IV.

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A los pocos día, cuando llegó al salón, Zai no se encontraba ahí como usualmente lo estaba. Le pareció extraño, pero no le dió mucha importancia. La clase comenzó, más para escribir y responder, hasta que la puerta fue abierta abruptamente haciendo saltar a media clase del susto.

─¡Lamento la tardanza! ─exclamó la pelinegra inclinándose y rápidamente dirigirse a su asiento junto a él.

La miró con una ceja enarcada mientras el maestro la regañaba y continuaba con su clase. Ella respiraba agitadamente por la increíble carrera que dió para llegar hasta ahí a tiempo, sin lograrlo. Dejó su mochila sobre la mesa tratando de respirar. Escribió todo lo más rápido que pudo, en algunas preguntas copiándose descaradamente de Wakasa, hasta que el maestro finalizó su clase y solo tocaba esperar por la campana. Volvió a indagar en su mochila sacando una bolsa mediana y luego girando hasta el peliblanco que solo hacía unos trazos en su libreta con aburrimiento.

─Senpai, ¡por favor, sea mi tutor! ─le extendió la bolsa de forma suplicante. Eso lo tomó fuera de guardia, mirando la bolsa y luego a ella, repitiendo esto un par de veces más. La pelinegra estaba sonrojada hasta las orejas de la vergüenza, sin embargo, creía que esa era su única opción.

El día anterior mostraron las calificaciones, ella siendo la más baja en esa clase, mientras que Imaushi se encontraba entre los primeros puestos. Fue Lys la que le dijo y le propuso esa idea, claramente.

Wakasa tomó la bolsa viendo que estaba llena de los dulces que él siempre comía, y luego la miró.

─Gracias por los dulces, pero me niego.

Una vena se marcó en la frente de la chica, que con un gruñido le arrebató la bolsa señalándolo con enojo y llamándolo descarado. Wakasa solo la observó en silencio con una pequeña sonrisa de diversión por la escena.

─¿Llegaste tarde solo para comprar eso?

Zai detuvo su ráfaga de insultos cuando la pregunta salió de los labios de él. Se volvió a sonrojar, pero apartó su mirada aún sintiendo la molestia. ─Si, ¿y qué? Reprobaré esta materia si no hago algo, y nadie me habla por tu culpa.

─¿Por mi culpa?

─¡Sí! Los espantas a todos ─se quejó tomando de la bolsa una de las paletas, quitando el envoltorio y llevándolo a su boca ─. Wow, sí que son buenas.

El chico le quitó la bolsa de las manos haciéndola quejarse nuevamente. También tomó una de las paletas e hizo lo mismo que la chica.

─Vi tu nombre en la lista, sí que eres mala.

─¡No seas descarado, maldito... tú! Ni siquiera recuerdo tu nombre, solo te diré senpai por el resto de los malditos días que tenga que interactuar contigo.

─Al menos me aceptas como tu superior...

─¡M-Maldito descarado! ─casi vibraba del enojo que le provocaba.

Eso era lo que llamó su atención de ella. Como había dicho, él espantaba a todos, nadie se atrevía a dirigirle una mala mirada tan siquiera. Sin embargo, ahí estaba ella, insultándolo y tirando del cuello de su camisa como si en cualquier momento lo fuera a agredir, cosa que él sabía no haría. El día que se enfrentó a su pandilla fue en el que finalmente se percató de ello.

─Me voy ─se quejó la de ojos zafiro levantándose, pues la campana había sonado.

Él también se levantó, siguiéndole los pasos hasta la salida, en donde antes que siguiera su camino junto a Lys, atrapó su muñeca entre sus dedos. Ella giró con molestia hasta mirarlo, ahora con sorpresa.

─¿No me pediste que fuera tu tutor?

Lys pasó su mirada entre ambos. Armó mil historias de amor en su cabeza entre esos dos, que estaba más que segura que terminarían juntos. Sonrió en grande ante sus propias fantasías.

