I.

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TW: Violencia, sangre, mención de abuso.

Un hilo de sangre se deslizaba desde su frente. Podía saborearla en su boca, también sentirla en todo su cuerpo. Sin embargo, no sentía nada de dolor por la adrenalina que la recorría. No dejó de arrastras a la persona tras ella, tampoco soltó el cuchillo en su otra mano.

No tardó en llegar al lugar que quería. Los quejidos de la persona que ella arrastraba ─más bien, tiraba con fuerza de su cabello, y al debilitado hombre no le quedó de otra que seguirla─, llamaron la atención de las personas ahí presentes.

─Oi, ¿qué...?

Apuntó con el cuchillo a la garganta de la persona que trató de detener su andar. Habían muchas personas ahí que se congelaron al observar la escena. ─Muévete, o juro abrirte la garganta.

Tragando en seco, el pobre chico se apartó. Todos llevaban el mismo uniforme, la persona que arrastraba también. Abrieron su paso para no intervenir, mientras ella caminaba hasta quedar frente al grupo de cuatro.

Los líderes, ellos eran los líderes.

Con fuerza, tiró del cabello del chico hacia alfrente. Este tropezó y cayó a metros del de los pies de uno de los líderes, los cuatro observaban descolocados la escena. Una chica seguramente menor que ellos cubierta de sangre de pies a cabeza, con heridas por su cuerpo y parte de su ropa rota. Verla lanzar al suelo con odio a uno de sus hombres los desconcertó aún más, en especial al verlo, tan herido como ella, apenas podía levantar su cabeza y lloraba mares repitiendo unas palabras que apenas salían como quejidos.

─Encontré a una de sus mascotas.

La más baja aplastó con su pie la mano del hombre herido en el suelo, que soltó un alarido por el dolor. Los líderes se tensaron, el ambiente oscureciéndose entre todos los miembros de aquella pandilla.

─¿Podrías soltar a nuestro chico? ─habló la persona más lejos de ella, un pelinegro con mueca de desagrado, parecía incluso asustado. El más cercano a ella era peliblanco, la observaba en silencio pero espectante a sus próximos movimientos.

─Así que sí es uno de los suyos ─la pelinegra observó al desconocido a sus pies ─. ¿Los otros dos también?

La escena parecía sacada de una película de suspenso. Sus palabras solo empeoró todo, ¿había lastimado a otros dos de los suyos?

─¿Saben? Son bastante famosos por aquí ─continuó, su mirada escaneando a las cuatro personas hasta que sus ojos pararon en el peliblanco frente a ella ─. Black Dragon esto, Black Dragon lo otro. Los admiran bastante, los grandes protectores de la ciudad.

Una amarga risa salió de sus labios mientras aplastaba con más fuerza la mano del chico, que volvió a soltar un alarido de dolor.

─Qué buen chiste.

─¿Se puede saber a qué viene esta conducta? ─el otro pelinegro, este con una cicatriz en su rostro, interrogó con molestia.

─Son los líderes de Black Dragons, ¿no es así? ─cuestionó ─. Acaso ustedes... ¿tienen constancia de las cosas que hacen sus hombres a sus espaldas?

Sorpresa corrió por el rostro de todos los miembros ahí presentes, una tensión los ahogaba.

─¿Saben otra cosa? Últimamente han habido muchos casos violentos por el área, sin embargo, no ha habido ninguna denuncia al respecto, imagino habrá llegado a sus oídos. Escuché que estaban buscando los responsables, después de todo, son los protectores de la ciudad ─volvió a mirar al hombre bajo ella ─. No los han encontrado, ¿verdad? Porque buscan y buscan sin saber que tienen a los culpables bajo su tutela.

Levantó y volvió a aplastar la mano del hombre. Otro grito ensordecedor cubrió el lugar. Todos escuchaban y observaban a la mujer, no mostraba ninguna emoción aparte de odio. Su tono era amargo y lleno de desprecio.

─Nadie ha hablado porque la admiración que le tenían a Black Dragons se convirtió en terror.

Shinichiro iba a hablar, pero fue interrumpido por Takeomi, quien impidió su paso y de una sola mirada lo silenció. Benkei apretó sus puños con molestia. ─Graves acusaciones y señalamientos siendo tú la que está lastimando a alguien.

─¿Acusaciones? ¿Lastimando a alguien? ─repitió con rabia, sus ojos deteniéndose en Benkei ─. ¿Debería aplaudirle por lo que me hizo? ¿Eso es lo que quieres?

Se apartó del hombre, quien continuo llorando con fuerza. Temblaba por completo, la sangre corriendo por su piel.

─¡Lo lamento! ¡Lo lamento!

Sus gritos solo la hicieron enojar aún más, pateándolo en las costillas. Éste cayó aún más cerca de los pies de Wakasa, quien era el único que había guardado silencio y sus ojos no se apartaron en ningún momento de la chica.

─¿¡Lo lamentas!? ─exclamó con histeria ─. ¿¡Tienen una puta idea de lo que este y sus amigos se han dedicado a hacer!? ¿¡Portando el nombre de Black Dragons para que sus víctimas teman!? No me hagan reír, ¿¡ahora lo siente!?

─Para esto, ahora ─exigió el vicepresidente tratando de calmar la situación.

─Me niego ─contestó ─. ¡La persona que tanto tratan de defender, junto a sus dos amigos...!

─¡Para! ¡Lo lamento! ─comenzó a gritar el chico, mares de llanto y gritos agónicos ─. ¡Para!

La pelinegra silenció mientras el hombre gritaba una y otra vez lo mismo sin parar. Lo volvió a patear, girando su cuerpo y estampando su pie contra su pecho para silenciarlo.

─Este cobarde y sus dos amigos me esperaron fuera de la tienda. Me siguieron dos calles mientras gritaban asquerosidades. Me tomaron entre ellos y me arrastraron hasta un callejón. Comenzaron a tocarme y reírse de mí por tratar de escapar ─sus palabras salieron sin ninguna emoción. El tiempo se detuvo para todos, incluso Wakasa se encontraba paralizado ante la confesión ─. Yo también les grité que pararan, ellos solo se rieron. Pude escaparme, fue el suficiente tiempo para tomar un tubo y golpearlos hasta cansarme. Los otros dos los dejé en el callejón, ni tan siquiera sé si los maté, tampoco me importa.

El chico comenzó a rogar por clemencia, temblando de miedo. No fue escuchado, evidentemente.

─¿Qué hay de las chicas que lastimaron antes de mí? Aquellas que no sabían cómo defenderse, talvez incluso niñas. ¿Qué hubiera pasado si no hubiera logrado escaparme? ¿Qué pasaría si no lo hubiera traído hasta aquí y expuesto todo lo que han echo?

Sus ojos por primera vez mostraron tristeza, parando una vez más en el peliblanco frente a ella.

─Hoy fui yo, ¿y si mañana era alguna mujer que amaban? ¿No tienen hermanas pequeñas las cuales cuidar? ¿No tienen amigas o novias que agradecer? ¿Pueden imaginar a esa chica que aman siendo arrastrada a un asqueroso lugar oscuro y ser violada mientras suplica porque alguien la ayude? ¿Quieren limpiar las calles de Tokio? Comiencen con su propia cloaca...

Se arrodilló junto al hombre tirando de su cabello y observando su rostro con asco.

─Si vuelves a tocarme una vez más ─lágrimas comenzaron a descender de los ojos de la chica ─, te juro que te cortaré ambas manos y quemaré a cenizas esta maldita pandilla.

Con el cuchillo que llevaba en su mano, lo alzó y enterró con todas sus fuerzas a la palma de la mano del hombre contra el pavimento. Ahora sus gritos eran agónicos, par de los presentes temblando al observar la escena. La chica se levantó, mirando a Wakasa antes de darse la vuelta. Todos volvieron a abrir su paso mientras ella caminaba lejos.

El herido continuó sollozando mientras que con su mano contraria trataba de sacar el cuchillo hasta lograrlo. Miró al líder suplicante repitiendo una y otra vez que lo sentía, que lo perdonaran. Wakasa tan solo se acercó hasta él, y con tanta fuerza como tuvo pateó la cabeza del hombre contra el suelo dejándolo inconsciente.

Esa chica había puesto una pandilla en una encrucijada.

umbrella➨ wakasa i.Where stories live. Discover now