ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔙𝔢𝔦𝔫𝔱𝔦𝔲𝔫𝔬

340 35 1
                                    

—Tu mamá es simpática. —comentó Erick mientras se sentaba con las piernas cruzadas al final de la cama, una galleta de chocolate a medio comer atrapada en sus dedos.

—Dices eso porque nos atrapó besándonos y no comentó nada. —me burle, haciendo referencia a lo que había sucedido hacia unos minutos.

—¿Tienes que recordármelo? Nunca había estado tan avergonzado en mi vida.

—Oh, estoy seguro de que el gran Erick Colon ha encontrado la manera de avergonzarse antes. — atrapando uno de sus pies, lo arrastre hasta el centro de la cama causando que cayera de espaldas. Una risita tonta escapó de sus labios mientras me arrastraba sobre él, mirándolo directamente a los ojos—. ¿Nunca hiciste nada realmente vergonzoso?

—Uhm... —sus ojos volaron lejos de mi, la galleta golpeando sobre su labio inferior mientras pensaba—. Hace unos años, cuando aun estaba experimentando. Besé a una chica y bueno, no salió muy bien.

Sus mejillas se incendiaron de un fuerte tono rojizo mientras intentaba mirar más allá de mi, sonreí—. ¿Qué sucedió?

—Yo... —apretó los labios, aclarándose la garganta—. Puede que yo haya vomitado un poco en mi boca.

—¡Oh por dios! Eso es asqueroso, Erick. —reí.

—¡No fue mi culpa! Estaba usando un labial con sabor a fresa —me miró seriamente—. Ella en verdad estaba usando esa cosa, estaba por todos lados y en exceso, y realmente odio el sabor de las fresas. ¡No pude evitarlo!

—Eso no le quita lo asqueroso.

—No, no lo hace. La pobre se sintió tan avergonzada que salió corriendo.

—¿Te das cuenta de que probablemente le arruinaste el autoestima a la inocente?

—Oh cielos —sus ojos se abrieron de par en par, mirándome—. Nunca había pensado en ello, tal vez hasta arruine sus siguientes relaciones. ¿Qué si por mi culpa no volvió a besar a ningún chico?

Reí entre dientes ante la autentica preocupación grabada en su rostro.

—¿Qué edad tenias?

—Catorce.

Simule pensarlo unos segundos antes de sacudir la cabeza—. No te preocupes, las chicas a esa edad se recuperan rápidamente.

—Eso espero. —suspiró, dándole una mordida a la galleta antes de mirarme—. ¿Y tu? ¿Has echo algo vergonzoso alguna vez?

—Muchas cosas —acepté, intentando recordar rápidamente una—. Cuando tenía catorce años, entré a la habitación de Harry sin tocar y lo atrape jugando consigo mismo.

—¿En serio? —asentí—. ¿Y que sucedió?

—Nada. —hice una mueca—. El muy puerco me dijo que si no iba a ayudarlo no tenia permitido mirar. Como si hubiese querido ver eso en primer lugar.

Erick soltó una carcajada cuando negué con la cabeza. Harry había sido un adolescente demasiado curioso y entusiasta para mi bien psicológico, el chico jamás le daba un segundo pensamiento a nada, lo que lo hacia nocivamente peligroso para cualquier ser humano que se atreviese a etiquetarse como amigo del rizado. Por desgracia y suerte había caído en ese diminuto grupo de personas.

—Me gustaría conocer a tu primo. —musitó—. Yo no tengo primos. No tengo familia además de Zabdiel.

—¿Qué sucedió con tu padre, pequeña flor?

Acariciando con un dedo la barba creciente en mi mejilla, vi como un velo negro de tristeza cubría sus ojos lentamente.

—Mi papá murió cuando era pequeño. —su dedo se deslizo hacia mis labios, sus ojos centrados en la tarea de delinearlos—. Mamá estaba muy triste, ella lo quería mucho. Habían estado juntos por mucho tiempo antes de que naciera y según tío Adam fui el complemento perfecto para su relación. Los hice más felices —me dio una sonrisa triste, su mirada en la mía por un segundo antes de que la apartarla—. En mi cumpleaños numero dos, papá quería comparar una bici para mi —soltó una risita aguada, sus ojos brillando de manera extraña—. Algo tonto ya que ni siquiera podía dar dos pasos sin caer sobre mi pañal. Pero él quería hacerlo, ¿sabes?

Me miró directamente y pude ver todas sus emociones mezclándose dentro de las orbes verde. La alegría ante el gesto, la emoción de un niño pequeño al recibir un regalo de tal magnitud, el cariño por su padre, la ilusión y la emoción más fuerte: la tristeza por no haber podido experimentar las anteriores de pequeño. Su voz era más ronca cuando siguió hablando, como si le costara hacerlo.

