24.- Púas en la lengua

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El tercer mes sorprendió a He Xuan por la velocidad con la que pasó.

Claro que, tomando en cuenta la cantidad de ocupaciones que ha tenido, no era de extrañar que no se diera cuenta del paso del tiempo. Además de atender sus propias oraciones, tenía que estar a cargo de los asuntos del templo del Viento y, claro, tenía un omega exigente que cuidar. Fue cuestión de tiempo para el alfa darse cuenta de que su querida esposa (pues fiel a su palabra Shi QingXuan pasaba su tiempo en su forma femenina), usaba sus lindos ojos de cachorro para chantajearlo y obligarlo a quedarse con tal de no aburrirse.

De modo que cuando el periodo de reposo obligatorio pasó y pudo hacerse cargo de sus deberes sola, He Xuan estaba un poco aliviado. Aliviado, no feliz: no estaba de acuerdo en que su pareja se forzara, pero tampoco iba a ir en contra de las decisiones de Shi QingXuan. Para su fortuna, no era una deidad marcial por lo que podía dedicarse a atender sus plegarias sin peligro para ella o su bebé.

Aún así, el rey fantasma insistió a la diosa en que, por lo menos, dejará a una de sus Arowanas acompañarla para poder estar más tranquilo. La banda de traficantes de omegas había sido completamente destruida, y los dos Supremos Reyes Fantasmas habían dejado muy en claro lo que les sucedería a todos los que intentarán hacer algo en contra de Su Alteza Xian Le y el Señor del Viento, así que en ese aspecto no había de qué preocuparse.

Pero entiendan, es un padre primerizo, es normal que esté preocupado.

— A-Xuan, no te preocupes— le aseguró Shi QingXuan antes de irse—. Conozco mis límites, y no voy a sobrepasarlos. Si algo pasa, te llamaré sin dudar.

— Bien— cedió He Xuan, pero aún así añadió—. Ten cuidado.

— Lo tendré.

El rey fantasma tomó la mano de la diosa y en un impulso comenzó a acicalarla lamiendo en repetidas ocasiones. Shi QingXuan sintió un agradable cosquilleo en la piel conforme las púas en la lengua de su pareja recorrían una y otra vez el dorso de la mano, subiendo por todo el brazo hasta llegar al cuello, donde se detuvo.

— ¿Qué estás haciendo?

— Nada. Anda, mientras más pronto vayas más pronto volverás.

Shi QingXuan se echó a reír, dando un beso a He Xuan antes de irse.


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Feliz Navidad, dulzuras <3

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