Capítulo 02 (Presente)

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"Se dice que uno nunca debe de pronunciar en voz alta aquello que más quiere o anhela, de lo contrario jamás podrá cumplirse. Si yo hubiera sabido esto antes de gritarlo a los cuatro vientos jamás lo habría hecho, jamás me habría arriesgado a perderte de tal modo. Es una verdadera lástima que no me enterase hasta que fue muy tarde, tres años tarde."

Lan-Sui

El pabellón blanco sin duda hacía honor a su nombre, tanto las casas como las ropas de los habitantes eran de un color puro, algunos tenían bordados en colores pastel, otros más en oro o plata, pero siempre, donde sea que uno mirase se toparía con blancura.

Cuando el grupo de cuatro llegó a la villa, fueron recibidos por varias miradas curiosas desde la distancia, al parecer no eran los únicos que se habían aventurado con ese destino en mente, desde antes que llegaran ya había varios grupos que arribaron, y detrás venían muchos más, todos atraídos por la noticia de la concubina que dio a luz al siguiente rey de oeste.

Lan-Sui miraba atenta cada detalle del lugar, desde la estructura de las casas, hasta el rostro de los habitantes. Algunos demonios le hacían una ligera reverencia al verla, parecían ser los únicos que la reconocían allí, la mayoría de habitantes, en cambio, la observaban con malos ojos, debido a que la vestimenta de Lan-Sui iba muy acorde con el lugar creían que estaban enfrente de una nueva competencia, desde luego no les gustaba esto, todos trabajaban muy duro para ganarse su lugar como para que alguien novata se los arrebatara.

Mientras más se adentraban, más eran las miradas de desprecio que eran dirigidas a Lan-Sui; no solo iba vestida con telas de la mejor calidad, sino que era muy bella, todos los demonios siempre eran bellos, seductores, parecían dioses tallados. La piel de Lan-Sui era pálida, sus rasgos finos, afilados y simétricos, sin duda causaba envidia.

—La miran como si... —El mayor de los hombres chasqueó la lengua disgustado, en los últimos días que había pasado con Lan-Sui descubrió muchas cosas, entre ellas que el león no siempre es como lo pintan. Y, aunque antes le temía, ahora la admiraba, incluso podría decirse que comenzaba a agarrarle tantito cariño.

—Ignóralos. —Lan-Sui continuó avanzando, en ningún momento detuvo sus pasos, con porte elegante llegó hasta lo que parecía ser un templo, justo en el centro del pueblo.

Cuchicheos llegaron de todos lados al ver que el séquito de extraños se detenía delante de la mayor construcción del lugar, atraídos por la curiosidad, un pequeño grupo había tenido la osadía de acercarse para admirar de cerca las acciones de los forasteros, como si estos fueran actores en una obra que recién daba comienzo.

Los ojos de Lan-Sui dejaron de mirarlos a todos y se centraron en un punto en específico, la puerta que daba al interior del templo estaba bloqueada por un hombre que les daba la espalda, congelado en su lugar.

Resultaba que ese templo ya no era un lugar sagrado, con el tiempo había sido profanado por actos sexuales y usado como salón de orgías, en la actualidad, el rey de oeste mandó convertirlo en un pequeño palacio para la concubina que trajo a su hijo al mundo.

Nadie más que el rey, tenía acceso al interior, donde, entre divanes, sedas, joyas y perfumes estaba ella, esperándolo, siempre.

Una chispa de ira incendió los ojos de Lan-Sui al reconocer el embriagante aroma a durazno que provenía del templo, su mandíbula se contrajo y las empuñaduras de las dos espadas fueron apresadas.

Gruñó.

El trío a su lado se alarmó al verla tomar sus armas, en todo su viaje jamás las había usado y ahora que la veían sacarlas por primera vez no sabían que sentir con exactitud.

The princess and the demon witchWhere stories live. Discover now