IX.

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─¿Me tienes miedo?

La pregunta salió de su boca sin siquiera haberlo pensado, dejando un mal sabor. Tuvo mil ideas erróneas sintiendo culpabilidad e incluso algo de remordimiento. No sabía qué hacer, ¿realmente le temía?

¿Por qué eso le molestaba?

─¡No! ¡Claro que no! ─respondió la chica acercándose a él ─. No te temo, Wakasa.

La preocupación se dicipó tras su respuesta, logrando que sus hombros se relajaran junto a su ceño, aunque aún mantenía esa pequeña presión en su pecho.

─Tengo miedo a la oscuridad, ¿bien? ─murmuró con vergüenza agachando su cabeza ─. Ni Lys sabe, ¡es vergonzoso! Así que, porfavor, senpai...

Cerró sus ojos cerrando sus puños en la tela de su falda.

─¡Por favor, no me dejes!

Por un momento se mantuvo estático. Rió por lo bajo envolviendo con sus dedos la muñeca de la más baja ganando así su atención. Estaba oscuro, pero no tanto, así que pudo admirar su sonrisa y sus ojos casi ocultos por su cabello blanco ─Vamos.

No le dio tiempo a responder, pues él corrió y la arrastró consigo. Casi tropieza al principio, logrando seguir sus pasos por las calles vacías de Tokio. Pronto se volvió una carrera la cual Wakasa siempre llevó la delantera, la chica solo reía y lo seguía tratando de alcanzarlo. De ésta forma, él guió el camino hasta la casa de la solitaria Takami.

Ambos entraron al hogar dejándose caer en el suelo de la sala donde siempre estaban. Sus respiraciones eran agitadas, una ligera capa de sudor en sus cuerpos. Estaban cansados, habían corrido demasiado.

─Senpai ─llamó la chica aún respirando con dificultad ─. Deberías quedarte. Es muy tarde, está oscuro y dijeron que llovería cuando cayera más la noche.

Él solo miró el techo del hogar pensando en sus palabras. Por un momento realmente creyó que ella le temía. Había dicho que no eran cercanos, tal vez se había equivocado. Confiaba en Wakasa, ¿por qué no lo había notado antes?

Las primeras tutorías eran silencios incómodos y la chica tensada. Siempre miraba las puertas, lo observaba de reojo. Cada vez que hacía algún movimiento, el más simple como tomar el vaso de jugo, la hacía reincorporarse y mirarlo atentamente. Le costaba concentrarse mientras estudiaban, le costaba contestar las preguntas o entender lo que le explicaba.

Pero ese día le había pedido que se quedara. Ya no se tensaba, tampoco guardaba silencio. Aprendía rápido y jamás se quedaba con la duda. Incluso habían dejado el estudio de lado algunas veces solo para ver películas. Ella siempre le hacía un puchero juntando sus manos y le suplicaba, era cuando único lo llamaba "Wakasa-senpai", cuando quería algo acambio.

Él no lo quería admitir, pero también se sentía cómodo con ella.

─Bueno.

─Entonces, te buscaré algo de ropa. El dueño de esta casa dejó cosas atrás, debe haber algo en su habitación.

La observó levantarse por lo cual hizo lo mismo y la siguió. Nunca había visto ninguna de las habitaciones por lo cual la curiosidad lo atrajo. Subieron las escaleras hasta la segunda planta en donde se encontraban las habitaciones. Se detuvo ante la puerta al final del pasillo, su mano en el pomo, la cual no notó que temblaba hasta que la elevó. Imaushi también lo notó, pero no dijo nada. Finalmente abrió la puerta y encendió la luz.

─Etto... puedes revisar en los cajones, yo... veré en el armario.

Se veía asustada mientras entraba. Siguió sus órdenes abriendo los cajones. Sobre éste habían un par de fotos que mostraban a un hombre, no debía ser muy mayor, tal vez treinta años. En una de esas fotos estaba Zai. Su cabello negro se veía largo, sus ojos apagados y una forzada sonrisa en sus labios. Había un bendaje cubriendo su cuello, justo en el área donde actualmente ella siempre llevaba una gargantilla y que jamás quitaba. También había bendaje en sus brazos, era abrazada por sus hombros por el hombre desconocido.

─¿Qué pasó con el dueño?

─Murió.

─Dijiste que esta propiedad era tuya.

─Lo es.

Tomó algunas prendas del cajón sabiendo que ella no iba a buscar en el armario o tocaría nada de lo que en esa habitación estuviera. ─Estas llena de secretos, Zai.

La chica solo tragó seco, su mirada puesta en las prendas del armario tratando de fingir que buscaba algo para el contrario. No quería ver el lugar, ni las prendas, mucho menos las fotografías.

─No estas obligada a contarme nada, ¿sabes? ─se dirigió a la puerta captando la atención de la chica, que lo siguió. Ambos salieron de la habitación cerrando la puerta tras de ellos.

─Lo mismo te digo ─respondió ─. Nunca hablas de tí, y aunque sabemos tan poco del otro, tú sabes más de mi que yo de tí.

Él volteó para observarla. Estaba seria, aunque sus ojos destellaban con curiosidad. Podía notarlo, ya había visto esa mirada antes.

─¿Quieres saber más de mí?

─¡Claro!

─¿Por qué te diría?

Una vena se marcó en la frente de la chica mientras golpeaba su pecho liberando una exclamación. Wakasa largó una carcajada logrando su cometido con sus palabras.

─¡Eres un... un descarado! Ya no te llamaré senpai, no lo mereces ─se cruzó de brazos con molestia.

─Ah, ¿sí? Y cómo me dirás.

─Wakasa... Kasa... ─lo pensó, luego sonriendo en grande ─. Kasan, será Kasan.

La miró con aburrimiento por el apodo que le había otorgado la joven, quien se encontraba contenta por el mismo.

─A mi no se me ocurre ningún apodo ridículo para tí.

─¡Oye! Kasan es original y suena bien ─se quejó pasando por su lado mientras se dirigía a las escaleras ─. Puedes llamarme Mei.

─¿Mei?

─Sí, nadie me llama así desde que soy niña. Te contaré más luego, puedes usar el baño de arriba, yo usaré el de abajo.

Sin más, bajó las escaleras. Wakasa la observó bajar, su mirada luego quedando en la nada.

─Mei, ¿eh?

umbrella➨ wakasa i.Where stories live. Discover now