XXVII.

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─También te amaré por siempre, Mei.

Las palabras la congelaron, luego sonriendo acercándose hasta él y sin esperar un solo segundo más juntó sus labios, por primera vez en tanto tiempo Wakasa se sintió verdaderamente aliviado al tenerla consigo.

Él no se quedó atrás, pasando sus manos alrededor de su cintura moviéndose algunos pasos hasta que la espalda de la chica chocó contra la mesada. Se permitió besarla con desesperación a diferencia de la víspera navideña.

Sus bocas se movieron en sincronía, entre pequeños suspiros abrió sus labios permitiéndole profundizar el beso, sus lenguas jugando mientras los dedos de la chica se enrredaban en la cabellera blanca.

Rompió el beso recuperando su respiración. Cuando iba a alejarse la chica lo atrajo cerca una vez más para volver a besarlo, sus manos bajaron desde su cabello por su cuello hasta el pecho del chico, bajando lentamente sintiendo el cuerpo del ojimorado bajo la camisa abotonada del uniforme, segundos después siendo detenida por las manos de Imaushi. Con delicadeza tomó sus muñecas y volvió a romper el beso recibiendo un quejido por su parte.

─Estas herida ─le recordó dejando un fugaz beso en sus labios.

Volvió a quejarse por lo bajo haciéndolo reír. La besó por tercera vez, esta vez más delicadamente disfrutando con lentitud el contacto con la más baja como la primera vez que la besó.

Pronto fue apartado bruscamente mientras ella chillaba y corría a la cocina. Wakasa rió al verla apagar una de las hornillas y mover el curry con el cucharón. Tan solo la observó recargando la parte superior de su cuerpo sobre la mesada.

Extrañaba eso, no habían tenido tiempo para hablar sobre el día de la víspera. No había confesado sus sentimientos por ella. No había logrado disfrutar lo suficiente antes de que todo sucediera. Ahora quería ir con calma, quería vivir cada momento que pudiera junto a ella y protegerla con todo su ser.

Pronto llegó Haruchiro con dos bolsas en sus manos. Miró a Wakasa de arriba a abajo y luego entrecerró sus ojos en su dirección. El otro peliblanco solo le sacó la lengua para molestarlo, todos eran conscientes del recelo que tenía contra él por ser el más cercano a Zai.

─Oh, llegaste~ ─lo saludó mientras el niño dejaba las bebidas sobre la mesada sin mirar a Waka y tomando asiento en la silla alta tras la misma ─. ¿No está muy frío afuera?

─Un poco ─respondió el niño ahora observándola ─. ¿Necesitas ayuda, Zai-san?

─Para nada, ya casi termino.

Pronto llegaron el resto a excepción de Lys. Cada uno de ellos abrazó a Zai por largos segundos pronunciando sus disculpas y cuán preocupados estaban. Los niños solo jugaron con Nala, quien había estado siendo alimentada por Lys hasta entonces.

Los once se distribuyeron en la sala para poder comer todos juntos, algunos sentados en el suelo, los niños en la mesita para evitar hacer algún desastre. Conversaban entre ellos mientras disfrutaban de la comida de Zai hasta que una pregunta fue soltada al aire.

─Oi, ¿qué opinan de las visitas? ─Mikey soltó mirando a los líderes de Black Dragons.

Ninguno de ellos comprendió, Seiju mostrando una sonrisa tensa. Baji golpeó a Mikey en la cabeza mientras los otros en la mesita lo regañaban, Zai solo suspiró negando con su cabeza.

─¿Visitas?

─Se supone no diríamos nada, Mikey ─Emma protestó con su boca llena de comida y su ceño fruncido.

─¿Decir qué? ─interrogó Benkei.

─Ay, Manjiro ─se quejó Takami rodando sus ojos con una sonrisa en sus labios.

─Las visitas que recibió Zai-nee al hospital ─respondió el niño rubio ─. ¿Seiju no les dijo?

Las miradas pararon en el chico, que continuó comiendo ignorando las miradas y fingiendo que no los había escuchado.

─¿No nos dijiste qué, Seiju?

─Les iba a decir, pero Zai me amenazó ─se excusó el chico ─. Si les soy sincero, ustedes son aterradores, pero Zai me da más miedo que los cuatro juntos, así que no me culpen.

─No te amenacé ─refutó la pelinegra.

─Sí lo hiciste ─dijeron los cuatro niños y el pelinegro al mismo tiempo.

─Bueno, ajá.

─No es nada realmente importante, solo recibió algunas visitas mientras estuvo en el hospital ─comentó Seiju deslizándose al lado contrario apartándose de Takeomi a su lado ─, de algunos miembros de Black Dragons y Sss...

─¿De quién? ─casi exclamó Wakasa pasando su mirada entre ambos pelinegros ─. ¿Y no se te ocurrió decirnos, Seiju?

─No iban a lastimarme, Kasan ─intervino la chica ─. Iban a dejarme regalos y agradecerme, iban todas las semanas para pedirme que fuera la nueva presidenta ahora que Kuro está en prisión.

Mucha información para digerir, los cuatro se veían confundidos y sorprendidos.

─¿La... presidenta?

─Y resulta que ahora soy líder de una pandilla que nombraron Senshi, ¿pueden creerlo? ─se rió nerviosa.

Silencio incómodo en el cual los niños solo continuaron comiendo como si nada pasara sabiendo que pronto explotarían.

─¿¡Eh!?

─Lys-nee fue nombrada vicepresidenta ─agrego Mikey volviendo a ser golpeado por Baji.

─¡Zai!

─Te mataré, Manjiro.


 

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