Capítulo 5: La Ducha

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Andrés y yo seguimos practicando por unas horas más hasta que yo logré superar su marca de tiempo por algunos segundos. Ya estaba lista para esa carrera, y creo, que tenía oportunidad de ganar, o al menos, quedar entre los primeros.

Terminé de dar la última vuelta en la pista y me paré junto a Andrés recuperando el aliento.

—¡Estuviste increíble! —Andrés se mordió el labio y me dio cinco.

—Jamás pudiera hacer esto en mi cuerpo. Me gustó cómo se siente. —Sonreí con la respiración agitada.

—Hay muchas cosas las cuáles puedes hacer con mi cuerpo. —Me dio esa mirada pícara que te hace derretir en un segundo.

Me paro derecha recomponiéndome de la fatiga.

—¿A sí? ¿Cómo cuáles? —Le miro esperando una respuesta.

Andrés, suelta una risa picarona mientras mira al suelo y lame su labio inferior. Éste, da media vuelta y comienza a caminar hacia el estacionamiento.

Yo, sonrío de medio lado comenzando a seguirle hacia el auto.

Al entrar a auto, Andrés lo enciende y sube la música a todo volumen. Música electrónica comienza a tocar en la radio.

Éste, me mira con esa sonrisa en sus labios poniendo en marcha el auto.

De camino a su casa, no hablamos nada, solo escuchamos la música, la cuál, para mis gustos, estaba demasiado fuerte. ¡Mis pobres oídos!

Cuando ya estábamos por llegar a la casa de Andrés, éste, baja el volumen de la música y aparca frente a la casa.

—No hagas ruido al entrar, lo último que quiero es que mi madre me vea entrar una chica a mi habitación. —Su expresión era seria. En realidad, éste no quería que su madre se enterase que una chica dormiría en el cuarto de Andrés.

Andrés, abrió la puerta de su casa muy despacio sin hacer demasiado ruido. La sala y la cocina estaban en completa oscuridad, ya la madre de Andrés debía estar dormida.

Subimos las escaleras con mucha cautela hasta llegar a su habitación. Cerramos la puerta tras nosotros al entrar.

Andrés, soltó un gran suspiro.

Me senté sobre su cama mientras veía a Andrés rebuscar en sus cajones.

—Puedes buscar ropa para que te bañes en estos cajones. —Señaló.

—¿Qué te pondrás tú? Olvidé por completo ir a mi casa para buscar algunos cambios de ropa. —No tenemos ropa de chica, por lo que no sé qué Andrés le pondría a mi cuerpo.

Éste, caminó hacia su armario y sacó una caja de cartón. Me la colocó a mi lado sobre la cama.

—Escoge algo que te guste de ahí. —Dio media vuelta y caminó hacia el baño.

Al abrir la caja, puedo ver ropa de mujer bien doblada. ¿Qué hacía Andrés con ropa de mujer en su habitación? El dijo que nunca había traído a alguna chica a su casa. No lo entiendo.

Acaso, ¿será ése tipo de chicos pervertidos que se quedan con una prenda de las chicas con las cuáles tienen relaciones íntimas?

Escuché cómo Andrés encendía la ducha, en tanto, yo observaba la ropa con coraje.

Habían camisas, pantalones y hasta... ¿tangas?

Cerré la caja de mala gana. Andrés salió en ropa interior del baño.

—¿Escogiste algo? ¿Te gustó alguna prenda? —Me miró serio.

—¡No, no me gusto nada! ¿De dónde sacaste ésta ropa Andrés? ¿Acaso le quieres poner a mí cuerpo ropa de alguna chica cualquiera? —Tomé las tangas de la caja. —¡No pondrás mi trasero en éstas tangas que sabe dios que zorra que te has cojido se las puso! —Le miré furiosa.

Cambio de Cuerpo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora