𝘊𝘈𝘔𝘐𝘕𝘖𝘚

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Hoy había ido a correr cerca de mi casa, ya que hace tiempo que no lo hacia. Corrí prácticamente una hora con descansos de algunos minutos de vez en cuando, la verdad me encanta hacer esto y siento que elimino estres; Decidí al terminar, ir a mi Gimnasio para hacer otro tipo de estiramientos y obviamente ver como van las cosas por aya.

— Buenos Días, Samantha.— Saludé a la chica que estaba en el mostrador.

— Buenos Dias Astrid, veo que decidiste a hacer ejercicio hoy.— Me señaló y yo reí.

— Ya hace tiempo que no hacia y me pareció bien. ¿Está Tadeo?

— Umm, creo que hoy no viene.

— Oh, está bien, voy a hacer unos ejercicios y luego voy al despacho.— Tomé mi botella de agua.

—  Claro, Hofferson.

Tener mi propio Gimnasio al veces es tan bueno.

Hice mis típica rutina y casi a las 10:00 máximo terminé el entrenamiento. Para refrescarme me fuí hacía mi oficina para revisar los típicos papeles y ver que hay que había que hacer de nuevo, estar acá en verdad me relaja he aprendido repartir muy bien mi tiempo con lo que hago. Cuando ya había acabado lo que creeia necesario, ya era hora de ir a mi casa porque ya necesitaba un baño y llegué a mi casa casi a las 11:00, porque si queda un poco lejos mi casa del gimnasio y más caminando.

Cuando llegué me di un baño y me puse a trabajar un poco, tenía varías cosas pendientes. Trabaje, limpie mi casa, comí y hasta que dieron casi la una. Claramente no almorzé por la invitación de Hiccup, así que solo comí algo suave para pasar el tiempo.

Cuando fue siendo la hora, me organize y al final agarré mi bolso porque uno nunca sabe cuando necesite algo, me arriesgue a llevar un bote de helado para el postre y luego de dejar las cosas de Tormenta listas, salí directo a la casa de Hiccup.

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Hoy me desperte sin ninguna prisa y la verdad no tenia mucho que hacer por la mañana antes de que llegará Astrid, entoces me puse a limpiar un poco mi cuarto, la cocina y el resto de la casa y también metí ropa a lavar. Cuando termine me di un baño y me revise que todo estuviera listo.

Cuando fue llegando la hora en la que Astrid llegará decidí pedir Comida italiana para el almuerzo, rezando para que le guste. Estaba leyendo un libro para mejorar algunas cosas del proyecto, cuando fui interrumpido por un sonido de un timbre.

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— Hola chico Misterio.— Saludó Astrid entrando al departamento.

— Hola chica Puntual.— Devolvió el saludo cerrando la puerta detrás de él.

— Se me está pegando el mal de Heather.

— Eso parece...— Calló.— ¡Espera! ¿Me llamaste chico Misterio? Pensé que te esforzarias mas en mi apodo, My Lady.— Fingió ofensa.

— Es la verdad, te lo ganaste muy bien.— Se cruzo de brazos.

— Y ¿Por qué?— Arqueó una ceja y se recostaron en el mesón.

— ¿enserio lo preguntas? Desde el sábado me dejaste con una pregunta y ayer evadiste el Tema por completo.— Respondió sería.

— Oh vamos, ¿Que puedo hacer para que está señorita me perdone?— Hizo un puchero fingido.

— Contarme de una vez todo y así tal vez pueda.— Miró para otro lado, aunque por dentro quería soltar una carcajada.