C A P I T U L O 25

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C a p i t u l o 25

"Harry"

El último día en Japón había llegado y con ello, una serie de emociones que me embargaban de buena y mala manera

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El último día en Japón había llegado y con ello, una serie de emociones que me embargaban de buena y mala manera.

Miro a Less moviéndose por todo el departamento buscando su cartera, la cual, tengo escondida solo porque me divierte verla completamente apurada por esto.

Es preciosa y la forma en que frunce el ceño me provoca querer besar su frente solo para ver si sus facciones consiguen relajarse. No me importa que se esté haciendo tarde y el resto nos estén esperando en el bar, el solo hecho de estar con la castaña frente a mí es suficiente para saber que estoy donde me siento cómodo y feliz.

— ¿Podrías ayudarme a buscar mi cartera en lugar de solo observarme con esa boba sonrisa? — Alessia detiene sus movimientos y se planta frente a mí colocando sus manos sobre su cintura

— Tranquila, ya aparecerá

— Harry, ahí tengo dinero, tarjetas...

— Shh, ya nos haremos cargo de eso — la interrumpo y llevo mis manos hasta su cadera y con suavidad, la jalo hasta que queda sentada sobre mí

— Nos están esperando, Harry — menciona

— Qué esperen un poco más — murmuro antes de poner mis labios sobre su cuello

— Ya es demasiado tarde — susurra y desde mi lugar en el sofá, descubro que tiene los ojos cerrados y poco a poco se deja llevar por mis besos

— Podemos cancelar

Con cierto atrevimiento, llevo mis manos hasta su trasero y lo apretujo a mi antojo generándole un gemido a Less. La chica comienza a retorcerse debido a mí toqueteo y la forma en que restriega su cuerpo sobre el mío, hace que pronto yo también me encuentre gimiendo.

Había descubierto que con Less parecía un maldito puberto.

No podía sacar mis manos de ella y a este punto, había perdido la cuenta de todas las veces que habíamos hecho el amor después de la primera vez.

Con lentitud, deslizo mi mano hasta su centro por encima de sus pantalones, pero cuando siento que es demasiada barrera, me encargo de desabotonar la prenda e introduzco mi mano por debajo de sus bragas para poder sentir directamente la humedad de aquella zona que provoca que todo en mí se entuma.

Me tomo el tiempo de acariciar cada rincón y su suavidad recibe mis dedos apretándolos de una forma exquisita.

— Así es, cariño ¿se siente bien? — pregunto, pero como respuesta solo recibo un asentimiento

Me había vuelto un adicto, un hombre fascinado de las facciones de la chica sobre mí. Podría verla por horas, abriendo sus labios lentamente para mí y dejando escapar respiros suaves pero agitados, la forma en sus ojos se cerraban y la manera en que de vez en cuando, sus dientes atrapaban su labio inferior, su pecho solía alzarse como una deliciosa invitación a tocarlo y su cuello se extendía lo suficiente para que pudiera pasar mi lengua por toda su longitud.

LONDON BOY | H.S. (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora