Capítulo 26

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"Hay lazos que unen más fuerte que el destino."

Rinlu

Miko estuvo vagando en la oscuridad y la niebla hasta que un brusco jalón la condujo devuelta a un frío invierno, blanco y solitario.

Sintió la presión cálida de la carne en una parte de su cuerpo, de su rostro; de poco en poco recuperó la noción del espacio, de lo que era y de la sensación de poseer de nuevo cada parte de su ser. Con su conciencia llegó también el dolor, no en pequeños dejes como le hubiera gustado, sino como avalanchas que caían despiadadas, sin clemencia por todos lados.

Creyó que despertar en el cielo o en el purgatorio sería una sensación agradable, pero se equivocó por completo. Primero sus pulmones carecían de aire, su boca rebozaba de un sabor extraño, un líquido se vertía dentro, expandiendo esa sazón a metal.

Abrió los ojos al comprender que era aquella sustancia que seguía ingresando a su cuerpo, pero se arrepintió de inmediato por tal acción. Incluso muerta no llegaba a librarse de Lan-Sui, deseaba golpearla, apartarla y gritarle que la dejara descansar en paz o sufrir en agonía, sola.

Pero entonces reaccionó por segunda vez, Lan-Sui no había notado que despertó porque se mantenía ocupada besándola. Miko se paralizó, era una sensación extraña tener los labios de alguien más apresando los suyos con tanta delicadeza.

Lan-Sui le había robado su primer beso, Miko se sintió agraviada y lo único que pudo hacer para desquitarse fue morder. Lan-Sui gruñó contra su boca e intentó separarse, Miko no pensaba ceder, no quiso ceder, pero la falta de aire terminó salvando el labio de Lan-Sui de su feroz agarre.

Estaba ofendida, Miko se sentía molesta con el cielo y el infierno por no permitirle librarse de Lan-Sui ni siquiera en el más allá. A lo lejos escuchó su voz, no entendió lo que dijo, para cuando deseó reabrir los ojos sus párpados se volvieron tan pesados como plomo, y volvió a caer rendida, entregándose a los brazos abiertos del sueño.


***


La segunda vez que despertó ya no quedaba rastro de sangre en su boca, el peso sobre sus labios había desaparecido y la única presencia que la acompañaba hacía vela en la distancia, parada tan recta, que, de solo verla daba dolor. Miraba a la luna en creciente, serena como un junco plantado sobre un caudal vigoroso, con las manos cruzadas detrás de la espalda y los sentidos alerta a pesar de que el peligro era nulo.

—La luna está hermosa esta noche.

Embelesada por la paz que emitía aquella pintura real delante de ella, Miko asintió, demasiado cansada para responder con palabras.

—Deberías volver a dormir, tu cuerpo necesita reposo. Es lo que dijo la doctora.

De nuevo no respondió, Lan-Sui creyó que le hizo caso hasta que una voz cansada, ronca, se escuchó como un murmullo lejano.

—¿Y tú?

—Estoy bien, además, no podría dormir por mucho que lo intentara.

—¿Estoy muerta?

Lan-Sui sonrió un poco, las comisuras de sus labios a penas y alcanzaron a curvearse, la llama de la diversión bailó en lo profundo de sus ojos plagados de sombras, pero fue un instante demasiado corto, demasiado breve.

—Incluso si lo estuvieras encontraría la forma de traerte de regreso.

—¿No es eso lo que hiciste?

The princess and the demon witchWhere stories live. Discover now