XVII.

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Ese día no fue sólo. Tanto Shin como Lys lo habían seguido mientras hablaban de cosas estúpidas a ojos de Wakasa. No les molestaba, pero no quería wue lo acompañaran.

El frío era intenso mientras más se alejaba el otoño.

Aprovechó la torpeza de Shinichiro y el despiste de Lys para escabullirse entre los callejones y casas. No caminó mucho para llegar al lugar que deseaba, su mirada parada en el portón cerrado. Tocó el timbre repetidas veces porque sabía que eso la hacía enojar. Pronto escuchó el tintineo de las llaves al abrir la puerta.

Vio a la pelinegra con un moño despeinado e irritación en su rostro. Al parecer, la había despertado, no es como si le importara haberlo echo. La chica solo le tiró las llaves por encima del portón y entró al hogar dando un fuerte portazo.

Waka rió por lo bajo mirando las llaves que tomó en el aire. Buscó la llave plateada y cuadrada, así abriendo el portón y cerrando una vez adentro. Caminó hasta la puerta dejando sus zapatos, saludó a Nala y buscó a la chica. Nuevamente se había quedado dormida en la sala, por lo que pudo notar. Las cortinas estaban cerradas, el televisor encendido, jamás lo apagaba por las noches aunque no lo estuviera viendo.

Pero no era de noche, era casi las cinco de la tarde y la chica se encontraba tirada en la sala entre grandes sábanas. Suspiró rendido mientras se acercaba a ella. Removió las sábanas sobre el rostro de la chica, así admirándola. Pellizcó su mejilla ganando un quejido, volvió a pellizcarla ganando un golpe. Zai volvió a tomar las sábanas y esconderse entre ellas girándose para darle la espalda.

Con su paciencia agotada, de un solo tirón quitó todas las sábanas que tenía. Ella chilló quejándose. Wakasa solo la ignoró tirando de ella para que se pusiera de pie. La cargó como costal de papas hasta la cocina mientras ella chillaba todo tipo de insultos incomprencibles.

La dejó frente a él, observándola. Ella también lo miró con su ceño fruncido y gran molestia.

─Come.

─Quiero dormir.

─Son las cinco.

─No te importa ─se dió la vuelta sin poder ir muy lejos, volviendo a colgar en el hombro del peliblanco ─. ¡Ay, porfavor!

La cargó hasta la mesa, moviéndo la silla. Bajó a la mujer y la obligó a sentarse, ahora caminando solo hasta la cocina y rebuscando en los cajones algo para cocinarle. Preparó algo de té mientras dejaba lo primero que encontró frente a la recién levantada.

─Terminaré dándote una copia de la llave, ¡a ver si así no me despiertas con el jodido timbre!

Ignoró su comentario dejando la taza de té y tomando asiento frente a ella. La observó comer en silencio mientras ella soltaba alguno que otro comentario. Había pasado una semana desde la última vez que se vieron aquel día de la cita doble, que fue el día del comienzo del receso. Las cosas no habían cambiado demasiado en esas cuatro paredes, lo único que parecía alterado era el horario de sueño de la chica frente a él.

─Lys comentó que Shin le dijo que el veinticinco tendrán una pelea con otra pandilla, ¿es eso cierto?

─No te incumbe.

Ella rió por lo bajo bebiendo del té caliente.

─Tan pronto todo acabe, quiero que vengas aquí.

─¿Para?

─Para curar tus heridas y saber que estás bien, tonto.

Rió por lo bajo al verla con las mejillas abultadas al tener tanta comida en su boca. Se veía graciosa y adorable al mismo tiempo.

─¿Preocupada?

─Sí ─respondió sin pensar, un rosado cubriendo su rostro ─. No puedo perder a mi fuente de ingresos y mi tutor personal.

─¿Fuente de ingresos? Estas aprovechándote un poco de mí.

─¿Vas a llorar? ─se burló.

La vio levantarse y caminar a la cocina. La miró lavar el plato y el vaso. No apartó su mirada de ella ni tan siquiera cuando pasó a la sala para organizar el desastre que había dejado. No apartó la vista de Zai.

─Oye, Kasan ─lo llamó devolviéndolo  la realidad ─. ¿Quieres... salir hoy? Ya sabes, nosotros dos. Quería ir a la pista de patinaje, pensé que... sería divertido ir contigo.

Sonrió apartando su mirada de ella. Se veía adorable cuando era un manojo de nervios y se sonrojaba. Adoraba cuando hacía eso. ─No.

─¡O-Oye!

─No tardes, o iré sin tí.

Lo miró, luego sonrió en grande dándose la vuelta y caminando al segundo nivel. Él también sonrió. Se sentía diferente a antes, antes de conocerla. Muchas cosas habían cambiado desde aquel día en el que se presentó ante todo Black Dragons. Había pasado tanto tiempo desde eso.

Al final terminó esperando en la sala viendo una película con la cabeza de Nala acostada sobre su regazo. Tardó en bajar, evidentemente. Aún así, no se pudo enfadar. Verla sonreír con tanta emoción le hacía imposible enojarse.

No tardaron en llegar a ese lugar que habían planeado. La pista de patinaje que se encontraba casi vacía ya que era tarde y hacía más frío. El hombre les entregó los patines y les dictó las reglas. Ninguno le prestó atención.

─¡Vamos, Kasan! ─parecía una niña por su gran emoción. Él tan solo la observaba con una sonrisa plasmada en su rostro.

Ella tomó su mano mientras ambos caminaron con los patines puestos hasta la entrada de la pista, la cual era al aire libre y solo abría para esa época. Wakasa entró primero, deslizándose sin ningún problema. Zai la pasó un poco mal, casi resbalando y solo manteniéndose en pie porque él la sostuvo contra sí.

─¿Jamás has venido?

─¡No! Por eso me emociona tanto ─admitió sosteniéndose de los hombros del chico y mirando a sus pies, tratando de mantener el equilibro.

Él comenzó a deslizarse hacia atrás llevando a la chica consigo. La sostuvo de la cintura mientras patinaba lentamente y de espalda. Zai parecía fascinasa, aún sin atreverse a soltar su agarre en Imaishi. Solo observaba los alrededores y sonreía con entusiasmo.

Poco a poco se deshizo del agarre en su cintura hasta soltarla.

umbrella➨ wakasa i.Where stories live. Discover now