Capítulo 24

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"Siempre me han gustado las aves, pero jamás me ha gustado enjaularlas"

Lan-Sui

Nadie sabía cómo es que había vuelto a ocurrir. De nuevo peleas constantes, gritos a casi toda hora, y un ambiente tenso entre ambas, más por parte de Miko.

Un desastre.

La mayoría creía ese matrimonio un caso perdido, otros incluso dejaron de darle importancia. Las peleas entre la princesa y su pareja se volvieron, de nuevo, un hecho recurrente y normal dentro de las paredes del castillo de la montaña. Lo asombroso no era verlas pelear, sino, quizá, podría ser verlas estar en paz.

—No entiendo cómo es que eres tan irracional. —Lan-Sui mantenía un tono sereno, neutro, aunque sus manos apretadas dentro de las mangas de su túnica podían revelar que estaba rayando el límite de su paciencia.

—¡Ja! ¡Irracional dices! ¡¿Irracional yo Lan-Sui?! Dime, ¡¿quién rayos es la maldita irracional entre nosotras eh?!

Hacía mucho que a Miko le había dejado de importar la forma y el tono con el que se dirigía a Lan-Sui, gritarle o no le daba igual.

—Si la quieres a ella está bien, corre, ve con Aries, métela en tu cama y haz con ella lo que quieras, después de todo a ella si vas a amarla por quien es, no solo por estar comparándola toco el tiempo con una general muerta.

—Miko, eso no es...

—Ahora vas a decirme que no es cierto, que lo que hay entre tú y Aries es solo una amistad. Luego harás lo mismo cuando me dejes de lado por las concubinas esas que te embriagaron la otra vez, me dirás que solo son nadie para ti cuando ya hayas metido a la cama a todas. Y como si eso fuera poco las metes a la misma cama que compartes conmigo.

Lágrimas chorreaban de los zafiros que Miko tenía por ojos. No se molestó en secarse, tampoco en ceder ante la actitud dolida que mostraba Lan-Sui en ese momento, orejas gachas, ojos rotos, opacados, cola quieta. Toda Lan-Sui se notaba destruida, Miko la había destruido, pero, por primera vez era algo que no le importaba.

Lan-Sui la destruyó primero.

Entre ambas se hicieron pedazos, la culpa no recaía sólo en sus hombros.

—¿Así es cómo me vez? —Lan-Sui se encogió al hablar, no quería escuchar la respuesta, pero Miko dejó de tenerle piedad días atrás.

—Sí. Así es como tú me hiciste verte.

—No me he acostado con ninguna.

—Mentirosa. —Miko se abrazó a sí misma. —¿Sabes qué? Creo que no merezco reprocharte nada, me ayudaste en la cacería a no terminar con él. ¿Pero, sabes? Ojalá ni lo hubieras hecho, preferiría haber capturado a alguien más, o que alguien más me capturase, ojalá no hubieras sido tú. De ese modo, de esa forma, no sufriría tanto como lo hago ahora.

—¿Te arrepientes? —Los ojos lastimados, siendo contenedores de lágrimas, la miraron.

—Sí. —Miko se paró firme, sin evitar el contacto visual y sin permitirse seguir huyendo de su compañera. —Me arrepiento.

—Entonces vete. —Lan-Sui se giró, dándole la espalda para impedir que Miko presenciara el comienzo de la lluvia desenfrenada y cálida que comenzaba a florecer en sus ojos, bañando su rostro. —Siempre me han gustado las aves Miko, pero jamás me ha gustado enjaularlas. Vete, eres libre, sino estás a gusto aquí ve a donde quieras, regresa a Amatista, regresa con tu familia. Será lo mejor para ti.

The princess and the demon witchWhere stories live. Discover now