—Yo busque información en internet cuando estaba en la secundaria, ya que Zab no quería contarme lo que había sucedido. —una lagrima se deslizó por su cien hasta su cabello—. Había una tormenta muy grande ese día, perdió el control del automóvil mientras cruzaba un puente. Creen que se golpeo la cabeza y quedo inconsciente, él ni siquiera notó lo que sucedió. —sus manos se aferraron al frente de mi camiseta mientras más lagrimas acompañaban a la primera—. A veces me pregunto si él me hubiese aceptado por lo que soy o hubiese sido como mi mamá. Tal vez yo no sería tan malo si él no se hubiese ido.

Rodeándolo con mis brazos lo apreté contra mi cuerpo. Tenía la impresión de que tantos golpes habían afectado a Erick de una manera tan profunda que no sería capaz de ayudarlo, temía no poder hacerlo.

—Tu no eres malo, caramelo. —susurré contra su cabello—. Eres perfecto, Erick, no hay nada de malo en ti.

Su mirada llena de tristeza se encontró con la mía, su ceño fruncido de manera adorable—. ¿Entonces porque ella no me quiere, Joey? ¿Por qué no es como tu mamá?

—No lo sé, cariño, no tengo idea de porque no lo hace. —limpie su rostro con mi pulgar—. Pero te puedo asegurar una cosa. Es ella quien se esta perdiendo algo increíble, esta perdiendo la oportunidad de conocer la persona grandiosa en la que te convertiste.

—¿Es normal tener miedo todo el tiempo? —susurró.

—¿A que le temes?

—A todo. —sacudió la cabeza—. Tengo miedo de que tío Zabdi se harte de aguantar mi rabietas.

Temo no ser capaz de controlar mi adicción. Temo a que te vayas, que llegues a la misma conclusión que ella y te des cuenta de que no valgo la pena. Estoy aterrorizado de despertar un día y darme cuenta de que todo lo que ella me dijo es verdad. Que solo soy una abominación, un error que cometió y que no valgo nada.

Apreté los dientes, intentando contener la ira ante lo que la madre de Erick había hecho. ¿Cómo rayos una persona podía dañar tanto a su propio hijo? Contando hasta diez mentalmente, me concentré en lío tembloroso en mis brazos antes de que mis propios sentimientos me jugaran en contra. Ya arreglaría cuentas con la madre de Erick, eso era algo seguro.

—Escúchame bien, Erick. —enmarque su rostro con mis manos, evitando que alejara la mirada—. Tu tío jamás se hartará de ti, porque es tu familia y la familia es para siempre, en las buenas y en las malas, Zabdiel te adora a pesar de que a veces eres un dolor en el culo —le sonreí—. Tu no vas a volver a caer porque eres la persona más fuerte y valiente que he conocido en mucho tiempo y vas a superar esto. Tu no eres un error, ¿me oyes? Quiero que olvides todas las estupideces que tu madre te dijo porque no son ciertas — besé suavemente sus labios—. Y ten la seguridad de que mientras tu me quieras a tu lado, jamás me iré porque me enamoré de ti como un idiota desde el primer portazo que me diste. Te amo, Erick, por lo que eres ahora. Por ser un luchador, amo tus aristas, tus filos, hasta amo cuando te pones todo mañoso y me gritas o me ignoras. Amo cuando me sonríes, amo cuando lloras porque me demuestras que no eres ese chico de piedra que has intentando que los demás crean, amo todas y cada una de esas cosas. Te amo a ti. Y no me gusta verte triste por cosas como esta.

Erick se aferro a mi con todas sus fuerzas, las lagrimas cayendo por sus mejillas de manera descontrolada. Recostándome en las almohadas detrás de mi, acomodé al moreno entre mis brazos escuchando su llanto mientras descargaba toda su tristeza. Sus sollozos parecían estar rompiéndolo en pedazos pero mi niño se recuperaría, él siempre lo haría. Por eso me había enamorado de él, Erick siempre parecía recuperarse.

—Nunca amé a nadie antes, jamás permití que ninguna persona se acercara tanto a mi como tu —su voz fue perdiéndose en un suspiro, un hipido interrumpiendo sus palabra de vez en cuando—. Pero creo que yo también te amo, Joey. —cerró los ojos, acomodándose mejor contra mi cuerpo—. Si, lo hago.

Su respiración se acompasó y supe que había caído rendido ante el sueño. Besando su frente, cerré los ojos y me dormí con sus palabras resonando en mi cabeza. Todo estaría bien ahora, Erick me amaba.

༻°💜°༺

𝕭𝖗𝖆𝖛𝖊 Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang