III

2.3K 193 118
                                    

Ow... —se quejó una chica al chocar conmigo.

Lo siento. —me disculpé rápidamente— ¡Oh! Nanami-san...

Sí. De todas las personas con las cuales pude haber chocado tuvo que ser mi exnovia de cabellos rubios, Nanami Mami.

Kazu-kun... Discúlpame, no presté atención...

N-no te preocupes. Yo también tengo la culpa.

Dejando eso de lado... ¿por qué me llamas por mi apellido? —preguntó pareciendo estar triste.

Ah... es que... Pensé que sería algo incómodo... ya sabes... —expliqué nervioso.

Me había dejado por alguien mejor que yo. Mínimamente le guardaría un poco de respeto por hacerme saber de su decisión y no haberme aplicado el netorare.

No te preocupes por eso, Kazu-kun. Siempre te tendré un lugar guardado en mi corazón, y yo espero también tenerlo en el tuyo.

¡Qué manera de jugar con los corazones de otros!

Sí... Mami-chan. —le respondí algo inseguro.

Bien. Entonces nos vemos. —se despidió yéndose con sus amigas.

Claro, hasta luego.

Si este encuentro se daba hace unos cuantos días... tal vez nunca hubiese podido volver a cambiar...

O tal vez exagero. Bueno, lo que no pasó no debería importarme... creo...

¡Hey! —dijo atrapándome con su antebrazo en el cuello— ¿Rompiste tu récord ayer?

¿Récord? ¿De qué hablas?

No sabía que tenía un récord que romper... Kibe acaso se refería a... Claro... ¿A que más se iba a referir sino?

Ya sabes... De la enemiga del sueño... —bromeó.

Ya dije que no hago nada de eso. —me quejé.

Por cierto. —cambió de tema Kuri— Mami-chan y tu conversaron hace unos segundos... ¿Ocurrió algo?

¿Ah? ¿Eso? Pues... no ocurrió nada. Solo nos saludamos y quedamos como amigos.

Que madurez. —dijeron al unísono— Pensé que estarías llorando y revolcándote en el suelo.

No... Además, estoy ocupado en otras cosas...

¿Con manuela? —insistió el pesado de mi amigo.

¡Deja de hablar así!

Por supuesto que no hablaba de eso. Hablaba de buscar un trabajo para generar mucho más dinero. Quería comprarme muchas cosas ahora que veía mi departamento tan poco arreglado y desamueblado.

Además, quería una consola de videojuegos... Sí... Yaemori había logrado esparcir sus raíces hasta mí... siento que he perdido una batalla que tal vez no podía ganar...

Pero no podía quejarme. Hablar con alguien como Yaemori era de cierta forma entretenido y hasta divertido. Además, solía invitarme dulces, así que estaba bien.

Caminé feliz de la vida hacia mi departamento, sin ponerle atención a ninguna clase de detalle, no es que quisiera que un camión me llevara a un isekai, pero a ese tipo de detalles si le ponía atención. El semáforo en verde, vigilar que no haya ningún auto fuera de control, y que no sonara música de suspenso, todo lo normal para cruzar una calle.

Un cambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora