cambiado mi forma de vestir un poco colorida a una mucho más balanceada, pero... no lo suficiente como para hacer suspirar a chicas desconocidas.

... Oh... Yaemori...

Con algo de vergüenza y miedo, volteé la tapa del videojuego que había comprado, encontrándome con cierto detalle que había pasado por alto cuando lo cogí de los estantes.

Un juego de citas hecha para un público ligeramente mayor.

Yaemori había enviado a su maestro a sacrificarse por un videojuego.

T-tenga... —dije dándole el dinero que marcaba la máquina— Quédese con el cambio... Gracias...

No tenía caso seguir avergonzándome por unos cuantos yenes. Mi economía era relativamente equilibrada. No tenía gastos extras que pudiesen hacerme trabajar mucho más, y eso era una muy buena razón para estudiar o invertir mi tiempo en mejores cosas.

Debería agradecerles a mis padres...

Aunque la relación con mi familia es un tanto especial... Mis padres hicieron lo que pudieron para encaminar la vida de su hijo a una buena vida... pero siento que se rindieron o simplemente me dejaron en libertad en cierto punto. Y mi abuela, quien no se cortaba con sus formas de hablarme o apoyarme, un apoyo extraño debería decir... Bueno, mi abuela... quería tener a una nieta muy pronto... y por nieta me refiero a mi esposa... es decir, quería que le presentase a una novia.

Ella se preocupaba a su manera...

¿Ah? —murmuré al sentir vibrar mi móvil— Esa Yaemori me las va a pagar...

Creyendo que se trataba de Yaemori, saqué mi móvil, contesté y me lo llevé cerca de mi oído.

Oye, por qué no me dijis–

Kazuya. —habló la voz de mi padre, sorprendiéndome al instante— Tu abuela ha sufrido una descompensación. Ven rápido al hospital.

Sí... —afirmé aún en shock.

Mirando mi móvil y guardándolo a los pocos segundos. Volví a caer en cuenta de lo que sucedía con mi abuela.

Y mientras corría hacia el hospital, pensaba en lo mal nieto que había sido.

Abuela... aún no... aún no te presento a una novia... Aún no...

Estaba sorprendido y a la vez nervioso de llegar al hospital. No quería darme con una noticia desgarradora en estos momentos.

Comparar un rompimiento de un mes con una novia, no se comparaba en lo absoluto a perder a mi abuela.

Un cambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora