20.- Dominación asertiva

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Tres años pasaron con la rapidez de un suspiro. Tres años en los que el vínculo entre el Señor del Viento y el rey fantasma Agua Negra se iba fortaleciendo cada vez más, olvidando sus penurias para centrsrse únicamente en todo lo bueno que habían vivido.

Durante ese tiempo, ambos se habían comunicado bastante bien, sabiendo y anticipando lo que les gustaba uno del otro, experimentando con diversas cosas y siendo francos uno con el otro creando así una relación sólida.

Ambos coincidían en una cosa: la comunicación era importante para no perder lo que ya tenían.

Pero eso no evitó que Shi QingXuan se sintiera un poco nervioso cuando se sentó a la mesa junto a He Xuan debido al tema que iba a tratar en ese momento: los hijos. No era un secreto para el dios que a su esposo le gustaban los niños: de hecho, recordando su antigua fama de erudito, el Supremo solía dedicarse a la enseñanza en los pueblos a dónde se dirigían. Mientras Shi QingXuan se dedicaba a sus ocupaciones de oficial celestial, He Xuan deambulaba por ahí reuniendo a los niños para enseñarles, siendo un maestro muy querido. Incluso habían comenzado a ser adorados juntos de ese modo y las leyendas de la diosa benevolente de los vientos y el rey fantasma de los mares con un conocimiento tan vasto como su dominio deambulaban libremente por ahí. Shi QingXuan sabía que el día iba a llegar tarde o temprano, pero ahora quería hablar de ello y no sabía como abordar el tema.

— QingXuan, ¿pasa algo?— preguntó He Xuan tomando su mano.
— Yo… este...— balbuceó Shi QingXuan torpemente, suspiró hondo y añadió—. Quería saber algo…
— ¿Sí?
— Tú… ¿Has pensado… en tener hijos… conmigo?

He Xuan lo miró con la boca abierta por la sorpresa. Había esperado que algún día le preguntará eso, pero no ahora y no de esa forma tan abrupta, realmente lo había tomado con la guardia baja… pero sí quería. Ansiaba poder tener a su hijo en brazos y cuidar de él, protegerlo de todos los males del mundo junto a su esposo y tener de nuevo, en cierto modo, la familia que le habían quitado.

— Creí que no lo mencionarías nunca— dijo el fantasma.
— Creí que sería incómodo...— replicó el dios cubriéndose la cara con las manos, su voz salió ahogada cuando añadió—. ¡Pero te advierto que si quedo encinta voy a tomar mi forma femenina! Siempre quise llevar mi embarazo como una chica.
— No tengo ninguna queja al respecto. Sin importar tu apariencia, cuidaré de ti y nuestros cachorros.

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