ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔗𝔯𝔢𝔦𝔫𝔱𝔞 𝔶 𝔗𝔯𝔢𝔰

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❀Si ven algún error al describir a Erick lo comentan para corregirlo❀

-¿Estas listo para esto? -pregunté mientras me detenia frente al centro de recreación y me giraba para mirar a Erick, quien estaba aferrado tan fuertemente a su cinturon que temí que sus uñas se enterraran en el material.

-No. -susurró, sus ojos clavados en el edificio-. No quiero entrar ahí, Joel, no me gusta.

-Me lo prometiste, bebé -le recordé suavemente-. Solo será una hora. Richard me aseguro que ni siquiera debes hablar si no quieres.

Miró hacia mi, sus ojos desbordados de lagrimas-. No me hagas entrar ahí, Joel, por favor.

Desprendiendo mi cinturon, hice lo mismo con el suyo y lo tiré a mis brazos sintiendo su pequeño cuerpo temblar contra mi. Las lagrimas seguían rodando por mis mejillas, su labio inferior se deslizó fuera en un pequeño puchero. Odiaba verlo así, más cuando sabia porque era pero no iba a dar marcha atrás. Podia dar mi propia vida con tal de que Erick estuviese feliz pero jamás permitiria que se hiciera daño el mismo, e iba hacerselo si no entraba al edificio.

-Sabes que te amo, ¿verdad? -susurre en su oido cuando apoyo su cabeza en mi hombro. Asintió-. ¿Recuerdas todo lo que te dije cuando estabamos en la casa de mis padres?

-Si.

-Entonces recuerdas que te dije que amaba lo valiente que eras, ¿no? -volvió a asentir-. Este es el momento perfecto para demostrarles a todos que yo tenia razón al creer eso, ojos bonitos. Debes ser el niño valiente que yo sé que eres y enfrentarte a esto.

-Yo no creo que pueda. -gimoteo.

-Claro que puedes -alenté-. Tienes a toda una familia apoyandote, cariño. Solo debes intentarlo y si no funciona, puedes volver a tratar luego -levanté su barbilla para que me mirara-. Lo más importante es que tu luches, bebé. No importa cuantas batallas pierdas porque mientras sigas de pie puedes ganar la guerra.

-Tienes razon -tomo una profunda respiración-Estoy comportandome como un bebé lloron de nuevo. -se quejo, limpiando sus mejillas.

Sonreí-. Eres el bebé llorón más lindo que he visto.

-Estas siendo todo meloso de nuevo -se quejo-. ¿Y porque siempre me dices de forma distinta? Por lo general las parejas eligen uno y ya, tu has usado todo el diccionario de apodos.

-Lo siento -hice una mueca-. Tiendo a hacer eso cuando estoy nervioso o no sé que decir.

-Ya me habia dado cuenta -rió, el sonido salió un poco ahogado pero fue suficiente para llenarme de paz.

-Vamos, mi trocito de melocotón -me burle, riendo cuando el moreno rodó los ojos-. Debemos entrar, Rich nos esta esperando y no es conocido por su paciencia.

Eliminando el ultimo rastro de lagrimas de sus mejillas, abri la puerta y lo ayude a salir del auto. El moreno aun seguía temblando levemente mientras caminabamos hacia la entrada pero a pesar de todo, no camino más lento ni se detuvo. Ni siquiera podia comenzar a describir cuan orgulloso estaba de él.

-¡Ahí estan! -Richard corrió por el pasillo hacia nosotros cuando traspasamos la puerta principal-. Realmente pensé que no vendrían.

𝕭𝖗𝖆𝖛𝖊 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora