XXIII.

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Benkei golpeó a los hombres que se abalanzaron encima de Takeomi. Necesitaba liberarlo lo antes posible para ir a sus amigos, el temor volviendo hasta ellos. Se intentaron liberar con desesperación, otros hombres que no estaban paralizados por la escena los intentaron ayudar.

Cuando ya no sintió las manos sostenerlo, no miró atrás. Omi se levantó al instante corriendo entre la multitud empujándolos a su paso hasta detenerse frente a todos, su respiración acelerada.

Observó a Wakasa, su puño estaba en el aire y sus ojos mostraban conmoción. Había sangre en su rostro, el hilo rojo que bajaba de su frente era de la única herida que tenía, siendo todo el resto salpicaduras del hombre que había dejado al borde de la muerte. Su puño también estaba lleno de sangre, el que Shin sostenía era de aquel hombre, pero la sangre en la mano elevada era del presidente.

Su corazón se rompió. Verlo así, tan roto, siendo capaz de golpear a su propio mejor amigo... Compartió el mismo pensamiento que Shinichiro; ese no era su mejor amigo.

Benkei llegó hasta su lado compartiendo el mismo dolor que Takeomi. Finalmente Wakasa se apartó arrodillándose frente al pelinegro y recargando su frente del mismo. El cuerpo del peliblanco temblaba descontroladamente.

El Sano enrredó sus dedos en el cabello de su amigo y observó como algunos hombres se apresuraban en tomar al presidente mal herido del suelo. Los observaron con miedo mientras se alejaban cargando entre tres a Kuro. Las lágrimas no pararon de caer de sus ojos incluso al sentirse aliviado. Poco a poco el lugar comenzaba a vaciarse, la victoria siendo de Black Dragons.

Pronto su mirada se detuvo en Omi, que tan pronto llegó hasta ellos se arrodilló y los rodeó a los dos con sus brazos. Benkei los rodeó haciendo lo mismo que Takeomi, posando su mano sobre el hombro de Waka y recargando su frente de la espalda del mismo. No paraba de temblar, y poco a poco comenzaban a escucharse sus sollozos más y más claros.

─É-Él dijo... ─la voz del ojimorado era casi un susurro, pero al estar tan cerca todos lograron escucharlo con claridad ─, que él deseaba... haberla violado...

Eso explicaba todas sus dudas de cómo todo terminó así.

─Perdí el control... Yo... Lo siento tanto, Shin.

Y como el día anterior, los cuatro mejores amigos lloraban, solo que esta vez se sostenían entre todos.

─L-Lo siento, Shin...

El ruido de los motores estaba de fondo, sus oídos solo podían escuchar los sollozos de Wakasa mientras ellos tres trataban de contenerlos. No se separaron de Waka en ningún momento.

─N-No nos vuelvas a asustar así, Waka ─Omi regañó, su puño estaba cerrado en el uniforme del peliblanco ─. Y no vuelvas a hacer una estupidez como ésta, Shin...

Los dos nombrados eran más que conscientes del susto que debieron darle a los otros dos. El peor que se sentía era Wakasa, la culpa llenando todo su ser. El sonido de sirenas se escuchó a lo lejos logrando romper esa pequeña burbuja, los cuatro alejándose para compartir miradas.

Y tan pronto miró a Shinichiro su corazón se detuvo un momento. Estaba más que lastimado, sangraba bastante, parte comenzaba a hincharse.

─S-Santo cielo, Shin... ─la culpa volvió a tragarlo aún más.

Por un momento sintió miedo de sí mismo.

─No me arrepiento de nada ─el presidente le regaló una sonrisa ─. Todos perdemos el control, Wakasa, es por eso que tenemos amigos para traernos de vuelta.

─Ustedes dos son estúpidos e imprudentes ─se quejó Benkei limpiando las lágrimas de sus ojos, Omi rió por lo bajo dejando caer su mano sobre el hombro del peliblanco.

─Vayamos a ver a Zai, Waka.

Él asintió, los cuatro levantándose. Las sirenas se escuchaban aún más cerca, debían moverse rápido.

─No dejes que la culpa te gane, ¿sí? ─Shinichiro comentó ─. Yo no te culpo porque sé que en tu lugar hubiera hecho lo mismo. Pasaré por Lys antes de ir al hospital, Zai nos espera.

Esa fue la corta despedida antes de que cada uno subiera a sus motos. Wakasa fue el primero en arrancar a toda prisa tomando atajos, Omi y Benkei se dirigieron al hospital evadiendo la policía mientras que el presidente se dirigió a su hogar.

Los tres líderes se encontraron en el estacionamiento del hospital. Se apresuraron para llegar al ala de emergencias médicas. La sala estaba bastante vacía, por lo cual no tardaron en encontrar el cabello negro de Seiju, el chico que había llevado a Zai al hospital. Bebía un café y su mirada parecía perdida hasta que sintió los pasos, su vista parando en los tres recién llegados.

─Waka-san... Sus manos...

Le había sido imposible no comentarlo. Wakasa levantó sus manos para observarlas, no había notado toda la sangre ni sentía el dolor de sus nudillos abiertos.

─Iremos al baño luego, ¿qué han dicho sobre Zai? ─Omi se adelantó deteniéndose a un lado de Waka, Benkei tomó asiento junto al chico.

─Ellos... ─parecía nervios, lo cual estaba ─. No sé si deba decir...

─Sólo habla ─exigió ojimorado.

─Bueno ─se quejó el pelinegro deteniendo su mirada en el vaso desechable de café entre sus dedos ─. Está estable, pero se encuentra muy delicada. Hace poco vino una enfermera y me dijo que Zai-san... Tiene una contusión, su hombro derecho fuera de su lugar, su nariz estaba rota. Tiene muchos cortes por su cuerpo, algunos bastante profundos. Le... arrancaron dos uñas de sus dedos y al parecer tiene quemaduras de cigarrillos en sus costillas.

Cada uno de ellos compartieron la misma expresión de horror.


 

umbrella➨ wakasa i.Where stories live. Discover now