Capítulo 22

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"La paz es difícil de conseguir, imposible de mantener y demasiado fácil de romper."

Dalial

—¿De nuevo castigada?

Lan-Sui ingresó a la sala de castigos y se acercó a Miko, al colocarse a su lado la joven recargó su cabeza en la pierna ajena, Lan-Sui le sonrió, acarició su cabello y le dio dos toquecitos.

—¿Qué fue esta vez? Solo me fui un día, y mira, al regresar, lo primero que encuentro es a una Miko regañada y en penitencia.

Sin ganas de hablar, Miko se mantuvo callada, disfrutando del toque suave de aquellos dedos jugando con su cabello.

—¿Miko?

—Dalial está de muy mal humor.

—¿Rompieron algo? ¿O quemaron de nuevo la cocina? Aunque no debería de haberte castigado por eso, he hablado con ella y tiene prohibido volver a...

—Katana. —Miko envolvió sus dedos en la tela de sus túnicas. — Me castigó porque pregunté la razón detrás de las ocho colas de Katana a pesar de que es de tu edad.

Los movimientos de Lan-Sui se detuvieron, continuó después de soltar un suspiro.

—¿Qué haré contigo y con tu curiosidad?

Miko alzó la mirada, atreviéndose por fin a encontrarse con esos ojos que llevaban rato puestos sola, y únicamente en ella.

—¿Tan malo es?

—Es como preguntarte porqué tienes cicatrices en tus brazos, o preguntar por la edad de una dama a los mortales. Inapropiado, descortés, y hasta cierto punto, grosero.

El rostro de Miko perdió color al escuchar eso, inconscientemente sus manos se aferraron a las vendas y el brazalete de cuero que cubrían sus dos brazos, buscando esconderlos entre las túnicas propias y ajenas. Lan-Sui se rio al ser testigo de su comportamiento.

—Lo siento mucho, no tenía idea de eso. —Se disculpó Miko volviendo a bajar la cabeza.

—Tranquila, a Katana nunca le ha importado. Para ella es como un orgullo, pero Dalial es diferente. Si tienes curiosidad pregúntame a mí, si es algo que sé te lo responderé.

—¿Aunque sea inadecuado?

—Aunque sea inadecuado. Prefiero que lo sepas a que quedes en la ignorancia e imagines cosas fuera de contexto.

—¿Entonces?

Lan-Sui estiró su ropa y se sentó, cuidando de que las túnicas no se arrugaran demasiado. Miko se estremeció al sentir un aire frío recorrer el salón, la temperatura descendía más cuando Lan-Sui estaba cerca, y, aunque ya estaba acostumbrada, el repentino cambio aún le causaba escalofríos.

—Katana fue la primera en nacer en la familia de mi tío, pero él quería un varón, así que se molestó con su esposa y con su hija cuando esta última nació. La madre de Katana la odió por arruinar su relación con su esposo, y mi tío no era diferente, siempre la trató como a una sirvienta, golpeándola cuando mi padre no veía y obligándola a servir como ayudante en su propia fracción del castillo. Al nacer Zhan, Katana quedó desplazada, los abusos se calmaron un tiempo. Pero mi tío no cambió. Mi padre no lo condenaba porque, creo que, en el fondo, aún tenía la esperanza de que su hermano cambiara. Katana vivió más de ochocientos años con esa familia, aunque se alejó cuando ambas tuvimos edad suficiente y pude arrastrarla a mi lado del castillo. Hace unos cincuenta años, con la desaparición de mi padre y el ascenso de la primera dama, hubo caos y mi tío lo aprovechó para crear problemas, tomó a Katana como su concubina, la primera dama se opuso, pero antes de que pudiera hacer algo mis dos tíos fueron asesinados. Katana los mató.

The princess and the demon witchWhere stories live. Discover now