ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔙𝔢𝔦𝔫𝔱𝔦𝔠𝔲𝔞𝔱𝔯𝔬

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[Narra Erick]

¿Pueden recordar lo que sintieron la última vez que tuvieron fiebre? Multipliquen esa sensación por diez y tendrán mi estado. El malestar me había golpeado tan repentinamente que la sensación de tener algodones en los oídos me tomó totalmente por sorpresa. Mi piel se sentía fría, como si alguien se hubiese tomado el meticuloso trabajo de pasar hielo por cada centímetro de la misma pero sabia, en algún lejano lugar de mi mente, que la sensación era todo lo contrario a lo que realmente estaba sucediendo.

Tenia fiebre. Mi cuerpo estaba hirviendo. Entendía eso pero de todas maneras no podía alejar los escalofríos que amenazaban con hacer que mis dientes castañearan. El pecho de Joel debajo de mi mejilla estaba tibio, quería que mi cuerpo se sintiera bien nuevamente por lo que intenté acercarme más, hundiendo mi rostro en su cuello para sentir la agradable sensación del calor de su piel. Los brazos de hierro a mi alrededor se cerraron con más fuerza cuando el castaño se puso de pie, sus pasos hacían eco por todo mi cuerpo como si alguien me golpear en todos lados a la misma vez.

—Joel. —me quejé alejando el rostro para poder ver sus ojos.

—Tranquilo, muñeco, solo te estoy llevando dentro. —tenia ganas de decirle que el apodo era ridículo, soltar algún comentario inteligente para poder sentirme nuevamente en mi centro, pero nada me llego—. Estarás bien, Erick, te lo prometo.

Los bordes de mi visión estaban comenzando a borronearse y eso me estaba asustando. Escuché a Joel hablar con alguien mientras los brazos desaparecían, siendo reemplazados por la suave sensación de la cama bajo mi cuerpo. Las sabanas frías eran un contraste brusco con el calor de Joel, dolía cada vez que la tela rozaba mi piel lo que envió una señal de alarma directo al frente de mi mente. Debía estar muy mal como para que me doliera el simple toque.

—Quítale la ropa. —la voz con un pequeño borde agudo, que pude identificar como la de Louis, llegó hasta mi desde los pies de la cama. Hubo un momento de silencio antes de que el chico soltara un bufido—. No seas idiota, Joel carajo, necesitamos bajar su temperatura no es momento para tus celos irracionales.

—Idiota pomposo. —murmuro mi castaño mientras sus manos se deslizaban por el dobladillo de mi camiseta.

Abriendo los ojos lentamente, enfoque el rostro de Liam y palmee su pecho.— Compórtate.

—Lo siento, bebé. —me sentía como un muñeco sin vida mientras Liam me sentaba sobre la cama y tiraba de mi camisa fuera de mi cuerpo—. Pero si él te mira de más, arrancaré sus ojos con un tenedor.

—Tengo frío. —sisee cuando un aire frío golpeo mi cuerpo mientras Liam me quitaba mis pantalones.

—Lo sé, dulzura, pero se ira pronto. —cerré los ojos cuando caí nuevamente sobre las almohadas. Un beso cayó sobre mi frente—. Debes ser fuerte ahora, Zayn, estaré contigo todo el tiempo.

Asentí hacia él, observándolo con mis parpados caídos. El dolor en mi estomago que habia empezado como una pequeña puntada ahora se estaba intensificando, no tanto como para hacerme gritar pero molestaba. Las sensación de las sabanas fue alejada de mi cuerpo y luego de eso los minutos pasaron como un relampago. Sentí manos frías en mi cuerpo, una maldición y luego de eso la dolorosa sensación de algo frío sobre mi frente.

Intenté levantar la mano para quitarme lo que sea que hubiesen puesto allí, quería alejar la sensación de dolor que me estaba causando pero una mano en mi muñeca me lo impidio. Abriendo los ojos observé como Liam quitaba el paño, hundiendolo en un bol con agua antes de volver a colocarlo sobre mi frente.

Gemi lastimosamente cuando, tomando otro paño, el castaño comenzó a pasarlo por mi pecho y piernas.

Las lagrimas se deslizaban por mis mejillas sin control, se sentía horrible el frío sobre mi piel como si estuviesen dandole golpes solo a la parte externa de mi cuerpo.

—Aguanta un poco, bebé. —Liam susurró en mi oido.

El dolor en mi estomago se intensifico y solo tuve una oportunidad de avisar antes de que el contenido de mi estomago volviera. Liam estuvo allí todo el tiempo, podia sentirlo pero la incosciencia estaba ganandome la partida. Dolia, no sabia que estaba sucediendome pero me dolía. Quería que me dejaran, ya no quería intentarlo, dolia demasiado.

Grite, llore y me retorcí pero solo estaba empeorando las cosas. Alguien sostuvo mis muñecas cuando intenté salir de la cama. Los paños fríos seguian mojando mi piel y el dolor de mi estomago era cada vez peor. Todo me estaba abrumando, era demasiado. Mi cuerpo se canso, dejo de responder hasta que la oscuridad me alcanzó y caí dormido.

𝕭𝖗𝖆𝖛𝖊 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora