ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔇𝔦𝔢𝔷

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—Oh por dios —Nani corrió hacia nosotros mientras cargaba a un desmayado Erick en brazos. El chico había perdido la conciencia luego de su crisis, algo que no me extrañaba ya que con todos los sentimientos golpeándolo era seguro que su pequeño cuerpo no soportaría y buscaría una fácil salida. Desmayarse era la forma más fácil que encontraba nuestro cuerpo para librarse de las presiones, si no estas despierto no puedes pensar en lo que te hace mal—. ¿Qué sucedió?

La pequeña mujer miraba aturdida hacia el rostro del niño, sus ojos azules estaban empañados en preocupación como una madre por su hijo.

—Tuvo una crisis —murmuré observando el rostro del chico antes de mirarla a ella—. Lo llevaré a su habitación, ¿podrías llevarle un chocolate caliente? Lo va a necesitar cuando despierte.

Nani asintió rápidamente y se apresuro para comenzar a hacer la bebida. Mientras caminaba por las escaleras con Erick en brazos recordé todas esas veces, que estando enfermo, mamá me daba chocolate caliente para que mejorara. Sabia de sobra que no era un remedio real pero supuse que era lo mejor que podía hacer por él en ese momento. Erick necesitaba cariño y contención, no un montón de personas dándole ordenes.

No tenía ni puta idea de a que se refería con lo de su mamá. No sabía mucho del tema pero supuse que las cosas no estaban bien con esa parte de su familia. Zabdiel había evadido el tema cuando pregunte por sus familiares. Pero había algo seguro, ellos ocultaban algo y no estaba seguro de querer averiguar de que se trataba.

Erick abrió los ojos cuando lo dejé sobre su cama, el color verde brillante de los mismos estaba tan inundado en tristeza que mis piernas se aflojaron y caí sentado a su lado. Quitando el cabello mojado adherido a su rostro, acaricie suavemente su mejilla con la punta de mis dedos. Cerrando los ojos, el pelinegro se inclinó hacia la caricia con tranquilidad.

—¿Me dices que hago? —susurré con la voz entrecortada—. ¿Cómo puedo ayudarte, ojos bonitos?

No me contestó pero su mano temblorosa llego hasta la mía y me jaló suavemente. Entendiendo el mensaje, me deje caer a su lado en la cama y lo jalé hasta mi cuerpo, permitiendo que su cabeza descansara sobre mi hombro. Mis manos automáticamente comenzaron a frotar su espalda sintiendo la tela húmeda de su camisa pegada a su piel.

—Estamos mojados —susurré—. Debemos cambiarnos.

—Solo... unos minutos más. —pidió suavemente.

Sus finos y delicados dedos se enredaron en el escaso vello de mi pecho, enredándose en ellos antes de soltarlos y volver a hacerlo. Estaba tan concentrado en ello que ni siquiera levanto la mirada cuando Nani entro a la habitación con dos tazas humeantes en sus manos. La pequeña mujer se quedo congelada en la puerta con una expresión pura de shock en el rostro y sus ojos fijos en la posición de Erick.

Nani se sacudió un momento antes de entrar a la habitación con pasos ligeros y sin hacer ningún tipo de sonido brusco. Dándome una pequeña sonrisa, dejó las tazas sobre la mesa de luz y salió de la habitación sin decir nada. Suavizando el cabello de Erick lejos de su cuerpo, observe como su pequeño cuerpo temblaba sobre el mío. No estaba seguro de si era por el frío o por otra cosa pero no podía arriesgarme aquel el niño se enfermara.

—Vamos a cambiarnos, cariño. —susurré mientras me enderezaba y pasaba un brazo bajo sus piernas y otra por su espalda.

—No, no, no. —gimoteo con los ojos llenos de miedo.

—Hey, no me voy a ir, Erick —lo apreté contra mi pecho—. Solo nos cambiaremos, no me iré.

Erick suspiró suavemente mientras apoyaba su cabeza en mi hombro y se aferraba a mi cuerpo. Poniéndome de pie con cuidado, atravesé la habitación y me metí dentro del cuarto de baño contiguo. El baño, a diferencia de la habitación, estaba perfectamente ordenado. Dejando a Erick sentado sobre la mesa del lavabo me giré para abrir el agua y poder llenar la bañera. Una vez que logré la temperatura que quería, volví con Erick y toma los bordes de su camiseta.

𝕭𝖗𝖆𝖛𝖊 Where stories live. Discover now