Un cambio

VIII

—Eso fue muy cansado... —suspiré para luego sonreír.

Luego de tratar de motivarme con una pared que poco o nada tenía que ver conmigo... logré sentirme un poco mejor conmigo mismo...

—¿Oh? Chizuru, ¿Qué ocurre? —pregunté mientras ella caminaba hacia mí.

Ella parecía rígida y levemente avergonzada. Algo había ocurrido.

... ¿Y Yaemori?

—Ella lo sabe... —murmuró.

—¿Eh?

—Ella dijo que yo me alquilo... Así que ella lo sabe... —aclaró resoplando.

—¿Ella? ¿A quién te refieres?

—Ruka-chan. Ella me lo dijo en el baño.

—¿Y qué vas a hacer?

—La verdad es que no lo sé. Ella me lo dijo de la nada.

—¿En serio no sabes qué hacer?

—Fue muy repentino. Por eso te lo estoy diciendo...

—Lo negaste, ¿verdad?

—Lo negué sutilmente.

—Si ella se le ocurre contarle a Kuribayashi... toda la universidad se enterará...

Me pregunto si Kuri le contará a todo Japón... uhmm... creo que sí...

—¡Lo sé! Esto se volvió un gran problema...

—Pero... creo saber algo de ella... —murmuré.

—Yo también. No estoy muy segura si ella le contará de esto a Kuribayashi, por qué yo también sé algo de ella. Pero no soy una mala persona. No haré nada.

—C-chizuru...

—¿Eh? ¿Qué?

—¡Eres una buena persona!

A pesar de encontrarse en una situación complicada para toda su vida. Chizuru había sonreído al ver mi reacción al ver su alma tan pura.

Pero igualmente... Ver a Ruka-chan hablar con Kuri era me ponía los nervios a cien por hora... Ella era como una bomba nuclear a punto de estallar para Chizuru...

Ella podía perder toda la vida que había construido con tanto esfuerzo...

Pero lo más importante... ¡¿Quién demonios es ella?!

¿En serio ella sería capaz de decirle a Kuribayashi?

—¿No encontraste a Yaemori por ahí?

—N-no...

¿Uhm? Ella parecía dudar de su respuesta. Algo había ocurrido con Yaemori.

—Ruka-chan, parece que hace poco malentendiste algo... —alzó la voz de forma amistosa.

Ella se había adelantado por completo. Chizuru quería arreglar el problema hoy mismo.

—Esta no fue una cita... Te digo que, Kazuya y yo... solo somos unos buenos amigos, y no nada de lo que dijiste.

¿Friendzone? Bueno... no me podía quejar, es más, no lo hacía. Solo... que era muy repentino...

—No lo creo. Con todo lo que he visto y sé. Ustedes parecen ser otra cosa.

—No es lo que crees. —intervine.