Capítulo 23

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"No puedo entregar tan rápido mi corazón, pero tampoco puedo negarme a hacerlo."

Lan-Sui

Miko pasó la mitad del cuarto mes metida en un rincón del palacio, Lan-Sui le había dicho que esa ala le pertenecía, y por lo tanto, a Miko también.

Cuando la recorrió por primera vez le encantó tanto que no quiso cambiarle nada, la segunda vez que caminó por el lugar que comenzaba a ser muy familiar, encontró un pedazo abandonado, olvidado en medio de tanta elegancia.

Era un pabellón que conectaba con una de las terrazas ocultas e irregulares, que la montaña tenía, la vista era espectacular, estando casi en la cima, se veía todo el paisaje que se extendía fuera de la ciudad blanca.

Entonces se le ocurrió una idea.

Pidió ayuda y un poco de personal, después solo necesitó poner manos a la obra.

Se propuso cambiar ese lugar como un regalo para Lan-Sui. Sembró césped mágico, colocó musgo alrededor, y también cuarzos que mandó traer de su clan. Plantó un árbol de hojas blancas y frágiles, que caían como una cascada, sus flores eran azules, ese árbol era una planta bella y endémica de ese paisaje nevado.

Ordenó pintar y tallar diseños de bosques, pantanos y riveras en los pilares, cosió tapices con imágenes de ambas para colgarlos en las paredes vacías. Adoptó conejitos silvestres árticos y les construyó un hogar ahí, cavó agujeros y construyó estanques de aguas limpias, claras.

También diseñó una escultura de mármol, un perfecto zorro blanco, sentado, majestuoso, imponente; envolviendo entre sus patas a un conejito del mismo color.

—¡Quedó perfecto alteza! —Uno de los demonios femeninos que la ayudaron aplaudió entusiasmada. —¡Debe de mostrárselo a su alteza imperial, seguro la amará más!

—Aún no. —Miko barrió con una ráfaga suave, las hojas caídas sobre la mesa circular puesta a un lado. —Primero, limpiemos el lugar. ¡Lo tengo! —Miko salió corriendo. —¡Por favor preparen la mesa! ¡Se lo mostraré esta tarde! ¡Pero primero debo conseguir algo! —exclamó mientras se retiraba a toda velocidad.


***


Muchas mujeres sufrían demasiados cambios durante su embarazo, Dalial no era la excepción.

Miko arribó en su habitación de forma educada, la saludó y se acercó sin arrastrar los pies, caminando con la postura que ella le indicaba y sin tropezar. Rilu aguardaba junto a Dalial, confeccionando ropa para su futuro bebé, pero se detuvo al ver entrar a Miko.

Dalial vestía sus características túnicas negras, pero con un diseño más holgado para permitir el correcto desarrollo de su vientre y la vida en él. Tenía una mano abrazando su vientre y otra sosteniendo una copa de agua con pétalos de flores. Sonrío, sí, sonrío al ver a Miko entrar y le hizo un gesto para que tomara asiento en cualquier sitio que quisiera.

—¿Pasa algo?

Como si estuviera viviendo un sueño donde Dalial estuviera de buen humor, Miko divagó antes de volver en sí y apresurarse a asentir, como si tuviera prisa. Y de hecho así era, si Dalial volvía a ser la Dalial de siempre, seguro le gritaría antes de darle una respuesta adecuada.

—¿Sabes cuál es la comida favorita de Lan-Sui?

La copa de Dalial se detuvo cuando le iba a dar un sorbo, la apartó de sus labios y lo pensó.

The princess and the demon witchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora