IXX.

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Ese día era diferente. Muchas cosas corrían la mente de Wakasa, pensamientos danzantes en su cabeza que lo mantenía distraído. Había besado a Zai esa tarde por primera vez, y por la noche la besó incontables veces hasta que tuvo que irse. No quería irse, pero debía hacerlo.

Pensar en ello le traía una sonrisa.

Habían pasado días desde que descubrió que efectivamente ella le gustaba, pero le daba vergüenza admitirlo y jamás tuvo el valor de demostrarlo tampoco. No le iba a contar a sus amigos, de todos modos.

Claro, sus amigos. Ahí estaban los tres fundadores de Black Dragons jugando a apuestas con cartas. Tanto Shin como Omi fumaban, mientras que Benkei no paraba de quejarse por el humo o por el peliblanco estar tan callado.

Talvez por todos los pensamientos, o por los nuevos sentimientos encontrados, comenzó a sentirse nostálgico y algo triste.

Ellos eran sus mejores amigos, sin embargo no les había contado de la cita. No les había hablado de las tutorías o de las dos veces que durmieron bajo el mismo techo. No les había hablado de lo que sentía. No les había hablado ni tan siquiera del beso.

¿Cuándo fue que se alejó tanto? Se adentró en sus recuerdos del pasado y él en definitiva no era así. No era muy expresivo sobre sí mismo, pero hablaba mucho más y hacía tantas cosas que ya ni les cruzaba por la mente hacer otra vez.

¿Cómo llegó todo hasta el punto en el que sus amigos se sorprenden al escucharlo hablar de sí mismo? ¿Cómo llegó a que ellos se sintieran tan felices con solo verlo sonreír? ¿Cómo llegó todo a que se emocionaran al verlo reír?

─Oi, Waka, ¿por qué la cara larga? ¿Te dejaron con las ganas como a Shin? ─Benkei le preguntó con diversión.

─¡Calla!

Lo miró a él y a Omi sentados en el lado contrario de la mesa, luego a Shinichiro a su lado. Su interior era una encrucijada constante sobre qué debía hacer o decir, y estaba claro que ese era el día para ser impulsivo.

─Solo quería... ─realmente lo dudó.

Dejó las cartas en su mano sobre la mesa. Las miró sin atreverse a levantar la vista y así permitiéndose relajarse.

─Lo siento.

El tiempo se detuvo tan pronto pronunció esas palabras. Los tres se congelaron mirándolo fijamente, un silencio sepulcral. Las cartas se escaparon de entre los dedos del Sano chocando contra la mesa. Ninguno dijo nada, no sabían qué decir y aún no lograban procesar las recientes palabras.

─He sido un amigo de mierda estos últimos años ─se sinceró jugando con sus dedos sobre la mesa por el nerviosismo ─. No les he contado tantas cosas que he pensado o he pasado solo porque no me siento capaz de hacerlos. Los he apartado por completo que ni tan siquiera entiendo por qué aún me siguen incluyendo en todo lo que hacen.

Sentía el ardor en su garganta y la extrema necesidad de parar de hablar, sin embargo ya no había vuelta atrás, habían tantas cosas que debía decirles y ese era el momento perfecto.

─No les he contado que yo... la razón por la cual siempre llegaba tarde a las reuniones era por Zai. Soy su tutor desde hace meses, siempre nos reuníamos en su casa a estudiar. Me he quedado un par de veces ahí, también. Ella... Ella me gusta, ¿saben? Lo sé desde hace bastante, pero me asustaba mucho la idea que solo lo mantuve en secreto. Hoy nosotros salimos y nosotros... nos besamos, más bien fui yo el que la besó, y aún no sé si somos algo o si debería pedirle que seamos algo, no tengo ni idea de qué hacer.

Su corazón latía con fuerza contra su pecho sintiendo la ansiedad recorrerlo por completo. Sintió aún más ardor en su garganta y sus ojos cristalizarse ligeramente.

─Desde que Jiro... ─tan solo mencionarlo le rompía el corazón ─. Desde que Jiro se fue no he podido ser yo mismo. Se me hace imposible hacer... todas esas cosas que solían gustarme porque no sentía que las merecía. Dejé de salir, dejé de hablar, compartir, correr, divertirme y todas esas cosas porque sentía que todo eso debería ser él el que pudiera hacerlo, no yo...

Llevó una de sus manos a su cabello enrredando sus dedos en el mismo, una sonrisa lastimera en sus labios mientras las lágrimas comenzaban a caer.

─Creía que era yo el que debió morir ese día, no Jiro ─admitió ─. Deseé tantas veces ser yo el que hubiera muerto. No debí aceptar que fueramos al parque ese día, si solo le hubiera dicho que no él estuviera aquí conmigo ─las lágrimas bajaban por los ojos de los cuatro sentados en esa mesa.

Los otros tres no tenían el valor de decir nada, solo escuchándolo con corazones rotos.

─Jiro lo era todo para mí, y pensar que él ya no estaba solo me hacía querer morir. Me prohibí todo porque no creía merecer ser feliz mientras él no estuviera.

Shinichiro mordió su labio con fuerza para evitar sollozar en el pequeño silencio que se formó. Estaba roto, todos estaban devastados escuchándolo decir esas cosas.

─Pero estoy a empezando a sentirme mejor. Me sentía culpable por divertirme en las salidas de Black Dragons, y cuando comenzó a gustarme Mei solo quise correr, pero la idea de alejarme y lastimarlos más me hacía sentir más miserable. Hace tan poco fue que realmente comencé a desear ser feliz, yo realmente quiero estar con Mei, realmente quiero seguir teniéndolos junto a mi, y realmente quiero poder volver hacer todas las cosas que me gustaban junto a las personas que quiero y aún estan conmigo...

Tomó el valor de abrir sus ojos y mirar a sus amigos. Ver las lágrimas que no dejaban de caer de ninguno de ellos y sus expresiones llenas de dolor solo le hizo sentir una calidez en su pecho. Él les importaba tanto como ellos le importaban a él.

─Así que lo siento, les pido que por favor tengan un poco más de paciencia conmigo. Lo estoy intentando, les juro que lo estoy intentando con todo lo que tengo. ¿Podrían esperarme un poco más?

umbrella➨ wakasa i.Where stories live. Discover now