Capítulo 00

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"Cacería de Luna Llena"

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"Un copo de nieve no se puede perder en la tormenta, y sin embargo yo lo hice, me perdí en ella, me extravié, y estuvo bien, porque al final del día era lo que necesitaba para volver a encontrarme. La tormenta me hizo vagar, y también fue quien me salvó, así que, por eso, esto es para ella, por ser el invierno que cubre mi primavera."

***


  Un aullido lejano era todo lo que perturbaba el perfecto silencio que quería reinar a su alrededor.

Allí, aparte de la tinaja de vino a su lado y la red que la envolvía, dándole apenas espacio para poder moverse, no había nada ni nadie más.

La negra noche comenzaba a dar paso al amanecer, aunque los matices claros eran poco perceptibles en el basto cielo, como ligeras pinceladas en medio de un cuadro que era todo oscuridad punteada de blanco.

Su cuerpo estaba recargado en un tronco, descansaba, cumplió con su parte del trato, fue y eso era todo lo que necesitaba hacer. Muchos quizá la señalarían al finalizar aquella cacería, algunos incluso se burlarían a sus espaldas porque "no consiguió atrapar nada", y, en su lugar, fue atrapada al menos unas cincuenta veces por redes baratas.

Desde luego que nada de eso le importaba, solo estaba presente para limpiar algo que comenzaba a contaminarse por su culpa, fuera de eso no tenía otro motivo. No le interesaba conseguir una presa, tampoco le interesaba intentarlo o jugar un rato, lo único bueno eran las dichosas trampas, en las que cayó a propósito porque el cebo era vino de la mejor calidad.

—Quién hubiera pensado, que la gran Lan-Sui estaría bebiendo durante una cacería de luna llena en vez de pavonearse por todos lados, jactándose de sus tan buenas habilidades en el combate o la caza.

Lan-Sui casi se atraganta con el vino, de no ser porque tenía un buen autocontrol de sus facciones no hubiera podido disimular con tanta perfección.

Obligó a su garganta a tragar el alcohol que casi escupe, luego, con la mayor tranquilidad que pudo, como si aquellas palabras no la hubieran descolocado, bajó la tinaja y centró su mirada en la nueva presencia que ahora estaba frente a ella.

Sus orejas se movieron ligeramente, como si tuvieran un tic, su cola se sacudió para luego mecerse de manera tranquila, juguetona.

Se suponía que sus sentidos eran superiores a los de los mortales, y, por ende, en ese momento tenía una terrible curiosidad por saber cómo era que aquella humana se pudo acercar con tanto sigilo sin llamar su atención.

—Princesa Miko...

—Solo Miko.

La joven parada frente a Lan-Sui era, por mucho, más pequeña que ella, tanto en edad como en estatura, llevándole como ventaja alrededor de diez u once centímetros y al menos un milenio de años. No tenía rasgos superficiales distintivos, más allá del par de ojos color azul eléctrico que la miraban, juzgándola.

Durante toda su vida Lan-Sui recibió múltiples miradas, de amor, de afecto, de odio, de desprecio, entre muchas más, y gracias a eso ya podía saber que era lo que una persona pensaba únicamente con su mirada, y la princesa delante de ella la juzgaba.

Un recuerdo similar le vino a la mente, lo disipó de inmediato.

Fantasear era peligroso, en especial si el corazón estaba involucrado.

Miko se aclaró la garganta como si quisiera hablar, pero antes de tener oportunidad Lan-Sui se adelantó.

Tenía tiempo que con el único clan con el que no quería volver a tener un vínculo más allá del amistoso era con el de las brujas, si podía evitar una charla extendida lo haría, y si no... Ya vería como arreglárselas.

—Bien, Miko. Por favor no se moleste en ser cortés y detenerse conmigo, si me he interpuesto en su camino me disculpo. — Lan-Sui inclinó la cabeza queriendo mostrarse amable, lo que resultó una burla a ojos de Miko. —Puede proseguir. Como ya ve, no tengo interés en esta cacería, y, por ende, no haré nada para interferir, no hay de qué preocuparse.

En aquella isla llena de distintos ecosistemas naturales uno nunca sabía con que llegaría a toparse, y más aún en medio de la noche, por esto Lan-Sui creyó que el hecho de que la princesa apareciera frente a ella no era más que un accidente, sin embargo, las palabras que dijo como respuesta por poco provocan que de nuevo se ahogara.

Dos veces.

Eso era un récord que debería de anotar más tarde.

Por primera vez en años, alguien había logrado descolocarla dos veces en una misma noche, y además seguidas.

Intentando ocultar su sorpresa Lan-Sui se giró de nuevo hacía Miko.

—¡¿Cómo?! Repítelo de nuevo, vamos, no creo haber escuchado bien.

—He dicho... — Miko se ajustó la coleta alta que estaba al borde de soltarse, una vez su cabello quedó bien sujeto prosiguió. —Que no se ha interpuesto en mi camino, de hecho, es un alivio finalmente encontrarla. Princesa Lan-Sui, la he estado buscando durante toda la maldita noche.

Bien, que alguien la buscara no era novedad, pero para la mala fama que Lan-Sui se cargaba, eran pocos los que la buscaban para algo bueno, y menos aún una princesa.

La curiosidad y la sorpresa seguían bailando en el interior de Lan-Sui, pero por fuera permanecía impasible, calmada.

Juguetona, volvió a recostarse sobre el tronco y sonrió.

—¿A sí? Y si se me permite preguntar, ¿para qué era que su alteza Miko me buscaba con tanto desespero?

Las manos de Miko se aferraron con más fuerza al mango de sus cuchillos que cargaba atados a la cintura, sus mejillas se inflaron, un poco, apenas de manera perceptible, y su voz cambió al hablar, dejó de ser orgullosa a estar cargada de una seriedad que pocas veces Lan-Sui presenciaba en algún mortal.

—Un trato. —volvió a mirarla, el azul y el morado conectaron. —Quiero hacer un trato contigo.

The princess and the demon witchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora