ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 ℭ𝔲𝔞𝔱𝔯𝔬

360 43 5
                                    

Salí de la casa detrás de los pasos de Erick. El chico parecia estar corriendo una maratón con tal de que no lo atrapara, lo cual era algo muy gracioso ya que con sus cortos pasos rapidos y los míos lentos y grandes, ibamos casi a la misma velocidad.

—No vas a ir en mi motocicleta —advirtio—, si es por mi puedes correr al lado.

—Esta bien, si eso es lo que quieres.

—¿Tu nunca te ofendes? —pregunto volteandose—, eso es realmente frustrante.

—No —me encogí de hombros—, no le veo el caso a ofenderme para luego tener que desofenderme.

—Eso no tiene sentido.

—Para mi lo tiene. —aseguré.

Erick soló puso los ojos en blanco y siguio caminando hasta su motocicleta. Caminando hasta mi propio auto, me subi y esperé hasta que el moreno se trepo a su motocicleta y salió por el camino para poder seguirlo. Sabia exactamente donde quedaba la universidad pero no tenía mucha confianza en Erick, prefería no perderlo de vista.

Mi celular comenzó a sonar en mi bolsillo y lo saque, poniendo el manos libres antes de dejarlo sobre el tablero.

—¿Sigues vivo? —la voz de Christopher fluyo fuerte y clara desde el aparato.

—No me ha asesinado aun, supongo que eso es bueno.

—No te confíes, te sorprendera cuando menos te lo esperes. —sus palabras estaban teñidas de un tono macabro que me hizo reir.

—Vamos, Chris, no es para tanto —aseguré.

—¿A caso conocemos al mismo chico? —pregunto—. Porque la última vez que le dije "buenos días" al Erick Colón que yo conozco tuve que salvar mi cabeza de la taza voladora que avento hacia mi.

—¿En serio hizo eso? —eso me sorprendio bastante.

—Si, lo hizo —Chris suspiró—. Pero creo que ese día estaba algo intoxicado, Joey. Tienes que tener
cuidado, no eres la primer persona a la que contratan para cuidar el trasero del chico, tiene sus formas para conseguir lo que quiere.

—Lo describes como si fuera un demonio chupasangre —me queje—. No es más que un niño desorientado, es más, creo que es hasta dulce.

—Bien, De León, creo que oficialmente has perdido tu mente —afirmo—. Sabía que algun día pasaria pero nunca se esta bien preparado, llamaré a tus padres para informales que su unico y bonito niño se volvió jodidamente loco —exagero—. ¿¡Tu que mierda le ves de tierno a ese chiquillo del demonio!?

—Tiene bonitos ojos. —sonreí recordando los brillantes ojos llenos de ira. Eran bonitos, con gruesas y
arqueadas pestañas enmarcandolos y ese brillo dulce en el centro. Muy bonitos.

Observando por el parabrisas, me asegure de que Erick seguía a la vista mientras atravezabamos una
autopista.

—Tiene bonitos ojos —repitio Chris poniendo voz de idiota—. ¿En serio, Joel? ¿Eso es todo lo que
puedes decir?

—No, tengo otra cosa que puedo decir —asegure tomando el telefono y llevandolo a mi oido—. Vete
jodidamente a trabajar y dejame en paz, que suficiente tengo con aguantarte en mi vida cotidiana.

—Me amas, Joel, lo sé.

—Vete al diablo, Christopher.

Cortando la llamada, arroje el aparato al asiento del pasajero. Christopher algunas veces era demasiado
para cualquiera. Quería mucho al chico pero de vez en cuando lo único que quería era un descanso de
su personalidad electrizante. Sacudiendo la cabeza, me concentre en las luces rojas de la motocicleta de Erick mientras aceleraba por la carretera. La universidad aparecio en mi linea de vision poco despues, brillante e inmensa al lado de la universidad a la que yo mismo habia asistido. Erick estaciono su motocicleta y salto de ella, acomodando su mochila sobre su hombro. Bajando de mi auto seguí sus pasos por el lugar, extrañandome al ver que el chico no saludaba o siquiera miraba a nadie.

Dirigiendose directamente al centro de artes, Erick se metio dentro de un salón donde un hombre de edad avanzada agitaba unos pinceles frente a su rostro. El hombre me observo con curiosidad cuando revise donde se sentaba Erick.

—¿Puedo ayudarlo en algo, joven? —pregunto con voz cordial mientras caminaba hacia mi.

Le sonreí suavemente y pude escuchar un par de suspiros dentro de la clase pero no me detuve a mirar
de quien provenian.

—Disculpe, profesor, solo quería cerciorme de algo. —conteste con voz suave, intentando que solo él hombre frente a mi me escuchara. Tenía la impresion de que Erick cortaria mi cabeza mientras dormia si sus compañeros se llegaban a enterar de que tenia una niñera.

—Oh —musito el profesor, asintiendo lentamente—. Esta bien entonces.

Observando nuevamente sobre el hombro del pequeño hombre, observe como Erick tomaba asiento al fondo y ponia un lienzo sobre un caballete sin siquiera molestarse en mirar en mi dirección. Esta bien, el chico no iba a darme nada. Tendría que lidiar con ello.

Con una rápida despedida me volteé y busque un asiento en uno de los bancos enfilados fuera de los salones. Sentandome en uno de ellos, saque mi celular y comencé a juguetear con él. Erick no me dirigio la palabra cuando salio y no quise presionarlo tampoco. El día paso rápidamente, solo seguía al pequeño de clase en clase y me aseguraba de que no hablara con nadie sospechoso. Algo demasiado facil ya que al parecer el chiquillo no hablaba con nadie.

Al comienzo del tercer periodo fue cuando note un cambio en el chico. Se movia de forma nerviosa y sus uñas estaban comenzando a irritar la piel de su brazo cuanto más rascaba el mismo. Sus ojos oscuros iban de ida y vuelta por el pasillo antes de recaer en mi por unos segundos y volver a hacer el mismo movimiento.

Cuando la piel de su brazo se volvio de un rojo demasiado fuerte, no pude detenerme de acercarme y tomar su muñeca.

—Te lastimas. —advertí.

Erick parpadeo hacia mi con ojos desorientados. Su boca se abrio por un momento antes de pellizcar la piel de su antebrazo. Lo entendi sin palabras. El chico estaba teniendo una crisis de abstinencia. No podía creer que algo así me sucediera en mi primer dia de trabajo pero como decia papá debia enfrentar las cosas por más dificiles que parecieran.

—Ven. —rodeando su cintura con mi brazo, jalé al chico conmigo por el pasillo.

Erick se movio con nerviosismo y tuve que retener su brazo para que no se lastimara con los pellizcos que estaba propinandole a su propio brazo. Dirigiendome directamente a mi auto, lo subi al asiento del acompañante antes de correr alrededor del capó y subirme tras el volante. Erick comenzo a moverse nervioso en su asiento e intente conducir lo más rápido posible.

—¡Detente! —chilló Erick intentando desprenderse de su cinturon de seguridad—. ¡Detente ahora!

Hice lo que me pidio, llevando el auto hacia un lado de la carretera. Una vez el auto se detuvo, el pequeño abrio la puerta y se arrojo fuera. Miré con una fuerte dosis de horror como el ojiverde caía de rodillas sobre el cesped y comenzaba a vomitar sobre el pasto. Bajandome del automovil lo más rapido que pude, me apresuré hacia él, arrodillandome a su lado.

—Joder. —musito el chico mientras una nueva ronda de nauseas lo azotaba.

Extendí mi mano hacia él, sin estar muy seguro de que hacer. Recordando todas las veces que, estando enfermo, mamá cuido de mi comencé a pasar mi mano suavemente por su espalda. El cuerpo de Erick se estremecio un momento ante mi tacto pero luego de unos segundos se apoyo en mi mano, como si necesitara una guia.

Luego de unos minutos, los vómitos se detuvieron y Erick se irguió, limpiando su boca con el dorso de su mano. Mirándome con ojos brillantes vi con impotencia como las lagrimas corrian por sus mejillas. El niño estaba sufriendo por alguna razón y parecia algo bastante feo. Con esa simple mirada pude ver toda la fragilidad y dolor que se escondía tras la fachada de chico malo.

La mirada duro apenas unos segundos, un misero momento que paso demasiado rapido, antes de que
la mascara fría volviera a aparecer.

—No me toques. —gruño, poniendose de pie y caminando hasta el auto nuevamente.

Me quede de rodillas por unos minutos intentando detener mis ganas de abrazar al chico antes de
ponerme nuevamente de pie y caminar hasta el asiento del conductor.

༻°💜°༺

𝕭𝖗𝖆𝖛𝖊 Where stories live. Discover now