Harry Styles sabe que tiene estrictamente prohibido posar sus ojos en alguien de su equipo de trabajo; tiene el corazón roto y en lo último que piensa es en volver a enamorarse, a este punto, tiene la inspiración suficiente para crear su segundo álb...
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En el pasado, Navidad había sido aquella época que esperaba con ansias, era ese día en que, desde Noche Buena, deseaba verme rodeada de toda mi familia, cantar villancicos con mis primos y ver a mis tíos bailar y brindar con sidra, salir al jardín y hacer muñecos de nieve y probablemente recibir un pequeño regalo por parte de mi abuela.
Ahora, solo tengo los ojos llenos de lágrimas mientras abrazo mi cuerpo y observo desde la ventana de mi departamento a las personas caminando apresuradamente de un lado a otro con sus compras navideñas.
No tenía a nadie, estaba sola y todo el día me había dedicado a hacer estúpidos pucheros tratando de contener el llanto.
Con manos temblorosas, vuelvo a marcar el número de mi abuela con la esperanza de que me responda; pero como era de esperar, no lo hace, por lo tanto, arrojo mi teléfono al sofá y rindiéndome por completo, me dejo caer en este y me permito deshacerme del nudo en la garganta que no me deja en paz.
Lloro por minutos, probablemente por horas.
No tenía nada que hacer, no tenía a donde ir.
Durante la semana había escuchado a todos en el trabajo hablar sobre sus maravillosos planes navideños con sus familias y amigos, y aunque agradecí que en ningún momento me preguntaran acerca de los míos, aquel sabor amargo se había quedado en mi boca por horas.
Había escuchado que las navidades en Inglaterra eran mágicas, con aquellos niños que tocan tu puerta y te cantan villancicos con el fin de sacarte una sonrisa y además, obtener una ganancia que pudiera apoyarlos. Siempre había soñado con todo esto y era increíble que me sintiera tan desilusionada.
La nieve cae y el poco sol que había salido, ha comenzado a ocultarse.
En un tonto intento por deshacerme de mis lágrimas, las seco y me pongo de pie para encender el televisor y prepararme un chocolate caliente en la cocina. Reírme no me haría ningún daño, así que de regreso a la sala de estar, pongo un capítulo de mi programa favorito That' 70s Show.
Tomo una manta de mi habitación y me envuelvo en ella mientras me acurruco en el sofá y me río al escuchar a Kelso decir una estupidez a través de la pantalla.
En algún momento mi teléfono suena y con movimientos torpes, lo busco en el sofá.
- ¿Sí? - contesto sin siquiera molestarme en ver de quien se trata
