XI.

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Zai estaba teniendo un pésimo día. Esa mañana había despertado tarde, pues había colocado la alarma mal. Olvidó encender el calefactor, por lo cual se tuvo que bañar con agua helada. No le dió tiempo ni a desayunar. Cuando trató de tomar el autobus, éste la dejó en la estación. Al caminar a la escuela, comenzó a diluviar, y como cereza del pastel, olvidó sus llaves.

─Oi, Takami.

Seguro algo malo pasaría. Giró encarando a la chica que la había llamado, haciendo una mueca de desagrado al ver a la niña de primero, parada con arrogancia y mirándola por encima como si fuera solo una piedra en su camino.

─¿Qué? Como puedes notar, estoy empapada. Muévete, necesito ir a los vestidores y cambiarme.

─Los vestidores estan cerrados desde hace una semana ─le dijo la niña haciéndola enojar.

No podía ser peor. Ir todo el día empapada, temblando de frío y seguramente acabaría resfriada.

─Bueno, ¿qué quieres?

─Se dice que es muy cercana a Wakasa-senpai, ¿es eso cierto?

─¿Te importa? ─respondió, a los segundos notando que eso sería algo que el nombrado hubiera dicho en su lugar.

─Da igual, comparten asiento. Entrégale ésto por mi, ¿quiere? ─le estiró un sobre con una gran sonrisa en sus labios. La pelinegra observó el sobre con confusión  y lo tomó en sus manos ─. Escuché a Wakasa-senpai decir que ni tan siquiera eran amigos, así que no habrá problema.

Sus hombros se tensaron. ¿Él había dicho eso? Puede que no fueran los mejores amigos del mundo, ni estuvieran todo el tiempo cerca del otro. Pero... ¿realmente no la consideraba su amiga? Dudó de sí misma, inseguridades abrazando su húmedo cuerpo y empeorando aún más su día.

─¿Por qué la cara larga? ─las palabras sonaron con burla ─. ¿Qué sucede, Takami? ¿Qué esperabas? No son amigos, y resulta que tampoco son cercanos. Con la mala fama que tiene, ¿creyó que estaría al alcance de alguien como Wakasa-senpai? ¿Tan egocéntrica es?

Esas palabras si llegaron a ella.

─¿Quiere agregarlo a su larga lista de chicos, entonces? Qué lástima me das ─estiró su mano dispuesta a tocar el rostro de Zai, siendo detenida a pocos centímetros de lograrlo.

Ambas voltearon a la persona que intervino. Una multitud pequeña se había formado alrededor de las chicas tan pronto comenzaron el intercambio de palabras. Fue grata la sorpresa de que la persona que intervino fue nadie menos que Wakasa, con su típica cara de pocos amigos, aunque parecía especialmente molesto.

─No la toques ─exigió sosteniendo la muñeca de la chica de primero, los ojos de ella casi salen de sus cuencas al reconocerlo ─. ¿Larga lista de chicos? Qué te importa a tí lo que ella haga con su vida y las decisiones que toma, no es de tu incumbencia. La única persona que da lástima aquí eres tú.

Sus palabras fueron secas y duras. La niña se deshizo del agarre del peliblanco y corrió lejos mientras lloraba. Zai solo lo observó con sorpresa por su acción. Él tomó su brazo y la guió lejos del tumulto de personas.

─¿No... somos amigos?

Su voz había salido más rota de lo que esperaba, logrando que los pasos de él se detuvieran a medio camino. ─Yo no dije eso. No deberías escuchar las cosas que te dijo, ninguna de ellas eran ciertas. Vamos a la enfermería antes de que te resfríes.

─Y-Yo solo he salido con un chico, y yo no soy esas cosas q-que dicen de mi, ella...

─¡Mei!

La mencionada respingó al escuchar la exclamación del mayor. Lo observó con su ceño fruncido, sí que se veía irritado.

─Da igual con las personas que has estado, esa es tu decisión, no la de nadie más. Sé que los rumores son falsos, me da igual lo que digan de tí. Y nosotros... ─pensó con detenimientos sus siguientes palabras dándole la espalda para ocultar el pequeño sonrojo en sus mejillas─ ...sí somos cercanos, así que saca esas ideas de tu cabeza y vayamos de una vez a la enfermería antes de que te dé un resfriado.

─¡H-Hai! ─contestó sonrojándose, volviendo a ser guiada por el chico que sostenía su muñeca y no la miraba.

Ganaron un par de miradas mientras caminaban en dirección a la enfermería, las cuales la ponían más nerviosa aún. Tras varios metros caminados lograron llegar a la pequeña enfermería en la cual una mujer joven los recibió.

─¿Necesitan algo? ─preguntó con amabilidad.

─Ella necesita un uniforme de repuesto o se enfermará ─habló Waka señalando a la chica parada tras de él, escondiéndose en su espalda por la vergüenza que cargaba.

─Oh, claro, pasen ─les abrió la puerta para que ambos entraran al lugar. Solo había una pequeña camilla en el lugar, un escritorio y varios armarios. Él soltó la muñeca de ella y se dejó caer en uno de los asientos junto a la camilla, Zai lo siguió en silencio ya sintiendo el punzante frío calarle. Se acercaban las vacaciones de invierno y estaba apunto de convertirse en una paleta de helado ─. Aquí tienes, creo que éste te quedará perfecto. Recuerda las reglas de los uniformes de repuesto. Te traeré té de la enfermería principal, ¡espérenme aquí!

Los dejó solos en el lugar. El chico se levantó volteando la silla hacia la puerta y volviendo a tomar asiento ahí.

─¿Eh...?

─¿No te cambiarás? ─interrogó el que le daba la espalda. Ella se sonrojó a más no poder también dándole la espalda tomando las prendas sobre la camilla.ñ

─S-Si volteas t-te mataré.

─Lo que digas.

Aún con nerviosismo, sacó la camisa de debajo de su falda. Abrió los botones y la quitó quedando solo en su sostén color coral exponiendo la mayor parte de su piel pálida.

Aunque no lo mostraba, también se encontraba nervioso y sonrojado. En el armario metálico podía ver el reflejo de la chica cambiando sus prendas, el cual miraba y luego volvía a mirar sus zapatos. Volvía a mirar el reflejo, y nuevamente a sus zapatos. Sabía que estaba mal, pero por alguna razón su mirada siempre terminaba en ese reflejo.

Quedando solo en ropa interior, se apresuró encolocar la falda y seguidamente la camisa abrochando los botones. Metió la camisa bajo la falda y abrochó los botones de alfrente. Tomó la corbata de encima de la cama y la envolvió en su cuello, luego poniendo el chaleco característico del uniforme de invierno.

─Y-Ya estoy ─murmuró tomando asiento en la camilla. Dejó caer su cabello que llevaba atado para que pudiera secarse. Él dudó, luego levantándose y colocando la silla en su lugar y sentándose. No se atrevió a mirarla, solo tomó una de las paletas y la dejó en su boca ─. Gracias, de no haber llegado no sabría qué hubiera dicho.

Finalmente la miró, aún sintiendo un sonrojo en sus mejillas y expresión de frustración. Lo observó con curiosidad a su extraña reacción, sorprendiéndose. Volvió a apartar la mirada moviendo su pie arriba y abajo con nerviosismo sonando el tintineo que ésta acción.

─¡Llegué! ─salvado por la campana, la enfermera regresó con dos vasos de té caliente en su mano dejándoselos a los jóvenes. Notó una tensión en el aire, pasando su mirada entre ambos y luego sonriendo para sí misma.

Tenía una mala manía de emparejar a ciertos estudiantes, y éstos sin duda serían sus favoritos.

umbrella➨ wakasa i.Where stories live. Discover now