─¡Pero te negaste!

─Sí, bueno, cambié de opinión.

Lo miró con desconfianza apartando su mano, así cruzándose de brazos con molestia. ─Bien, vamos.

─¡Nos vemos, Zai! ─la pelimorada se despidió con emoción y dando media vuelta para dejar a los dos polos opuestos confundidos por su actitud.

Ya acostumbrada a su espontaneidad, tomó la muñeca del chico y comenzó a guiarlo hacia su casa, aún insultándolo por lo bajo mientras él se limitaba a observarla y seguirla de cerca gracias al agarre de ella.

─¿A dónde vamos?

─A mi casa, obviamente. Me vas a dar tutorías, y más vale apruebe porque esos malditos dulces se llevaron todo el dinero que llevaba encima.

Se encogió de hombros continuando ahora sí el camino en silencio. Vivía a par de cuadras lejos del instituto, lo cual lo hizo caminar más de lo que hubiera deseado. Pararon en una casa que aparentaba ser de gran costo, pasando el portón metálico que la chica abrió con su llave y cerró tras dejar al chico pasar. La siguió hasta el interior de la casa, donde se vió sorprendido por el animal olisqueándolo.

─Oh, ella es Nala ─informó mientras quitaba sus zapatos. Wakasa hizo lo mismo mientras observaba con curiosidad el hogar. La siguió hasta la sala en donde le dijo que podía tomar asiento junto a la mesa. Nala le hizo compañía mientras seguía observando el lugar. No habían fotos, ni cuadros o decoraciones normales. Tampoco había nadie ahí aparte de ellos, logró notar ─. ¿Prefieres manzana o naranja?

─Manzana.

La chica apareció con una bandeja dejándola sobre la pequeña mesa, ambos tomando asiento en el suelo en lados opuestos. Ella dejó el vaso de jugo de naranja frente a él, lo cual lo hizo mirarla con una ceja levantada mientras ella solo lo ignoró y dió un gran mordisco a su onigiri. Ambos sacaron sus cuadernos para comenzar a estudiar.

─¿Están tus padres en casa? ─le preguntó con curiosidad. La chica asintió volviendo a dar otra mordida a su comida y ojeando el cuaderno de matemáticas.

─Papá está en su habitación durmiendo, sale tarde del trabajo.

Wakasa tomó uno de los onigiri sobre la bandeja y lo observó unos segundos, una sonrisa débil tirando de sus labios.

─No te haré daño, no necesitas mentirme.

Las palabras paralizaron a a joven, que dejó caer su cuaderno sobre la mesa y lo observó con sorpresa. ─ ¿Cómo...?

─El auto de afuera le faltaba una llanta, tampoco habían zapatos en la entrada. No hay fotografías de familiares en ninguna parte, y tampoco anunciaste tu llegada. Solo pequeños detalles que me hicieron suponerlo ─respondió con simpleza ─. Para la próxima, deja zapatos de adulto en la entrada.

La chica se sonrojó avergonzada volviendo a tomar su cuaderno, casi escondiendo su rostro con él.

─Lo siento, no quise ofenderte, yo...

─No me ofendió, entiendo por qué lo haces ─la interrumpió sincerándose ─. ¿En qué tienes dudas?

Así comenzó la pequeña clase, que sería mucho más difícil de lo que Wakasa esperaría. Ella era inteligente, pero tardaba en comprender ciertas cosas, y necesitaba una explicación detallada para poder entenderlo. Al comienzo notó la tensión en ella. Usualmente lo observaba de reojo, en especial cuando hacía algún movimiento. Poco a poco se relajó, cuando finalmente comprendió que él no la lastimaría, aunque aún así no podía evitar las precauciones.

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Primera publicación, estoy super feliz uwu Espero les guste, nos vemos el martes <3

umbrella➨ wakasa i.Where stories live. Discover now