30.- Impregnación de aroma

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El médico había sido llamado y éste había venido acompañado de una matrona, quien se haría cargo del parto mientras que él se haría cargo de monitorear la salud de los bebés.

— Señora, tranquilícese, todo va a estar bien— dijo la partera revisando el pulso de Shi QingXuan.

He Xuan la miraba en silencio, sin decir nada, y la mujer lo miró.

— Use sus feromonas— dijo—. La impregnación de su aroma ayudará a su esposa a mantenerse estable. No se preocupe ni por mí ni por el doctor, ambos somos betas y no nos veremos afectados.
— ¡Duele!— exclamó Shi QingXuan con un grito de dolor, aferrándose a He Xuan al tiempo que el alfa comenzaba a impregnarla.
— Esto siempre duele, querida— dijo la matrona con voz maternal—. Pero cuando tengas a tus niños en brazos sentirás que valió la pena. ¡Ahora, mi niña! ¡Puja!

Shi QingXuan comenzó a pujar siguiendo las instrucciones de la partera. A pesar de loa intentos de He Xuan por mantenerla calmada, las contracciones eran más dolorosas cada vez y comenzaba a sentirse más cansada…

El llanto de un bebé la sacó de la somnolencia y miró a la partera, que se esmeraba por arropar al pequeño y se lo entregó a los padres.

— Es una niña— anunció en voz baja.

Shi QingXuan recibió a su pequeña hija en brazos un momento antes de entregársela a He Xuan, comenzando con la labor de parto una vez más. Con un repentino gesto de alarma, la partera señaló a He Xuan diciendo:

— Salga. Tiene un desajuste de energía espiritual y no puedo balancearlo con usted aquí.
— Es necesario, salga— dijo el médico visiblemente preocupado, sacando a He Xuan del cuarto.

Aturdido, el Supremo salió de la habitación y la puerta se cerró prácticamente en su cara cuando escuchó a la partera gritar con alarma:

— ¡Los perdemos! ¡Los perdemos a los dos!

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