17. Cariño

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Luego de terminar el turno en Ecomoda, la “pareja” se encaminó en el carro de Mario hacia su apartamento, ya que, hoy harían unas ricas pizzas.

Ya me dió hambre.

Entraron a éste y dejaron sus cosas en los sillones.

— Ven, vamos a la cocina. — Mario le tomó la mano a Sandra y la llevo a lo nombrado anteriormente.

Mario aflojó su corbata y le dió un mandil a Sandra y él se puso otro.

— Ya tengo la masa lista, así que, sólo le agregaremos la salsa y todo eso. — Dijo Calderón y la pelinegra asintió.

Llevó al mesón la masa, salsa de tomate, queso mozarella, champiñones, aceitunas, jamón, pepperoni, piña, trozos de carne y de pollo, pimiento, etcétera.

— Wow, ¡Ya quiero empezar! — Saltó emocionada y al castaño le provocó ternura la reacción de Sandra.

— Bien, entonces, empecemos.

Amoldaron la masa convirtiéndolo en dos grandes círculos, Mario le dió una a Sandra y él se quedó con otra.

El mayor le indicaba a la menor lo que tendría que hacer, aunque era sencillo, no era para nada complicado.

Les colocaron salsa y queso, luego ya eran libres de agregar los ingredientes que quisieran.

Sandra le agregó más queso, muchos champiñones, muchos trozos de pollo, un poco de aceitunas y un poco de pimiento.

Mario optó por una americana.. Ósea, con jamón, aceitunas y lo que marcó la diferencia fue que le hizo orillas de queso.

— La suya se ve muy rica. — La pelinegra se lamió los labios al ver la pizza que hizo el castaño.

— Nada, la suya me parece poderosa y novedosa. — El mayor señaló la pizza con su dedo.

Ella rió.

Llevaron las pizzas al horno y decidieron esperar mientras veían la televisión.

Cuando sonó indicando que ya estaban listas, corrieron hasta la cocina y Mario con cuidado las sacó. El resultado fue muy bueno, se veían apetecibles. Sin más rodeos, cada una las cortó en ocho y colocaron una de cada una en sus platos.

Se dirigieron a la sala de estar para probarlas mientras veían la televisión.

— ¡Probemos! — Sandra gritó ansiosa por probar las pizzas.

— Me parece perfecto, a ver qué tal..

Dieron un mordisco a la que hizo Mario y asintieron gustosos por lo buena que estaba. Luego le dieron un mordisco a la que hizo Sandra y nuevamente asintieron.

A Mario le gustó más la de Sandra, se la comió y la disfrutó.

Y a Sandra le gustó más la de Mario, tenía las orillas de queso y eso le encantó.

— Muy muy ricas, somos muy buenos chefs. — Canturreó el castaño orgulloso.

— De eso no tengo dudas. — Sandra chupó sus dedos.

— Deberíamos hacer esto más seguido.

— Concuerdo. — La menor colocó el plato en la mesa.

Mario imitó la acción y se acomodó en el sillón. Rodeó los hombros de Sandra con su brazo y ella posó su cabeza en su hombro.

Era ese momento cliché que tanto les gustaba, tomar de su tiempo para estar juntos era lo que hacían últimamente y no se arrepentían para nada.

Sé que fue un error • MandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora