12.- Supresor

563 89 21
                                    

— Su Alteza, ¿me llamó?

Shi QingXuan se presentó alegremente ante Xiè Lian, quien le ofreció una taza de té.

— Señor del Viento, necesito su ayuda para algo— dijo Xiè Lian con una sonrisa—. Hay un sitio en el noreste que requiere mi atención, pero no deseo molestar a Sus Altezas Qi Ying y Tai Hua. ¿Podría acompañarme?
— Será un placer para mí— dijo Shi QingXuan bebiendo el té y no pudo evitar hacer una mueca con el sabor amargo, el cual reconoció—. Esto es…
— Una infusión supresora— dijo Xiè Lian bebiendo el mismo líquido—. A donde vamos es un territorio de alfas.
— Ya veo…

Era raro que hubiera colonias exclusivas de alfas, pero tampoco era tan descabellado. Ambos bajaron al mundo mortal mientras el té supresor surtía efecto, protegiéndolos temporalmente de los efectos de alfas lanzando feromonas por doquier.

— Su Alteza, aún no me ha dicho qué vamos a hacer.
— Respondemos una oración de rescate.

El asunto resultó ser el siguiente: una mujer omega se había quedado atrapada en la colonia alfa y había sido hecha prisionera con el objetivo de ser subastada entre los alfas poderosos del lugar. Desesperada, la mujer había rezado a los cielos por ayuda y Xiè Lian la había escuchado, por eso estaban aquí ahora. Era peligroso, tal vez, pero el príncipe tenía experiencia lidiando con alfas molestos y no podían dejar sola a esa mujer.

— Si cree que es demasiado riesgoso…
— Para nada. Si alguien le pide ayuda al cielo no podemos mirar hacia otro lado y fingir que no pasó nada.
— Eso es cierto.

Los dos dioses llegaron a la colonia. Gracias al té pudieron hacerse pasar por betas y avanzaron sin problemas hasta dar con la mujer, a quien pudieron sacar de su prisión gracias a la fuerza de Xiè Lian. El problema vino cuando trataban de escapar, alguien los delató y al poco tiempo se vieron rodeados.

— Esos dos nos mintieron— dijo alguien señalando a Xiè Lian y Shi QingXuan—. También son omegas. Y muy bonitos, además.
— Hay que ofrecerlos al jefe— dijo otro.
— Quiero ver que se atrevan.

Todos los alfas temblaron al escuchar a Hua Cheng. He Xuan se encontraba a su lado como un ominoso presagio de lo que vendría si alguien se atrevía a hacer algo estúpido.

— San Lang— dijo Xiè Lian con una sonrisa—. No era necesario que vinieras.
— Gege, ¿qué le he dicho sobre ponerse en peligro innecesariamente?— preguntó Hua Cheng—. Estas colonias no respetan ni siquiera a las deidades si las pueden vender.
— Eso es cierto— dijo el jefe de la colonia—. Mis señores calamidades, tendré que importunarlos ya que me gustan sus omegas. Y yo tengo lo que quiero.

Una ola de vapor fue emitida por el alfa. Shi QingXuan desplegó su abanico creando una ráfaga de viento que dispersó aquel humo rápidamente al tiempo que sujetaba a la mujer mientras Xiè Lian se enfrentaba al jefe de la colonia. Hua Cheng y He Xuan estaban ocupados deshaciéndose de los otros alfas. Al poco tiempo el jefe fue derrotado y el pequeño grupo se alejó con la mortal.

— ¡Gracias! ¡Gracias!— dijo la muchacha inclinándose en repetidas veces.
— Sea más cuidadosa— dijo Xiè Lian, viéndola marchar.
— Gege.

El dios miró a la calamidad, y sonrió yendo a su encuentro.

— San Lang, estoy bien. No tienes de qué preocuparte.

Shi QingXuan se hizo a un lado discretamente, corriendo hacia He Xuan poco después.

— Lamento hacerte preocupar— dijo.
— No lo hagas. Deja de ponerte en riesgo— dijo He Xuan cargándolo en brazos, mientras se alejaban de la otra pareja.

Inicio de ceroWhere stories live. Discover now