III.

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Al día siguiente, solo podía pensar con desagrado como la última clase se acercaba poco a poco. Olvidó el nombre del chico, como era de esperarse, sin embargo recordaba la amargura que le traía recordarlo.

Como una maldición, todas las clases pasaron rápidamente a excepción de esa. Le pidió a Shiro que se sentara junto a ella, pero se negó. No pidió a nadie más, nadie hubiera aceptado de todos modos. La reputación de su senpai le presidía, todos lo conocían, temían o respetaban.

─Cobarde ─insultó por lo bajo a Shiro quien huyó tan pronto Wakasa tomó asiento junto a ella. El peliblanco sonrió levemente por las palabras de la chica de ojos zafiro a su lado. Se repitió lo del día anterior, un silencio profundo. Un silencio filoso por parte de Zai, el silencio pacífico de Waka contrarrestándolo.

Así se repitió día tras día. Zai pidiendo a Shiro que se sentara junto a ella, él negándose y huyendo cuando el pandillero aparecía, ella llamándolo cobarde y la pequeña sonrisa en los labios de Wakasa, que duraba unos segundos y era apenas perceptible.

Ese día fue diferente. Principalmente, por culpa del maestro. Más bien, por la materia en sí misma. Ella era mala para la clase de Salud, no era buena en los temas relacionados a biología y anatomía. Ahora tener que estudiar sobre un tema que odiaba de una clase que odiaba y que por encima, ni tan siquiera pudo terminar de escribir el material, estaba jodida.

Y nadie en el salón le hablaba por culpa de su compañero de asiento. Solo Shiro, quien comenzó a ignorar por lo cobarde que era.

─Senpai.

Sus palabras salieron amargas, por lo cual Wakasa supo que se dirigía a él. La miró ocultando su sorpresa en su usual expresión de aburrimiento. En todo el tiempo que había pasado, nunca habían hablado.

Ni una sola vez.

─¿Mhm?

─¿Podrías pasarme el material?

Quiso sonreír por lo agrio de sus palabras. Sin duda, él no le agradaba del todo, no había que ser muy intuitivo para saberlo. Solo se encogió pasándole su libreta y recostándose sobre la silla. La clase aún no acababa, por lo cual no tenía más que hacer. Solo la observó escribir la información y seguidamente las preguntas.

Finalmente la vió contestar las preguntas, lo cual lo hizo enarcar una ceja. ─Están mal.

La pelinegra lo observó con molestia, por primera vez sus ojos conectándose. Ese día estaba lleno de sorpresas.

─Ya, ¿y cuál es la respuesta?

─¿Por qué te la diría?

─¿Dices que estoy mal, pero no piensas corregirme y darme una explicación?

─No soy el maestro.

─¿Y por qué dijiste que estaba mal en primer lugar?

─Por que lo estás ─lo miró con molestia volviendo a su libreta, borrando así la respuesta y reescribiéndola ─. Sigue mal.

Volvió a mirarlo con molestia, soltando su lápiz y girando a observarlo. Él ni se inmutó, sacando una paleta del bolsillo de su uniforme, abriéndola y poniéndola en sus labios.

─Según tus propios apuntes, la respuesta glándula tiroidea la que causa estos problemas.

La miró unos momentos y pasó su mirada a la pregunta.

─Error.

─¿¡Error!? Entonces, explícame, senpai. Soy toda oídos.

Volvió a pasar su mirada a la pelinegra que lo miraba expectante. Podía sentir la paciencia de ella bajar poco a poco, lo cual le hizo volver a querer sonreír con burla. Se inclinó hacia la mesa tomando su lápiz y señalando la pregunta.

umbrella➨ wakasa i.Where stories live. Discover now